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EZLN, los rebeldes de hace 30 años
El subcomandante Marcos, hay que decirlo, nunca se fue con la finta sobre lo que podía ocurrir a partir del 1 de diciembre de 2018, sabía que el populismo había llegado a Palacio Nacional. Los próximos meses van a ser cruciales, porque lo que está en juego es la definición sobre el rumbo para el país entero
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EMEEQUIS.- Hace tres décadas, el 1 de enero de 1994, el EZLN se alzó en armas. De algún modo arruinó lo que sería el festejo de la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá.
Las burbujas del champagne se tornaron agrias, con ese regusto que anuncian los problemas que serán de largo aliento. Falló el sistema de inteligencia, no se advirtió con claridad lo que se estaba gestando en Las Cañadas, quizá porque no se concebía que la desigualdad mostrara su rostro de semejante forma y cuando había motivos, más que legítimos, para el optimismo.
De aquellos días quedó clara la urgencia de atender la agenda social en el sur del país y de escuchar a comunidades marginadas a lo largo de la historia.
Los balances son complicados, porque la situación actual está lejos de ser promisoria. Chiapas es un campo de batalla del crimen organizado y el zapatismo ha tenido que sortear esa realidad y no sin dificultades y riesgos.
El zapatismo, hay que señalarlo, mostró un talante negociador que parecía impensable cuando se enfrentaron a tiros con policías y soldados en Las Margaritas y Ocosingo.
El gobierno también supo leer la circunstancia y renunció a una salida de fuerza que, hoy lo sabemos, habría sido una marca negra y un desastre.
El general Antonio Riviello Bazán, secretario de la Defensa Nacional, solía recordar esas horas de angustia y definiciones, reconociendo lo acertado de la instrucción presidencial, que ordenó el cese unilateral al fuego, pero al mismo tiempo dejando claro que a nivel operativo e incluso táctico, los soldados siempre estuvieron en posibilidad de aplastar lo que era una amenaza a la seguridad nacional.
Porque, en el gabinete de Carlos Salinas había halcones y palomas, diagnósticos opuestos ante la emergencia en la que el país se encontró por momentos y que significarían que 1994 fuera un año axial.
¿Qué queda más de un cuarto de siglo después? ¿Qué es lo que se debiera celebrar, si es que hay motivo para ello?
Treinta años que son también los del perfeccionamiento de la democracia, ya que una de las consecuencias de la rebelión indígena fue el aceleramiento de la apertura en las herramientas de acceso al poder y entre ellas las de un Instituto Federal Electoral (IFE) que adquirió un rostro ciudadano, aunque todavía sujeto a las rigideces del sistema y al control de la Secretaría de Gobernación.
Se dio paso a reformas que propiciaron la construcción del INE, que con su autonomía constitucional ha garantizado, hasta ahora, elecciones competidas y democráticas. Pero eso está en riesgo y nadie puede asegurar que se mantendrá vigente ese espíritu que permitió tres alternancias presidenciales en legalidad y paz.
Los zapatistas, que es algo que no se reconoce con la debida oportunidad, también optaron por participar electoralmente con María de Jesús Patricio Martínez “Marichuy” en las elecciones del 2018, aunque no les alcanzó para recolectar las firmas ciudadanas suficientes para estar en la boleta presidencial.
Es una suerte de paradoja que ante un gobierno que llegó al poder bajo la túnica de la izquierda, sea uno de los más hostiles y lejanos para ese extraño grupo de rebeldes que se mantienen en las selvas y que intentaron establecer su propia lógica en los territorios que de algún modo controlan.
El subcomandante Marcos, hay que decirlo, nunca se fue con la finta sobre lo que podía ocurrir a partir del 1 de diciembre de 2018, porque tenía una idea más que clara de que el populismo que había llegado a Palacio Nacional no iba a congeniar con una organización peculiar, al filo de la ley, pero con enorme arraigo y apoyos nacionales e internacionales.
Simbólicos, en gran medida, pero funcionales para hacer pervivir una propuesta, acaso inalcanzable en el terreno práctico, pero con derivaciones que lo mantienen vigente.
Los próximos meses van a ser cruciales, porque lo que está en juego es la definición sobre el rumbo para el país entero. El EZLN no será el actor principal como hace 30 años, pero vale la pena escucharlos, son sabios.
LAS VÍSPERAS DEL 2024
El calendario electoral es absurdo, en unos días termina el periodo de precampañas, y entraremos en otro limbo hasta marzo, arranque ya formal de la contienda.
*Esta columna se toma un breve descanso. Feliz año y nos leemos a partir del 3 de enero.
@jandradej
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