Sandra Luz y su búsqueda de Ivette Melissa: “Si no lo hago yo, nadie lo va a hacer”

Ivette Melissa fue víctima de desaparición forzada en octubre de 2012 cuando presuntos policías arremetieron en su hogar y la sacaron a la fuerza. Desde ese día, su madre, Sandra Luz, la ha buscado incansablemente. En el camino, ha apoyado a cientos de familias gracias a su colectivo de Madres Igualtecas. La señora Román Jaimes cuenta a EMEEQUIS su historia. #BuscadorasIncansables

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EMEEQUIS.– El 24 de octubre de 2012 desapareció Ivette Melissa Flores Román en Iguala, Guerrero. Desde esa fecha, su madre, Sandra Luz Román Jaimes, no ha parado de buscarla. A ella, y a cientos de personas víctimas de desaparición forzada en la ciudad. Pasó de ser víctima, a ser defensora de derechos humanos y madre buscadora.

De 2015 a la fecha, la Comisión Nacional de Búsqueda (CNB) ha registrado 4 mil 747 desaparecidos –3 mil 443 siguen en ese estatus– en el estado de Guerrero; no obstante, las cifras extraoficiales indican que diariamente se dan tres desapariciones en la entidad. Además, Guerrero está entre los 10 estados con más reportes por desaparición en el país, con casi ocho de cada 10 casos.

No lo buscó ni lo deseó; pero el destino, la inseguridad y la impunidad que vive México desde hace casi 20 años la hicieron convertirse en un pilar de la búsqueda de personas desaparecidas en Iguala Guerrero. Sandra Luz Román Jaimes tiene 58 años. Su cabello corto brilla por las canas, usa lentes que adornan los ojos grandes que posee y tiene un acento guerrerense típico de la región. Sandra vive en una casa pequeña, sin lujos, pintada de blanco y con una puerta recién arreglada que pasó casi dos meses atrofiada por balazos. 

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Dichos balazos responden a las múltiples amenazas de muerte que tanto ella como muchas mujeres que integran el Colectivo de Madres Igualtecas han recibido desde el comienzo de su lucha por los derechos humanos y la búsqueda de sus familiares víctimas de desaparición forzada.

Sandra Luz se convirtió en activista y buscadora. Fotos: Especial.

LA “DESAPARICIÓN” DE MELISSA Y EL COLECTIVO DE MADRES IGUALTECAS

El 24 de octubre de 2012, hace casi 10 años, Ivette Melissa se encontraba en su casa en Iguala, Guerrero, cuando presuntos policías estatales ingresaron a la fuerza y se llevaron a su hija. Así sin más. Sin respuestas ni explicaciones, sería la última vez que Sandra vería a su primogénita. Ninguna estación de policía ni unidad le dio respuestas o apoyo. 

Tras algunos consejos, Sandra tomó rumbo hacia la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV) en la Ciudad de México. En aquel momento de su vida, la situación económica que atravesaba le impedía costearse un hotel, por lo que al llegar de madrugada tuvo que dormir en la central camionera y, sin desayunar, fue a pedir auxilio. No obstante, la CEAV no pudo hacer más que ingresar los datos de su hija al Registro Nacional de Víctimas y abrir un expediente.

Sin más apoyo, Sandra decidió comenzar a buscar auxilio por todas partes e incluso comenzó sola la búsqueda, pese a los riesgos que se encontraría. El máximo avance que logró conseguir en aquella investigación independiente, fue saber que supuestamente aquellos raptores de su hija la habían entregado a un cártel de droga de la zona, pero no supo más.

Pasaron dos años y ocurrió, en la misma entidad, la desaparición forzada de 43 estudiantes normalistas. A la fecha, se sabe que aquel hecho también conocido como Ayotzinapa, fue un crimen de estado donde autoridades militares y policíacas estuvieron involucradas. Fue en 2014 cuando familiares de víctimas en Iguala, con un hartazgo por la poca acción de las autoridades y los imparables hechos de violencia, crearon el Colectivo de Madres Igualtecas, del que Sandra Luz Román sería representante y vocera, y comenzaron con brigadas de búsqueda y acción colectiva.

A raíz de la desaparición de su hija, la vida de la señora Román cambió completamente. Más allá de lo que representó volverse parte fundamental de un colectivo tan importante, esto le trajo repercusiones económicas y de salud: perdió su trabajo y ahora vive en una cápsula de la que no le es posible salir hasta cumplir su misión: dar con el paradero de su hija.

Pese a la crisis económica, la señora Román ha comprado todo el equipo de trabajo necesario para las brigadas de búsqueda: carpas, plantas de luz, herramienta, pico y pala, entre muchas otras. Se ha endeudado en esta labor y no le importa terminar sin nada de dinero.  

Además, ella, ante la lentitud y desinterés de las autoridades correspondientes, ha tenido que llevar por su parte toda la investigación del caso de su hija. Inclusive desde 2013 afirma que tenía evidencias y posibles culpables identificados, pero hasta la fecha no ha habido resoluciones ni detenciones. En 2014 la organización IDHEAS decidió tomar el caso de Ivette Melissa y apoyar a su madre Sandra en el proceso jurídico. Pero la actividad de búsqueda en campo la sigue comandando ella y su colectivo.

“Nosotras somos las que sacamos la chamba”, afirma la madre buscadora. Ella y sus compañeras son quienes arriesgan la vida en las brigadas de búsqueda de cada desaparición. Sea quien sea, ella va y ayuda. Sandra Luz afirma que daría la vida por las víctimas, y no le importa. Es consciente del camino que toma y los riesgos que conlleva. Y todo lo hace en memoria de su hija Ivette. 

Sin embargo, cuando ella refiere que vive en una cápsula, se refiere, precisamente, a los riesgos que conlleva su trabajo. Sandra Luz, y gran parte de su equipo, ya no es libre: la delincuencia organizada la tiene amenazada por sus actividades de búsqueda constantes. De hecho, aquella puerta recién remodelada que previamente mencionamos, fue baleada en señal de amenaza y advertencia por parte de grupos delictivos.

Lastimosamente, las cosas no se han quedado en amenaza. El 13 de febrero de 2015, su sobrina y prima de Ivette Melissa, Norma Bruno Román, fue asesinada a manos de dos individuos el 13 de febrero de 2015. Días antes, Norma, participante activa del colectivo, había recibido amenazas de muerte de parte del crimen organizado.

El pasar de los años se fue llevando poco a poco la salud de Sandra Luz, quien vivió en carne propia la desaparición forzada de su hija, el asesinato de su sobrina y la poca empatía de las autoridades. 

Ivette Melissa está desaparecida desde 2012. 

LAS REPERCUSIONES DEL DOLOR Y EL ESFUERZO

Toda la lucha y el esfuerzo ha tenido fuertes repercusiones en la salud de la señora Román Jaimes. Y es que, como explica, su labor consiste en explorar predios abandonados, visitar montes, escalar piedras, escarbar, buscar en fosas e internarse a esos lugares, todo para encontrar algún indicio de cuerpos. 

En 2015 —mientras realizaba búsqueda de un cuerpo en un predio de la localidad— sufrió una fuerte caída que le provocó daño en la columna vertebral. Esta lesión le sigue arrastrando consecuencias hasta la fecha, ya que le es complicado mover con facilidad las piernas. Igualmente, está diagnosticada con estrés postraumático crónico de alto riesgo. Pese a que, en teoría, es responsabilidad de la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas atender y cubrir los gastos de estos padecimientos ha ignorado la situación e incluso, la han revictimizado alegando que esas lesiones no son derivadas del hecho victimizante (la desaparición de su hija).

Para empeorar la situación, Sandra Román fue diagnosticada con cáncer de mama en el 2017. En este caso, la CEAV pudo conseguirle a Sandra una consulta en un hospital especializado, pero a partir de ahí la señora Román debió costear todo su tratamiento. A la fecha ha conseguido salir adelante, pero la situación que ha vivido la tiene atemorizada y furiosa.

La madre de Ivette Melissa es clara cuando afirma y reclama a las autoridades que se responsabilicen y la apoyen a ella y a todas las personas familiares de víctimas. “Quiero que se den cuenta que todos los problemas que presento son derivados de los obstáculos que las autoridades ponen para encontrar a las víctimas”.

Pero Sandra Luz es consciente de que debe cuidar su vida, porque su misión aún no está completa. Está dispuesta a todo con tal de encontrar a su hija. Viva o muerta. Teme morir, no por el miedo a la muerte, sino porque si ella llega a morir, teme porque dejen de buscar a Ivette Melissa. “Si no lo hago yo, nadie lo va a hacer”, asegura. Espera que todo este sufrimiento valga la pena y pueda cumplir su único deseo: encontrar a su hija.

@aldo_canedov

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