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Naufragio en la CNDH, tormenta en el INE
De unos años para acá, la CNDH está en un proceso de autodestrucción, de sumisión, como nunca, al Poder Ejecutivo. Mientras que el prestigio adquirido por el INE a lo largo de los años no lo blinda ante un futuro incierto.
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CONFIDENTE EMEEQUIS
EMEEQUIS.– Hace 32 años se fundaron dos instituciones que han sido centrales en la vida de México: la CNDH y el INE.
Tres décadas después, lo que fue la defensoría del pueblo, el ombudsman, está en franca decadencia y la autoridad electoral enfrenta riesgos enormes.
En 1990 dos problemas cruzaban el debate público y angustiaban a la ciudadanía, los excesos de las policías y la falta de equidad en las elecciones. No es casual que ambas se hayan resuelto en paralelo, estableciendo proyectos de largo plazo.
Jorge Carpizo fue el primer titular de la CNDH. Le tocó desde rentar las oficinas, hasta elaborar el esquema con el que se redactarían las Recomendaciones.
Carpizo había sido rector de la UNAM y en el momento en que le encargaron fundar la institución encargada de proteger los derechos humanos era ministro de la Suprema Corte de Justicia.
Los primeros años resultaron complicados, porque existían resistencias en el propio sistema y en particular en las procuradurías de justicia, que veían en el trabajo de la CNDH una intromisión.
En un principio, la CNDH dependía administrativamente de la Secretaría de Gobernación, cuyo titular era Fernando Gutiérrez Barrios. Una suerte de paradoja, ya que una buena parte de los temas de los que se tendría que ocupar la nueva dependencia, tenían que ver con los excesos de la Dirección Federal del Seguridad, cuyo jefe fue, en algún momento, fue el propio responsable de la política interna.
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La CNDH adquirió legitimidad que provino de investigaciones importantes, como las del homicidio de Norma Corona, donde inclusive se descubrió que un comandante de la PGR, a quien le encargaron la indagatoria, era en realidad el asesino.
Se estableció una oficina encargada de indagar las desapariciones forzadas que, para ese momento, se contaban por cientos, y que provenían, la gran mayoría, de los años sesenta y setenta, en el periodo de la Guerra Sucia.
Se desplegaron campañas, muchas veces alentadas desde oficinas de gobierno, para señalar que en realidad se estaba protegiendo a delincuentes, cuando lo que se hacía eran sentar las bases para que policías y ministerios públicos hicieran bien su trabajo. Carpizo siempre retó a que le señalaran un solo caso en el que la intervención del ombudsman hubiera significado la liberación de algún bandido.
La CNDH funcionó razonablemente y logró moderar las malas conductas de los servidores públicos. Entre sus presidentes destacan, además de Carpizo, Jorge Madrazo, José Luis Soberanes y Luis Raúl González Pérez.
Por desgracia, de unos años a esta parte, la CNDH está en un proceso de autodestrucción, de sumisión, como nunca, al Poder Ejecutivo.
Es más, si en estos momentos existiera una iniciativa para desaparecer a la Comisión, podría prosperar. Sería un error, por supuesto, porque en el futuro pueden arribar servidores públicos que la rescaten de la deriva en que se encuentra.
La conformación del Instituto Federal Electoral (IFE) es la consecuencia de las tensiones que provenían de la elección de 1988. Los cuestionamientos sobre la falta de limpieza en aquella jornada en la que se definió la presidencia de la República, obligaban a una respuesta y esta consistió en iniciar una serie de reformas, pactadas con todas las fuerzas políticas, que significaran el colocar las bases para la transición a la democracia, a un modelo como el que ahora conocemos y que ha dado estabilidad y alternancia en un contexto de pluralidad.
Para calibrar la magnitud de la trasformación, hay que tener en cuenta que el secretario de Gobernación presidió el Consejo del IFE hasta 1996, cuando se reforzó la autonomía y ya lo encabezó desde entonces, un consejero ciudadano, y el primero de ellos fue José Woldenberg. También lo presidieron Luis Carlos Ugalde, Leonardo Valdés y en la actualidad Lorenzo Córdova.
En 2014 el IFE se convirtió en el INE que ahora conocemos, producto de cambios legales que lo dotaron de mayores responsabilidades.
El INE cuenta con un prestigio que proviene de su propia historia y que adquirió, inclusive, reconocimiento internacional.
Por desgracia, su futuro es incierto y hay intentos claros para volver a los acomodos del pasado, los de antes de los años noventa.
Es curioso, quizá el cumpleaños más importante sea el próximo, el de los 33 años, porque si llega, querrá decir que los intentos de desaparecerlo no prosperaron y que tendrá a su cargo la realización de la elección de 2024.
@jandradej
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