La selección nacional, la catástrofe y la perspectiva

¿Qué faltó a nuestros seleccionados? Contundencia, jugar como se hizo contra Arabia Saudita, no jugar al empate con Argentina y haber derrotado a Polonia porque se estuvo mejor en el terreno

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CONFIDENTE EMEEQUIS

EMEEQUIS. En el futbol todo acaba por ser una cuestión de perspectiva. La eliminación de la selección mexicana, en la fase de grupos, es algo que no ocurría desde 1978, un mundial terrible, que finalizó en el sótano de la tabla, en último lugar.

Pero los resultados en Qatar recuerdan, de algún modo, a lo ocurrido en 1962, en Chile, aunque con una lectura diametralmente distinta. 

A México le tocó un grupo difícil, integrado por Brasil, España y Checoslovaquia. 

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Los encuentros resultaron difíciles y los nacionales cayeron por dos goles contra Brasil, un tanto que nos propinaron los españoles y, la sorpresa, derrotamos a Checoslovaquia por tres tantos a uno

Quizá ahí inició la ruda pedagogía de los errores, cuando se perdió el partido contra España en el último minuto, porque se desobedeció la instrucción del técnico Nacho Trelles de no jugar a la ofensiva cuando quedaban ya segundos en el cronómetro. 

Pero también se abrió la rendija de lo que parecía imposible, ya que el triunfo ante los yugoslavos, el primero de México en una copa del Mundo, se convirtió en una efeméride.

El alcance de lo logrado por los mexicanos se supo después, cuando Brasil y Checoslovaquia disputaron la final. Sí, los mexicanos habían sido superiores al subcampeón. 

El equipo estuvo integrado por apellidos que irían dando sentido a la historia futbolística: Carbajal, Del Muro, Sepúlveda, Jáuregui, Cárdenas, Nájera, Del Águila, Reyes, los dos Hernández, Héctor y Fello, y el Peque Díaz. 

Ahí, en el estadio “Sauzalito” de Villa del Mar, lograron un resultado que en apariencia parecía ser derrotista, pero que no lo fue porque en realidad la selección mostró aptitudes, celebradas por la prensa que inclusive los reconoció como el equipo más caballeroso del campeonato. 

También es que se venía de participaciones que iban de lo triste a lo lamentable, como aquel 24 de junio de 1950 en que Brasil nos metió cuatro goles, en el estadio Maracaná. Días después, de ahí la importancia de lo que ocurrió en Chile, los yugoslavos nos golearon por cuatro a uno en Porto Alegre y también caímos frente a los suizos por dos tantos contra uno en el mismo estadio. 

En ese contexto, lo ocurrido en Qatar no es que sea sorpresivo, sino que se puede volver recurrente. Primero porque solemos hacernos falsas expectativas que dificultan el análisis cuando ocurren las desgracias y porque hay que ir aprendiendo que el futbol, por necesidad, implica el descarte de la mayoría, que acariciar el quinto partido y, ojalá algún día algo más, es un asunto de una dificultad enorme.

Pero al mismo tiempo, tampoco es para descalificar de tajo al futbol nacional. Nada es para tanto y menos ante una competencia que es de la mayor calidad y en la que se tienen que analizar diversos factores. 

Es más, Qatar lo que ya muestra, es que se acabaron las normalidades y que Marruecos disputará los octavos de final con una España que no pudo ganar a Japón. Alemania tampoco avanza, lo que dibuja un trazo que anuncia otro tipo de jerarquías. 

¿Qué faltó a nuestros seleccionados? Contundencia, jugar como se hizo contra Arabia Saudita, no jugar al empate con Argentina y haber derrotado a Polonia porque se estuvo mejor en el terreno.

Sí, a todo pasado, pero la escuela futbolística se nutre de las anécdotas, de la memoria. En algún momento, mientras la escuadra argentina intentaba dañar el esquema defensivo nacional, me acordé de Carlos Miloc, el uruguayo que alguna vez fue entrenador del Tampico Madero, y que tenía la encomienda, casi única, de no perder. Se encerraban en el área y aquello era un muro. El equipo era propiedad del Sindicato de Trabajadores Petroleros y querían mantenerlo en la primera división e inclusive verlo volar más alto. 

Las rechiflas del público eran frecuentes, pero el objetivo se cumplía con la frecuencia deseada. 

El problema es que, en un mundial, resulta imposible avanzar sin marcar goles, tarde o temprano hay que hacerlo y eso, el Tata Martino lo entendió ya muy tarde. La mente de los seleccionadores nacionales siempre es un misterio. 

Quizá por eso es más frustrante la descalificación, porque ante Arabia Saudita se demostró que sí se tenían los recursos para salir adelante, que se podía genera peligro en la cancha contraria y que se estaba en posibilidad de definir adecuadamente. 

@jandradej

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