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La Virgen nuestra de cada día
En términos logísticos, es todo un reto, para los administradores religiosos, pero también para las áreas de seguridad y de protección civil del gobierno capitalino, dar cabida a 10 millones de visitantes a la Basílica de Guadalupe.
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CONFIDENTE EMEEQUIS
EMEEQUIS.– Cada año, millones de peregrinos llegan a la Basílica de Guadalupe. Su propósito es celebrar a la Virgen de Guadalupe. Es un momento en el que se combina la fe con la tradición.
Durante la noche del 11 y la madrugada del 12 de diciembre, o aún antes, se les ve caminar por las avenidas que cruzan la Ciudad de México y por las que se puede llegar a La Villa desde cada uno de los puntos cardinales. Tiene su magia, por supuesto.
Por momentos resulta envidiable la fe que los mueve. Muchos, miles de ellos llegan de viajes de días de camino, cargando figuras o estampas, sorteando peligros y toda clase de eventualidades.
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Las autoridades estiman que en esta ocasión los visitantes a la Basílica podrían llegar a los 10 millones y medio. Una cifra impactante, que muestra la vigencia de la religión católica, pero al mismo tiempo una devoción muy mexicana. La Basílica es el templo más visitado en el mundo, solo superado por La Basílica de San Pedro en el Vaticano.
En términos logísticos, es todo un reto, para los administradores religiosos, pero también para las áreas de seguridad y de protección civil del gobierno capitalino. El rango de visitantes, para tener una idea, es como la población de Guadalajara y Monterrey juntas.
Hace unos años, en 2016, cuando el Papa Francisco visitó nuestro país, uno de los aspectos más complicados de su agenda, en términos operativos, fue justamente su visita a la Basílica.
Son múltiples los factores que dan cuenta de la importancia del fenómeno Guadalupano, pero sobre todo es una seña de identidad más que arraigada.
La Guadalupana, después de todo, ha estado presente en las gestas históricas, con sus estandartes e imágenes. Esto es así, porque es una de las piezas centrales de la construcción de nuestra nacionalidad. Fray Servando Teresa de Mier lo percibió con claridad y supo desde entonces de la fuerza que gravitaba en torno al cerro del Tepeyac.
Si bien, el sermón de Fray Servando de 1794, quien coloca la devoción por la virgen a épocas anteriores a la llegada de los españoles es sumamente polémico, significó un elemento importante para los criollos, asumiendo una diferenciación con los peninsulares y con los aspectos de legitimación del propio poder.
Tan fue inquietante el asunto, que Fray Servando sufrió el encierro y el exilio. El pretexto radicó en que estaba negando las apariciones, pero en realidad lo que querían atajar, era una lectura americana de la devoción. El arzobispo Núñez de Haro, decretó 10 años de ausencia y con reclusión en el convento de Nuestra Señora de las Caldas, en Santander, España.
Miguel Hidalgo inició su marcha a la ciudad de México, desde Dolores, en Guanajuato, acompañado de banderas con la imagen de la Guadalupana.
Las discusiones siempre han estado presentes, pero de alguna forma envueltas en un fenómeno social intenso y prolongado en el tiempo.
Edmundo O’ Gorman lo estableció en “Destierro de sombras. Luz en el origen de la imagen y culto de nuestra señora de Guadalupe.”
Sí, la Virgen de Guadalupe, me atrevo a decir, envuelve inclusive a quienes no tienen en el catolicismo uno de los ejes de su vida.
Pero este año, el 2022, es especial, porque la reunión se da luego de los años de pandemia, donde la distancia social que se requería para cuidar la salud hacía poco recomendables las reuniones de carácter masivo.
Los días del Covid-19 fueron duros con las iglesias, ya que se perdió una parte sustancial de los ingresos. La Basílica de Guadalupe no resultó ajena a esta situación, aunque logró sortear la crisis, manteniendo los puestos laborales y a su propia comunidad, gracias a los ahorros generados por las visitas de millones de paisanos en años anteriores, quienes dejaron limosnas por demás generosas.
Un 12 de diciembre que sin duda marcará una pauta, en el entendido de la difícil vuelta a la normalidad, después de un periodo más que complejo y a nivel internacional.
Pero también es, el festejo Guadalupano, una prueba de aspectos que generan una suerte de convergencia, un motivo para superar divisiones, aunque tenga que ser amparo del Tepeyac, lo que también es una lección para tomar en cuenta.
@jandradej
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