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La FGR de Pedro y el Lobo
El presidente López Obrador presume que “creyeron que no íbamos a actuar y que permanecería la impunidad” en Ayotzinapa. Atribuye a los integrantes de la FGR que provienen del antiguo régimen el intento de sabotaje. ¿También estarán cerca?
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CONFIDENTE EMEEQUIS
EMEEQUIS.– Quizá otro de los daños colaterales de la indagatoria del caso Ayotzinapa sea el de profundizar la decreciente autonomía de la FGR. Hace unos días el presidente López Obrador reveló que se reunió con el fiscal Alejandro Gertz Manero, el presidente de la Suprema Corte, Arturo Zaldívar y el subsecretario de Derechos Humanos, Alejandro Encinas, para determinar qué procedería respecto a las detenciones relacionadas con el Informe de la Comisión de la Verdad.
Con excepción de Encinas, ni Gertz Manero ni Zaldívar tendrían que discutir semejante asunto con el titular del Poder Ejecutivo y menos cuando de esa reunión salió la instrucción de proceder penalmente contra Jesús Murillo Karam.
Si se atiende el cuadro general, el exprocurador estaba, desde ese momento, en la indefensión total, lo que sin duda afecta al debido proceso. Esto es lamentable, por supuesto, porque ese tipo de situaciones a lo que conducen es a la degradación de la procuración de justicia. En ese sentido, son victorias pírricas si el objetivo es la procuración de justicia.
Pero otro aspecto inquietante de esta historia, es que el titular del Ejecutivo insiste en que existió una rebelión en la FGR y que inclusive algunos funcionarios se negaron a firmar las consignaciones de los expedientes para solicitar las órdenes de captura, aunque hubo quienes sí lo hicieron, porque 20 de ellas quedaron suspendidas, luego de que los militares protestaron por las arbitrariedades que se estaban cometiendo.
El presidente López Obrador se regodea diciendo que “creyeron que no íbamos a actuar y que permanecería la impunidad” y atribuye a los integrantes de la FGR que provienen del antiguo régimen, el sabotaje y los fallos ocurridos.
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¿Quiénes son estos sujetos? ¿Siguen despachado en la FGR? ¿Se les procesará si cometieron irregularidades? Es un misterio, y sospecho que en realidad no existen, aunque sin duda deben abundar las inconformidades y más con el manejo, tan desaseado, que se le están dando a las cosas, y que en el futuro puede causar toda clase de responsabilidades, del orden administrativo y, por supuesto, del penal.
Pero López Obrador tiene razón en que no hay muchos cambios entre la PGR que dejó Enrique Peña Nieto. Para empezar, el fiscal encargado del caso Ayotzinapa, el que defendió la tesis de la verdad histórica, Alfredo Higuera Bernal, es ahora el responsable de la Fiscalía Especializada en Materia de Delincuencia Organizada.
Sí, con la llegada de Gertz Manero, subió en el organigrama. Lejos de reprocharle alguna conducta indebida, lo promovieron a una de las áreas más sensibles y relevantes.
Higuera Bernal es un servidor público profesional, y seguramente debe estar alucinado con la deriva en la que se encuentra la indagatoria que alguna vez le tocó conducir, y por ello es imposible pensar que no acataría instrucciones del propio Gertz Manero, en caso de que se lo solicitaran.
En el área de Litigio sobre la desaparición de los 43 normalistas, los ministerios públicos estaban bajo el mando del fiscal Omar Gómez Trejo, y desde Palacio Nacional han insistido en que ese exfuncionario no se reveló, ni mucho menos, aunque sí se le separó del cargo luego de los disparates que provocó y de los daños que le causó a la credibilidad, ya de suyo endeble, a la propio FGR.
Estamos ante el peor de los escenarios. Trataron de desmontar la verdad histórica, y a estas alturas es lo único con que cuentan para evitar el colapso total de la investigación sobre el paradero y la suerte de los estudiantes de la Escuela Normal Isidro Burgos.
Como en Pedro y el Lobo, será difícil que algo a estas alturas revierta los daños causados. Es más, los implicados irán saliendo de prisión en una cadena que será de desconcierto para los familiares de las víctimas. Los militares detenidos también librarán el encierro, tarde o temprano, porque las acusaciones en su contra no tienen nada que ver con la narrativa que se utilizó para justificarlas. La credibilidad es frágil y no dura si se procede como si se tratara de perforar paredes de concreto.
Quizá los saboteadores, que tanto ocupan y preocupan a Palacio Nacional, estén muy cerca, aunque su actuar no haya sido deliberado.
@jandradej
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