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Peña Nieto congeló salarios a generales; aumentaron violaciones a derechos humanos
A petición del general Cienfuegos, el presidente frenó remuneraciones a militares; a la par, la Sedena terminaría con más de un centenar de recomendaciones emitidas por la CNDH. Los crímenes en Ayotzinapa, Tlatlaya, Apatzingán y Tanhuato aún están bajo la lupa
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El 1 de diciembre de 2012, durante la salutación en Campo Marte, los miembros de las Fuerzas Armadas escucharon de Enrique Peña Nieto una nueva orden: conducir sus labores con “estricto respeto a los derechos humanos”, pero “garantizar la seguridad interior del país”. La guerra, supieron entonces, iba a seguir.
Aun con la continuidad de la estrategia de seguridad, en el sexenio de Peña Nieto no hubo mejoras económicas relevantes para la milicia. Los aumentos que seis años antes habían llegado de sobra, en el sexenio priista no superaron los 1,000 pesos para todos los rangos.
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Los generales, que en la administración anterior obtuvieron incrementos superiores al 1,000 por ciento, para el arranque del sexenio peñista apenas obtuvieron el 0.5 por ciento. Mientras que los soldados, que habían visto aumentos del 48 por ciento, pasaron a recibir menos del 3 por ciento.
Es decir, que si un General de División terminó el sexenio de Felipe Calderón con un salario de 176 mil pesos, para 2013, el primer año de gobierno de Peña Nieto, su sueldo incrementó apenas 1,000 pesos. Los soldados, que ganaban 10 mil 883 pesos, con la llegada de Peña Nieto obtuvieron 11 mil 200 pesos mensuales.
Un análisis de las tablas de haberes de los últimos tres sexenios, realizado por EMEEQUIS, indica que Peña Nieto mantuvo los salarios de todos los miembros de la milicia, salvo en 2015, cuando sargentos, cabos y soldados recibieron aumentos del 6 por ciento. También se les concedieron 265 pesos más de despensa, 285 pesos extra como ayuda de transporte y un ligero aumento en los salarios base y los sobrehaberes.
Para 2018, el priista prometió un aumento de 1,000 pesos mensuales para la tropa, los escalafones más bajos de la cadena de mando. “Este incremento lo habremos de hacer retroactivo a partir del mes de enero de este año”, aseguró; sin embargo, la mejora no es visible en la tabla de haberes de ese año: sus salarios quedaron congelados.
CIENFUEGOS PIDIÓ NO AUMENTAR SUELDOS
Fuentes consultadas por esta revista digital cuentan que la falta de aumentos salariales fue una solicitud expresa que hizo el general Salvador Cienfuegos Zepeda, secretario de la Defensa Nacional, al presidente Peña Nieto.
César Gutiérrez Priego, especialista en derecho militar, dice que por eso con Peña Nieto “no hubo aumento extraordinario, como sí lo hubo con Calderón”. Al secretario Guillermo Galván Galván (2006-2012) le preocupó mejorar las condiciones de la milicia, mientras que su sucesor Cienfuegos (2012-2018) optó por eliminar distractores para que la tropa fuera más eficiente en el campo de batalla.
Peña Nieto, entonces, no repitió el discurso de su predecesor, aquel que prometía “velar por la tropa” a cambio de que hicieran frente al crimen organizado, en cambio, en su primer discurso como Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas, buscó enviar el mensaje de que, en su administración, pese a la continuidad de la guerra, se respetarían los derechos humanos.
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La preocupación no era gratuita, en la administración de Calderón se habían registrado más de 102 mil homicidios dolosos, 70 mil relacionados con la guerra contra el narcotráfico, según reportó el Relator Especial de la ONU, Christof Heyns.
Las quejas en la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) en contra de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) por violaciones a los derechos humanos cometidas por miembros de la milicia habían marcado la administración calderonista. De acuerdo con información de la CNDH, entre 2006 y 2012 la Sedena se convirtió en la dependencia con mayor número de recomendaciones por violaciones a derechos humanos, 114 en total.
“El desgaste vino fuerte, considerando que tienes una CNDH sólida desde 2006 y ONGs que reclamaban el uso de las fuerzas armadas para enfrentar estos problemas”, explica Juan Ibarrola, especialista en las Fuerzas Armadas.
LOS VEREDICTOS DE LA CNDH
Pese al discurso de Peña Nieto, las violaciones a derechos humanos por parte de miembros del Ejército aumentaron: la CNDH emitió 145 recomendaciones a la Secretaría, 20% más que en la administración previa, la lista del terror incluía desapariciones forzadas, asesinatos, violaciones y abusos de autoridad.
Ocurrieron casos emblemáticos de violaciones a derechos humanos, como Tlatlaya, Estado de México, lugar en el que al menos 12 personas habrían sido asesinadas arbitrariamente por miembros del Ejército; Tanhuato, Michoacán, donde otros 22 civiles de los 42 muertos fueron ultimados a sangre fría, presuntamente por elementos de la Policía Federal, con la participación del Ejército en el resguardo perimetral. Iguala, Guerrero, ciudad en la que desaparecieron los 43 normalistas de Ayotzinapa, en un episodio en el que hay testimonios de presencia castrense en el lugar de los hechos. Apatzingán, Michoacán, donde soldados y policías dispararon al plantón de elementos de la Fuerza Rural que permanecían en el Palacio Municipal.
Y así, en medio de la guerra, el promedio de incrementos salariales durante la administración priista no llegó al 3 por ciento. Soldados, sargentos y tenientes entrevistados reconocen que la parte económica fue solo un reflejo de la falta de apoyo que sentían de parte del gobierno federal.
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“Arriesgamos la vida, lo sabemos al momento de causar alta, pero el otro riesgo, el de terminar en la cárcel por cumplir nuestro deber… eso es otra cosa”, dice en entrevista telefónica el Teniente F., quien cuenta con entrenamiento de élite y está retirado desde hace tres años.
“Mientras su país era un caos, si había una demanda de derechos humanos por un supuesto abuso de autoridad, en vez de decir ‘es su trabajo’, el presidente decía: investiguen y si hay culpables: a la cárcel. Lo bueno es que estábamos del mismo lado”, ironiza el Sargento S. sobre la administración peñista.
De acuerdo con el libro La Tropa, de los periodistas Daniela Rea y Pablo Ferri, entre 2006 y 2017, ingresaron a cárceles militares 547 soldados, la mayoría de ellos por deserción, desobediencia y abuso de autoridad. Ninguno de ellos es un alto mando de las Fuerzas Armadas.
@AleCrail