Los forenses tienen trabajo para un siglo y contando

CONFIDENTE EMEEQUIS

EMEEQUIS.– El tamaño de las crisis suele estar en los detalles. En México hay al menos 52 mil cuerpos sin identificar. Los servicios forenses no se dan abasto y en las condiciones actuales serían necesarios 120 años para resolver el problema, y eso si no continuaran sumándose los cadáveres.  

El solo dato es insólito, pero está consignado en el informe que presentó el Comité contra la Desaparición Forzada de las Naciones Unidas que visitó nuestro país en 2022.

De acuerdo con el documento, el desastre en que nos encontramos se manifiesta en la incapacidad para atender las inmensas necesidades que existen en materia de identificación de cuerpos; manejo del material genético poco adecuado, en ocasiones se les solicita hasta cinco veces las muestras a familiares de las víctimas. La información suele ser incompleta y desactualizada, entre otros aspectos.

Quienes trabajan en las áreas respectivas suelen argumentar, y no sin razón, que hay incomprensión sobre sus tareas y las dimensiones que tienen. Los servicios médicos forenses trabajan en condiciones realmente complicadas, con pocos recursos y personal limitado. 

Las identificaciones exitosas por regla general están relacionadas con el trabajo de campo adecuado, la elaboración del contexto, los análisis antropológicos, balística y con el estudio científico de los restos localizados y, de modo específico, las comparaciones del ADN. 

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Las investigaciones permiten establecer patrones derivados de la forma en que ocurrieron los hechos, que pueden remitir a las distintas organizaciones del crimen organizado y a las conductas que realizan para tratar de desaparecer los cuerpos y las evidencias. 

Los bandidos dejan sus marcas, pero es tal el nivel de violencia y la dispersión de células criminales, que esto también adquiere un grado de dificultad elevado en lo que respecta al abatimiento de la impunidad. 

Es una mecánica del terror que dificulta el trabajo de las autoridades, porque han llegado al caso de colocar torsos humanos en una carretera, como ocurrió en Cadereyta, Nuevo León, y desperdigar los demás restos en lugares e inclusive regiones distintas.

Otro ejemplo es San Fernando, en Tamaulipas, donde en 2011 se localizaron 48 fosas clandestinas con 196 cuerpos, muchos de ellos de personas migrantes. 

La Comisión Nacional de Búsqueda ha localizado 2 mil 835 fosas clandestinas que datan de 2006 a la actualidad. 

El INEGI reportó que, tan solo en 2022, los servicios forenses recibieron 130 mil cadáveres, de los cuales el 37.6% (14 mil 938) no se identificó. Es como el cuento de nunca acabar.

Para ocuparse de esta suerte de tsunami hay 13 mil 827 servidores públicos en el país y que ejercen recursos por 4 mil 359 millones de pesos.

Una de las variables que explica el tamaño del desafío es la impunidad. En el caso de las desapariciones de personas, hasta este año solo un dos por ciento de los casos se había judicializado y las sentencias respectivas son sólo 36, en un país donde las cifras alcanzan los 100 mil casos, más allá de los debates sobre la forma de integrar los respectivos listados. 

La problemática está directamente relacionada con la crisis forense, porque una parte de las dificultades para localizar a los desaparecidos proviene, justamente, de los retrasos en los estudios de identificación de cuerpos. 

Es un círculo vicioso que genera que la desaparición se convierta en el crimen perfecto, sobre todo por lo que respecta a la ausencia de castigo para los perpetradores de esta práctica. 

Colectivos de búsqueda y familiares de víctimas propusieron la creación del Mecanismo Extraordinario de Identificación Forense, cuyos propósitos son loables, pero su trabajo ha enfrentado diversos obstáculos. Muchos gastos y pocos resultados, quizá producto de las renuncias de quienes integraron el consejo de coordinación en su momento.

LAS VÍSPERAS DEL 2024

Xóchitl Gálvez estuvo en Guadalajara acompañada de Laura Haro, quien abanderará al Frente Amplio por México en la búsqueda de la gubernatura de Jalisco. La diputada Haro puede hacer la diferencia ante las divisiones que hay en Morena por la postulación de Claudia Delgadillo y el franco declive de Movimiento Ciudadano, que, aunque tiene un buen aspirante en Pablo Lemus, está sujeto a los errores de su dirigencia nacional. Los datos indican que hay competencia y que todo puede depender de los planteamientos estratégicos y de quien en realidad ofrezca un futuro mejor a un estado que está cruzado por la violencia. 

@emeequis

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