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Los archivos secretos del Ejército. ¿Qué hacer?
¿Está bien en un caso y en el otro no? ¿Celebrar cuando se desnuda a los neoliberales y condenar cuando le toca a la 4T? Guacamaya Leaks y Julian Assange meten en un dilema a la 4T. ¿Cuál será el control de daños?
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CONFIDENTE EMEEQUIS
EMEEQUIS.– Las implicaciones sobre el hackeo que sufrió la Secretaría de la Defensa son diversas y deben atenderse con enorme responsabilidad.
Quienes han tenido acceso a los documentos sustraídos por un grupo de hackers, dicen que la información que ahí está es inmensa y abarca desde 2016 hasta la actualidad. El sexenio de Enrique Peña Nieto y lo que va del gobierno de López Obrador. Son 35 millones de PDF, horas y horas de video y una copiosa cantidad de fotografías.
Es una especie de tsunami para el gobierno de la República, porque la divulgación de algunos materiales les puede causar daño en lo político. Nunca es agradable que la ropa sucia se ventile al sol y a la vista de todos.
Pronto sabremos de su habilidad para controlar el daño. Por ahora, están trabajando en dos vertientes, desestimar la relevancia de lo que se ha conocido y por otro argumentar el carácter ilegal en el procedimiento de obtención de los archivos militares, aunque al mismo tiempo señalan que no se indagará lo ocurrido.
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La primera arista de la estrategia funcionará a medias y solo en la medida en que las revelaciones no vayan siendo más poderosas, en el plano legal tienen que resolver un tema de carácter inclusive moral, el de su apoyo para Julian Assange.
¿Está bien en un caso y en el otro no? ¿Celebrar cuando se desnuda a los neoliberales y condenar cuando le toca a la 4T?
Ese es el problema de generalizar, de ver todo en blanco y negro, sosteniendo que son distintos, cuando en realidad se parecen mucho a lo que condenan.
Desde el punto de vista ciudadano, lo que hay que exigir es que se preserven los derechos que estarán en pugna y que prevalezca lo que tiene que ver con el derecho a la información, que es una de las anclas de las sociedades democráticas.
Por supuesto que muchos deben ser materiales de enorme interés, algunos de ellos explosivos a nivel periodístico, porque están en posibilidad de revelar historias de gran alcance, de robustecer elementos del contexto que de otro modo habría sido imposible dar a la luz.
Pero esto implica también enormes responsabilidades para los medios que poseen los archivos y para el periodismo mismo.
En primer lugar, se tendría que hacer una ponderación sobre cada una de las informaciones y de las consecuencias que puede tener el hacerlas públicas.
Hay que tener presente que una parte del acervo documental del Ejército tiene carácter reservado o inclusive secreto y que en muchas ocasiones está protegido porque se tratan de asuntos de Seguridad Nacional.
Es un verdadero enredo, porque si hay una zona de amplio litigio entre el periodismo y el poder, es justamente el que atañe a la Seguridad Nacional.
Ante ello, los medios de comunicación cuentan con su propio empaque profesional y con la ética con la que deben conducirse. Se tiene que pensar en el derecho a la ciudadanía a estar informada, pero desde una plataforma que también preserve los datos personales e inclusive la seguridad de las personas, en este caso de los militares.
Son varios los medios que tienen el acceso a esta mina de datos, donde deben existir perlas negras, pero también mucha chaquira y fantasía si no se hace el trabajo del reporteo. Hay piezas que sueltas pueden parecer inquietantes, pero que, si se les coloca en el rompecabezas de las historias ya no lo son tanto, y, al revés, también.
Hay cabos que solo algunos saben cómo jalar. Henry Kissinger sostiene que hay dos clases de lectores de prensa, los que buscan lo que se publicó y los que descansan por lo que aún no se reveló. En ese cuadrante se moverán las cosas.
La primera entrega, la cabeza de playa de esta historia que está en curso, son los documentos que dio a conocer Carlos Loret de Mola. La salud del presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, las órdenes precisas para dejar en libertad a Ovidio Guzmán, líder del cártel de Sinaloa y los niveles de seguridad en el Aeropuerto de Cancún, en Quintana Roo.
Medios como Emeequis, El País y Aristegui Noticias también están haciendo su trabajo indagando en los archivos. Pronto sabremos lo que nos ofrecerán.
Es curioso, para el gobierno de la 4T, la mejor garantía consiste en que sean periodistas profesionales los que se encarguen del asunto. Una paradoja, por supuesto, que da cuenta, justamente, del valor del periodismo en estos tiempos tan sombríos.
@jandradej
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