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La CNDH, extraviada en los años cincuenta
El ataque contra el INE por parte de la CNDH es un disparate: condenan el pasado, pero con cuidado de no pisar callos. Si hablar de fraudes fuera el objetivo, tienen uno muy notorio en 1988… pero tendrían que incluir a Manuel Bartlett.
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CONFIDENTE EMEEQUIS
EMEEQUIS.– En la oficina de Rosario Piedra tenían urgencia de lanzar un pronunciamiento contra el INE. La CNDH tiene prohibido, por ley, el inmiscuirse en temas electorales, pero esas minucias no aplican si de lo que se trata es de sumarse a las proclamas de la 4T.
Lo curioso es que esta vez utilizaron una recomendación general, la 46/2022, que se refiere a un periodo histórico que va de 1951 a 1965.
El grueso del texto se refiere a los malos comportamientos de la Dirección Federal de Seguridad y a los excesos, criminales sin duda, que se cometieron en el combate a las diversas disidencias.
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En realidad, sus argumentos contra el INE los sustentan en la represión y el fraude que habría sufrido Miguel Henríquez Guzmán en 1952.
¿Qué tienen que ver aquella efeméride con lo que se discute en la actualidad? Absolutamente nada. Henríquez Guzmán era integrante del PRI hasta que este partido desapareció el sector militar. No le gustó la medida y se postuló a la Presidencia de la República por la Federación de Partidos del Pueblo Mexicano.
Aprovechó, con inteligencia, las fintas releccionistas de Miguel Alemán e inclusive los intentos de promover a Fernando Casas Alemán. Aquello era imposible, inclusive en esos momentos y se tuvo que postular a Adolfo Ruiz Cortines.
Y sí, la elección resultó sucia, como eran todas mientras no existió el INE, pero nadie en su sano juicio puede afirmar que las trampas se hicieran para impedir el triunfo de Henríquez Guzmán, ya que respondían a las rutinas violentas que venían, justamente, de los generales que aspiraban al poder.
Ruiz Cortines, abanderando al PRI, obtuvo el 70% de los sufragios, mientras que Henríquez Guzmán por el FPPM, el 16%; el panista Efraín González Luna un 8% y Vicente Lombardo Toledano, del Partido Popular, apenas un 2%.
El FPPM no sobrevivió, en gran medida porque se trataba de una aventura personal. Javier Garciadiego lo explicó con puntualidad en un Historia Mínima de las Elecciones en México, INE, 2002.
Para la CNDH ni el PAN ni el PP son objeto de consideración alguna, ya que se asume que, si hubo trampa, tuvo que ser contra el candidato respaldado por Francisco Múgica y Genovevo de la O. Son sectarios hasta con el pasado.
Es un disparate, por supuesto, pero tiene sentido en el esquema en que se desenvuelven, donde hay que condenar el pasado, pero con cuidado no ser inoportunos. Si hablar de fraudes fuera el objetivo, tienen uno muy notorio en 1988, pero tendrían que ocuparse de Manuel Bartlett.
Pero del análisis histórico pasan ya al alineamiento con la propuesta de Reforma Electoral y se suman a la idea de que consejeros y magistrados sean elegidos sin la influencia de los partidos, como si esto fuera posible, como si los aspirantes pudieran llegar de Marte o ser químicamente puros.
Piden un presupuesto austero, reduciendo privilegios y gastos onerosos y comprometerse a apoyar la democracia participativa.
La presidenta de la CNDH se está sumando gustosa a lo que es un intento, de Palacio Nacional, de capturar a la autoridad electoral para precisamente colocar a consejeros y magistrados dóciles, ya que deberían su cargo a los despliegues territoriales de Morena.
Si se tratara de ahorrar, no estarían proponiendo un ejercicio absurdo, como la elección de los integrantes del consejo general y de la Sala Superior, que tendría, de acuerdo a un estimado del Instituto Belisario Domínguez del Senado de la República, un costo de 8 mil millones de pesos.
Pero las presiones de la CNDH contra el INE deberían provocar una reacción del Senado, una llamada a cuentas de la presidenta de esa institución que se deteriora día con día. No lo harán, porque saben que el pecado es de origen, ya que permitieron una elección fraudulenta, vaya paradoja, donde la aspirante no cumplía con los requisitos para el cargo, y de manera notoria la de no ser dirigente partidista, donde inclusive en las cuentas de la designación imperó la opacidad.
Ahora tendrán que digerir, que uno de los argumentos contra Lorenzo Córdova y los otros consejeros, radique en que no existieron garantías, en una época en que ni siquiera habían nacido, para que un general frustrado pudiera derrotar al precavido y astuto Ruiz Cortines. Leer para creer.
@jandradej
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