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Genaro García Luna o la fuerza del rumor
Muchos comentaban que Felipe Calderón le limpiaba el terreno al Cártel de Sinaloa para que no tuviera rivales, recuerda ANA CLAVEL, quien define el rumor como “un vociferante rugido colectivo que se dispersa mediante la oralidad del poderoso boca a boca, o la viralidad de las redes”.
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Corría el año 2009 cuando me tocó ser jurado de un premio internacional de novela, por lo que tuve que viajar a Madrid para las sesiones de deliberación. En la cena previa, a la que asistieron los otros jurados y organizadores del premio en cuestión, alguien me dijo en un español muy castizo: “Así que estáis contentos con vuestro presidente Calderón, que limpia el país de narcos y delincuentes…” Sin ser especialista en seguridad nacional ni de políticas anticorrupción, le respondí muy oronda: “Sí, le limpia el terreno al Cártel de Sinaloa para que no tenga rivales”. Varios de los convocados me miraron con estupor. “¿Cómo? ¿Quién lo dice?” Aseveré: “En México lo sabe todo el mundo, excepto los ingenuos”. Era un rumor. Acostumbrada a las mentiras oficiales de los gobiernos de mi país, había desarrollado cierta intuición para desconfiar de la verdad institucional y dar más crédito a otras versiones que encajaban mejor con la realidad contundente de todos los días.
Diez años después, la “verdad histórica” sobre la guerra contra el narco parece corregirse con la captura del máximo responsable de la seguridad nacional en el sexenio calderonista, Genaro García Luna, y su próximo juicio en Nueva York, acusado de recibir millones de dólares como soborno y colaboración del crimen organizado, responsable de atrocidades y montajes televisivos para simular una verdad a modo que convenciera a propios y ajenos de la eficiencia de su labor, como en el caso Cassez-Vallarta –que habría hecho decir al mismísimo escritor Jorge Ibargüengoitia: “No vuelvo a escribir novelas… Si ahora se escriben solas”.
RUMORES QUE RUGEN
El rumor sobre la dudosa estrategia de guerra contra el narco estuvo ahí durante todo el periodo calderonista como un secreto a voces, como decir “el rey está desnudo”, o “el Preciso es ilegítimo”.
Los rumores son criaturas de naturaleza múltiple y representan la futilidad de imponer un orden a la palabra y pensamientos de la gente. Por una parte, tenemos al individuo o grupo que esparce rumores por placer o beneficio. Por la otra, es una poderosa herramienta para dar voz a la colectividad sin rostro ni protagonismo. No hay que olvidar que la voz popular, la vox populi, es de hecho otro rumor avalado por un consenso.
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A nosotros la palabra nos llega por vía del latín “rumor”, “rumoris”: ruido, murmullo, voz que corre entre la gente. Está emparentado con la raíz indoeuropea “reu”, asociada al verbo rugir. Destaco esta acepción porque ciertos rumores, por más acallados, terminan por ser secretos a voces: un vociferante rugido colectivo que se dispersa mediante la oralidad del poderoso boca a boca, o la viralidad de las redes.
Si reviso a vuelo de pájaro la bitácora de voces críticas de 2009, cuando el rumor de la guerra parcial contra el narco estaba en pleno, me encuentro con las palabras de Carlos Fuentes al inaugurar la cátedra que llevaría su nombre en la Universidad de Xalapa: “Calderón decidió meterse con todos, a ver cómo le va”, afirmó al lamentar que el gobierno de Felipe Calderón Hinojosa se hubiera arrojado a una guerra “de todos contra todos, que no tiene rumbo”. El rumor decía que sólo había pateado el avispero para beneficio de unos cuantos pues al arremeter contra los principales enemigos del Cártel de Sinaloa, proliferaron nuevos grupos de menor tamaño con un crecimiento exponencial sin precedentes de la violencia, que al día de hoy arroja el saldo de 81 estructuras delictivas operando en todo el país, según el Buró de Investigación ADN40.
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Por su parte, Carlos Monsiváis, en un texto publicado en la revista Nueva Sociedad (marzo-abril de 2009), titulado “La crisis, el narcotráfico, la derecha medieval, el retorno del PRI feudal, la nación globalizada”, señalaba: “La capacidad de amenaza y compra de los cárteles (el clásico «plata o plomo») exhibe la «accesibilidad» de jueces, jefes policíacos de distintos niveles, agentes del Ministerio Público, magistrados, empresarios, altos funcionarios militares, muy posiblemente clérigos. Y esto acelera el reparto de licencias de impunidad”. Los secretos a voces del sexenio de Calderón y su lugarteniente estrella, el “súper policía” García Luna, lo que todo el mundo sabía o sospechaba…
Las bases del rumor estaban ahí y de repente mostraba un poco la cara en algunas de las figuras disidentes, críticas o irreverentes. Como en la revista de humor político, El Chamuco, de abril de 2009, donde se alude a la entrevista que el arzobispo de Durango concedió a varios medios informativos, en la que hablaba de que todos sabían el paradero del capo mayor buscado por la DEA y la Secretaría de Seguridad Pública, pero que nadie hacía nada: “El Chapo vive más adelante de Guanaceví, por ahí vive, todos lo sabemos menos la autoridad”. Así, a la figura del rumor se sumaba la de la ironía.
CUANDO EL RÍO SUENA…
De antaño es conocido el dicho “Cuando el río suena, agua lleva”. Pero en estos tiempos de propagación de fake news resulta obvio que no todos los rumores llevan la voz subversiva de lo que no puede decirse de frente, pero que tiene su carga de verdad. En un país como el nuestro forjado a base de mentiras mitológicas (recuérdese el caso de los falsos Niños Héroes, o del presidente Guadalupe Victoria, nombre de José Miguel Ramón Adaucto Fernández y Félix, estratégicamente concebido para acaudillar a la masa, ejemplos idóneos para conformar un santoral de próceres en una nación naciente), el papel del rumor como vox populi es el de la otra historia, la versión en voz baja, los murmullos contestatarios a la verdad conveniente de los poderosos.
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Se sabe que el título original de la gran novela mexicana Pedro Páramo, fue precisamente “Los murmullos”, voces que desgranaban las distintas versiones de un pueblo desaparecido y los desmanes y abusos de su cacique, contadas por sus propios muertos. Esperemos no estar todos en una necrópolis o camposanto en calidad de miembros honorarios para poder decir las cosas por su nombre. Para reconocer con Octavio Paz: “No sabemos en dónde empieza el mal, si en las palabras o en las cosas, pero cuando las palabras se corrompen y los significados se vuelven inciertos, el sentido de nuestros actos y de nuestras obras también es inseguro”.
Y es que cuando el rumor no se crea para confundir ni obedecer a intereses avaros, suele ser la otra cara de la historia. Y sí, en este caso específico, cuando el río suena… sangre lleva.
@anaclavel99