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Chiapas bajo sitio
Hay que voltear hacia Chiapas, más nos vale, antes de que sea irremediablemente tarde. Múltiples crisis están confluyendo y sus síntomas están a la vista con la pugna entre cárteles.
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CONFIDENTE EMEEQUIS
EMEEQUIS.– Estado de sitio. Así califica la Diócesis de San Cristóbal de las Casas lo que está ocurriendo en Chiapas. La disputa por el control territorial entre los cárteles de Jalisco Nueva Generación y Sinaloa, han derivado en bloqueos carreteros que impiden la llegada de alimentos y mercancías a Chicomuselo y Frontera Comalapa y que tienen a los lugareños en una permanente situación de zozobra.
Rodrigo Aguilar Martínez, el obispo, y su auxiliar, Luis Manuel López Alfaro, emitieron un comunicado en el que señalan con claridad que Chiapas es un estado fallido y que todos los niveles de gobierno están coludidos con el hampa.
Advierten que la población sufre de asesinatos, secuestros, desapariciones, amenazas, hostigamiento, extracción de bienes naturales, persecución y despojo.
Los obispos ilustran una situación terrible, donde hay reclutamiento forzado, que destroza familias y perpetúa la situación de violencia e inseguridad.
Los religiosos ya no se engañan y por ello su llamado, como lo indican en su documento, es a “la comunidad internacional para visibilizar la situación de violencia”.
Lo que acontece en la frontera con Guatemala, pero que infecta a todo Chiapas, no es sorpresivo, las señales de alarma han sido puntuales y documentadas, como el informe del Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas.
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Ahí se estableció el ecosistema que permite que el crimen se apodere de espacios y tareas de gobierno y que refiere a las construcciones históricas que provienen, inclusive, de los experimentos paramilitares de los años noventa.
Hay que destacar el papel de la Iglesia, ya que mantiene y fortalece su compromiso con la comunidad y con las posibilidades para construir la paz, pero desde una perspectiva de justicia.
Parece inútil, por sabido, el señalar que las denuncias no han encontrado el eco debido en el gobierno de Chiapas y mucho menos en Palacio Nacional, donde creen que, con negarlas, la realidad se esfuma. Sin embargo, es importante subrayar la negligencia, la falta de empatía con los chiapanecos, la deriva en la que encuentran ciudadanos y sus familias a merced del crimen organizado.
La densidad criminal se profundiza. El sábado, un convoy de 12 camionetas con gente armada, desfiló por la localidad de San Gregorio Chamic, municipio de Frontera Comalapa. Filas de pobladores les aplaudían y lanzaban vivas a Sinaloa, como se muestra en un video que difundió EMEEQUIS en su cuenta de X.
Por desgracia, en algunos lugares las esperanzas varían de acuerdo con el grupo criminal que se apodera de la región. No hay celebración con la autoridad porque está ausente o coludida con los criminales.
Es una alegría aparente y provisional, porque cualquier Pax narca es terrible.
Hace unos días, el mercado municipal de Chicomuselo fue desalojado. La mayoría de los locatarios están hartos y tienen miedo. Los obligan a participar en bloqueos y movilizaciones, les cobran multas de 2 mil pesos a quienes no acuden a los llamados, les prohíben la venta por 15 días y los encierran dos jornadas sin derecho a comer.
Son las reglas que impone El Maíz, el brazo local del CJNG. Todos conocen a los líderes y las autoridades prometen que investigarán y actuarán algún día. Nadie les cree, por supuesto, porque la ruptura del Estado de derecho ocurrió hace ya tiempo y en dónde los procedimientos legales parecen absurdos ante la contundencia de las disposiciones de los bandidos, que en realidad imparten justicia, torcida y a su modo.
Los apremios en los que se encuentra la población se pueden describir con la ceremonia del Grito de Independencia en Frontera Comalapa, donde el concejal presidente, Alejandro Mérida, tuvo que lanzar vivas a México y a los héroes de la patria en una plaza vacía.
Símbolos, pero a la vez muestras de algo roto, corroído, de un escenario que no augura nada bueno y donde el optimismo tiene que amarrarse a que las cosas no empeoren, como por desgracia puede ocurrir.
Un desastre de gran magnitud está en puerta, porque múltiples crisis están confluyendo y sus síntomas están a la vista, como la entrada de migrantes en condiciones de inseguridad y extorsionados por las bandas delincuenciales que son las que determinan el paso en la frontera y establecen las rutas para llegar al norte del país.
Hay que voltear hacia Chiapas, más nos vale y antes de que ya sea irremediablemente tarde.
@jandradej
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