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Los cárteles también se disputan carreteras: la violencia en Fresnillo, Aguililla, Caborca…
En el fondo de las guerras por los territorios, los grupos criminales se disputan el control de las carreteras del país. La violencia en Zacatecas, Michoacán y Sonora es una muestra de la importancia que tienen los caminos del país para los cárteles de las drogas.
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EMEEQUIS.– En la carretera que conecta a los municipios Caborca y Altar, en el Desierto de Sonora, hay un viejo letrero agujereado por decenas de balazos de rifles de alto poder y calibres pesados.
El anuncio en latón marca el kilómetro 12, pero también anuncia una frontera invisible para quienes transitan por ese camino de tierra en el norte del país: a partir de ahí y hacia la frontera con Estados Unidos, todo lo que ilumina el sol es “propiedad” del Cártel de Sinaloa.
Es un camino que empieza en aquella ciudad de menos de 60 mil habitantes y que se extiende hacia Arizona, cuya frontera es atravesada por los tres tráficos ilegales más lucrativos del mundo, según la Organización de las Naciones Unidas: drogas, armas y personas migrantes.
Durante la mayor parte del tiempo, la vida cotidiana de Caborca ha permanecido fuera de los noticieros y diarios nacionales, pero la semana pasada llegó a las primeras planas del país, después de 48 horas de terror: entre el 16 y 17 de febrero, camionetas con hombres armados atravesaron la ciudad ante la mirada de vecinos, policías estatales y militares.
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El saldo de esa incursión armada fue de dos personas asesinadas, siete privados de la libertad –cinco de ellos ya localizados con vida–, decenas de casquillos regados por las calles y una duda en el aire: ¿por qué esa pequeña ciudad que apenas representa el 5% del territorio sonorense es tan codiciada por los cárteles de las drogas?
La respuesta es la misma para los municipios donde más sangre se ha regado en lo que va del actual sexenio: ubicación, ubicación y ubicación.
En redes sociales circuló el momento en el que hombres armados intimidan a ciudadanos en Caborca.
POR LOS CAMINOS DEL NORTE
Desde el centro del país, Caborca podría parecer una ciudad poco relevante para las grandes empresas criminales de México: territorio pequeño, no muy poblado y con un clima extremo que dificulta los cultivos de las principales plantas psicotrópicas. Sin embargo, la Heroica Caborca es una joya para el crimen organizado.
Es la última ciudad que conecta con un puñado de poblados fronterizos donde la economía se mueve debido a los criminales: Sásabe, Sonoyta, El Francisquito, La Rajada… territorios donde el Cártel de Sinaloa tiene desde casas de seguridad hasta túneles que conectan con suelo estadounidense.
El control de Caborca permite llegar por tierra hasta esas regiones empobrecidas, pero que representan millones de dólares para el mercado ilegal; de igual modo, las carreteras que conectan a la ciudad con el sur del estado permiten la llegada rápida hasta el puerto de Guaymas, en el Golfo de California, a donde llegan precursores desde China para crear drogas de alta demanda como metanfetaminas y fentanilo.
Por ser la última ciudad antes del desierto, Caborca también funciona como un gran centro de lavado de dinero sucio: el efectivo que generan los grupos criminales es blanqueado gracias a una incipiente economía sostenida sobre hoteles, constructoras, restaurantes y casas de cambio.
La violencia en la ciudad es un reflejo de su importancia: quien controla Caborca, controla los caminos que llevan hasta los mercados negros más importantes del país.
Aspecto de operativos policiacos en Fresnillo, Zacatecas. Fotos: Cuartoscuro.com.
LA CONEXIÓN CON EL TRIÁNGULO DORADO
En octubre de 2021, la ciudad de Fresnillo, Zacatecas, alcanzó un deshonroso primer lugar: ser considerada la urbe donde más ciudadanía tiene miedo, según una medición del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informatica (Inegi).
Ese título llegó después de meses de una cruda guerra entre el Cártel de Sinaloa, el Cártel Jalisco Nueva Generación y escisiones de Los Zetas en el territorio, cuya expresión más visible fue el fenómeno de los “colgados”, es decir, cadáveres que se mecían desde puentes vehiculares, peatonales y árboles para anunciar una pelea por la “plaza”.
En los últimos dos años, esos grupos criminales elevaron hasta 300% los homicidios en Fresnillo con el objetivo de controlar dos dígitos: la 49, el número con el que se identifica a la carretera federal que atraviesa ese municipio zacatecano.
La 49, entre otras cualidades, es la autopista que lleva a los habitantes y paseantes del centro del país hasta el “Triángulo Dorado”, una región montañosa y de difícil acceso que abarca Sinaloa, Chihuahua y Durango y donde la marihuana y la amapola crecen casi de manera silvestre, lo que ha convertido a esa región en asiento de traficantes de drogas.
“El Triángulo Dorado” es la cuna de los capos más importantes del país, como Joaquín “El Chapo” Guzmán, Ismael “El Mayo” Zambada o Rafael Caro Quintero, los decanos del tráfico de drogas hacia Estados Unidos.
La carretera federal 49 tiene más de 600 kilómetros, pero uno de sus puntos más importantes está justo a la altura de Fresnillo, donde el camino se trifurca: se puede ir hacia Nayarit, a los puertos marítimos que reciben droga desde China; hacia San Luis Potosí, donde las rutas de migrantes indocumentados se conectan; o hacia Durango y Chihuahua para continuar hasta la frontera con Texas.
Fresnillo importa porque conecta.
HACIA LOS PUERTOS MARÍTIMOS
Aguililla, Michoacán, sería un pueblo de esos de los que nadie habla, si no fuera porque es el epicentro de la batalla en Tierra Caliente entre el Cártel Jalisco Nueva Generación y Cárteles Unidos, una amalgama de grupos armados que se han unido contra Nemesio Oseguera Cervantes.
Es poblado de apenas 3.3 kilómetros cuadrados, con una población que ya no supera los 5 mil habitantes y donde los caudalosos ríos ya no tienen la fuerza de hace varios años. Y a pesar de ello, Aguililla es un territorio estratégico para el control del tráfico de drogas y armas.
Además de ser la cuna del “Mencho”, Aguililla es deseado por sus caminos: está a menos de 120 kilómetros de distancia del puerto de Lázaro Cárdenas, el principal receptor de precursores químicos provenientes de Asia para elaborar metanfetaminas y fentanilo, y está a 350 kilómetros del puerto de Manzanillo, el segundo más importante en el país para el tráfico de drogas y de armas.
Aguililla también es atravesada por una carretera que desemboca, diez horas después, en la frontera con Texas y que cruza zonas donde el clima y la orografía es ideal para instalar narcolaboratorios: son zonas donde la marihuana es cultiva fácilmente y de difícil acceso para militares y policías.
Por si eso fuera poco, los caminos de Aguililla son la puerta hacia el sur de Jalisco, el bastión del cártel más importante de México.
Miembros del Ejército, Guardia Nacional y Policía Fuerza Civil arriban a la carretera Monterrey-Nuevo Laredo para iniciar el operativo de seguridad, tras más de 100 reportes de personas desaparecidas en junio del año pasado. Foto: Gabriela Pérez / Cuartoscuro.com.
EL SECUESTRO DE LAS CARRETERAS
El valor de un municipio para un grupo criminal no está ligado necesariamente a su extensión territorial, su población o, incluso, a su actividad económica. Para el presidente de la Comisión de Comunicaciones y Transportes de la Cámara de Diputados, el panista Víctor Manuel Pérez Díaz, el valor está en las carreteras que lo atraviesan.
Apenas el 16 de febrero, desde San Lázaro, el diputado federal Pérez Díaz lo reconoció con una frase que bien podría ser un grito de auxilio desde los pueblos y ciudades más golpeados por la violencia de los últimos años: “las carreteras están secuestradas”.
“Creo totalmente que están secuestradas. Hay una impunidad tremenda en las carreteras del país, en donde no hay una sanción ni vigilancia, en donde no hay una coordinación entre autoridades es caldo de cultivo.
“La Guardia Nacional no está coordinándose con las autoridades estatales ni con otras instancias de seguridad y tampoco existe un plan de seguridad en carreteras. Ni la Secretaría de Comunicaciones y Transportes ni la Guardia Nacional lo han entregado cuando desde la Cámara lo hemos solicitado”, aseguró.
El panorama se empeora, si se suman los otros delitos que acarrea la poca vigilancia a los caminos en México: desde el robo de mercancía y ganado hasta la desaparición forzada, como los más de 80 traileros cuyo última ubicación conocida fue en el temible kilómetro 26 de la carretera Monterrey-Nuevo Laredo.
Caborca, Fresnillo, Aguililla, pero también Silao, Ciudad Valles, Tuxpan… las razones de la violencia también están en los caminos de México.
@oscarbalmen