Oposición en crisis: ¿Es el fin del PAN, PRI y PRD?

Por Juan Ortiz / Lupa Legislativa

EMEEQUIS.– Las elecciones del pasado domingo terminaron con una gran derrota para Va por México. Si bien ganó en Coahuila, no se compara con el peso electoral del Estado de México. 

Las primeras reacciones en las filas aliancistas no fueron ninguna sorpresa. Inflaron la victoria en Coahuila, minimizaron el descalabro mexiquense y dijeron estar listos para 2024. 

Sin embargo, la derrota en el Estado de México representa el fin de 94 años de hegemonía priista. Y no sólo eso. Ahora gobiernan sólo dos entidades, el mismo número que Movimiento Ciudadano, pero con una diferencia: los estados naranjas tienen casi tres veces más población. Lejos quedó el regreso tricolor en 2012 cuando lideraban 20 estados. 

Pero no es sólo el PRI, también el PAN quedó a deber.

Porque en los hechos, los albiazules no fueron determinantes en estas elecciones. En el Estado de México representaron el 11.2% de los votos, mientras que en Coahuila el 6.8%. 

En números absolutos, el PAN captó 701 mil votos en Edomex, quedando muy lejos de la promesa de darle 800 mil votos a Alejandra del Moral. Y en el caso de Coahuila, alcanzaron sólo 89 mil votos. Casi 50% menos en comparación de 2021, cuando recibieron 164 mil votos.

Ni hablar del PRD, quien aceleró su extinción.

Sumarse a la alianza Va por México no le ha dado resultados tangibles. De mantenerse los resultados del PREP, el PRD no logrará el registro en Coahuila ni en el Estado de México. Pues solo obtuvieron el 2.7% y el 2.9% de los votos, respectivamente. Para sobrevivir deberán pelear cada voto en los cómputos distritales. Y también de un milagro. 

A partir de estos resultados, Morena y aliados gobernarán 23 entidades; el PAN, 5 estados; el PRI, 2; Y Movimiento Ciudadano, también 2.  

Pero en lugar de hacer un ejercicio de autocrítica, los aliancistas negaron la crisis que enfrentan. Otra vez.

En la conferencia postelectoral del pasado lunes, Marko Cortés repartió culpas por la derrota en Edomex y se sumergió en el mundo del ‘hubiera’: Es decir, que podrían haber ganado si no fueran por traiciones de actores políticos, el abstencionismo y la falta de apoyo de Movimiento Ciudadano.

Mientras que Alito Moreno decidió culpar al gobernador Alfredo del Mazo por la victoria de Delfina Gómez. 

Y no, el abstencionismo no es culpa de los electores.

En el Estado de México, el 49.9% de los votantes decidieron no participar. En el caso de Coahuila, fueron el 43.7%. Y lamentablemente la primera reacción es culparlos por los resultados de la elección. Pero es un error hacerlo. 

La abstención es una crítica hacia los partidos políticos, y de paso, contra nuestra democracia. Porque si una persona decide no votar, pueden ser por varias razones, como: 1) Desconocimiento de los candidatos 2) Consideran que todas las opciones son malas 3) No creen en la política 4) Creen que su voto no hace la diferencia. Tenemos que pensar cómo incentivar la participación, no concentrarnos en atacarlos.

Los dirigentes de la alianza anunciaron que el 26 de junio darán a conocer el método por el cual definirán su candidatura presidencial. Es la última oportunidad para que la oposición entienda que ser “antiAMLO” no es suficiente para ganar elecciones. Si no tienen un proyecto de país ni narrativa propia, y tampoco construyen candidaturas ciudadanas, nunca convencerán a los indecisos. 

Estas elecciones nos demostraron que tenemos un sistema electoral robusto y que no necesita de un Plan B (o C). 

Las autoridades electorales hicieron un gran trabajo. El 99.9% de las más de 24 mil casillas se instalaron exitosamente. Participaron más de 10 mil observadores electorales. No hubo mayores incidentes. El conteo rápido fue certero. 

Si bien hubo críticas contra el INE de Guadalupe Taddei, por la decisión de no tener sesión permanente en la jornada electoral, considero acertado darles a los institutos electorales locales su lugar. Ellos son pilar de nuestro sistema electoral, por lo que deben tener un papel más protagónico, sobre todo en una época en la que la tendencia es debilitarlos operativa y presupuestalmente.

El oficialismo también inicia una nueva etapa. 

En el proceso de designación de la ‘corcholata oficial’, no debemos de perder de vista al PT y el PVEM. Las elecciones de Coahuila nos mostraron dos cosas:

1) La encuesta no es tan fiable como dice Mario Delgado. Ricardo Mejía fue muy competitivo. Quizás habría otra historia en Coahuila haber sido elegido en una candidatura de unidad.

2) Morena necesita de sus pequeños aliados si quiere ser competitivo en el norte y occidente del país. 

En ambos casos, PT y PVEM elevarán su precio de cara a las elecciones de 2024.  

En cuanto a las declinaciones, está no influyeron en los resultados de Coahuila, pero son un mensaje claro las corcholatas rebeldes. En caso de que Marcelo Ebrard busque la candidatura fuera de Morena, enfrentará muchos obstáculos para apoyo del PT y PVEM. ¿MC será su salida?

De cualquier manera, sólo una cosa es cierta. Ya inició el proceso electoral 2024. Y arranca con una alianza debilitada y el oficialismo más fuerte que nunca.

@Juan_OrtizMX

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