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El rector Graue en la encrucijada
El rector Graue hizo lo correcto dentro de la normatividad, pero desató la furia en Palacio, porque les urge una exoneración. Por ahora, la ministra continuará en su cargo, aunque eso daña a la UNAM y al Poder Judicial.
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CONFIDENTE EMEEQUIS
EMEEQUIS.– El rector Enrique Graue tomó una decisión que parece inusitada en el contexto de descomposición que se vive en el país: atenerse a lo que dice y mandata la legislación.
El escándalo en torno al plagio de la tesis de la ministra Yasmín Esquivel Mossa, agarró a la UNAM desprevenida y sin las herramientas suficientes para enfrentar la situación.
Si bien hay un debate universitario y de expertos sobre las posibilidades de cancelar un título profesional, lo evidente es que no existe una normatividad que pueda actuar contra el cinismo.
Por eso, asumiendo su papel y responsabilidad, el doctor Graue planteó la gravedad de la situación, se refirió al dictamen del Comité de Integridad de la FES-Aragón y anunció que se está buscando la manera de establecer sanciones acordes con lo ocurrido. También abrió la puerta para que la ministra se defienda, lo que se inscribe en la lógica del debido proceso.
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Pero, también afirmo Graue: “el plagio de una tesis no es cosa menor; es una conducta reprobable, una usurpación de ideas y talentos. Es un acto que pone en entredicho la ética y la moral de quien lo comete, y ofende a quienes se esmeran en cumplir con este requisito académico.”
Es una posición difícil la de Graue, porque termina por no agradar a quienes sostienen que hay que actuar con celeridad y, en el cuadrante contrario, la posición de la Rectoría desata la furia de Palacio Nacional, donde les urge una exoneración para la ministra.
La UNAM no es ajena, no puede serlo, a las consecuencias que derivan de un ambiente de polarización y de ataques que, desde el poder político, no habían ocurrido en la historia reciente.
Como suele ocurrir, lo que está padeciendo la UNAM es un asunto derivado de un problema que provino de la mala actuación de profesores y alumnos hace poco más de 30 años, pero, sobre todo, de quienes en la actualidad se niegan a admitir las consecuencias de sus actos.
Se cometió una trampa que estalló en un contexto que la haría volverse una crisis.
Son arenas movedizas, suelos blandos porque a estas alturas nadie conoce cuales son los límites para quienes son cobijados por el poder presidencial. En otro momento, en el pasado tan condenado por reflejo, el tema sería una anécdota ya resuelta.
Pero ahora, la ministra continuará en su cargo, aunque ello signifique un enorme daño a la UNAM y al Poder Judicial. Es una situación de alto riego, porque la Suprema Corte tiene que discutir asuntos relacionados con la militarización y sobre el futuro de la democracia, además, por supuesto, de todos los asuntos de importancia que se dirimen en sus Salas o en el Pleno.
La legitimidad, se quiera o no, estará tocada, ello es irremediable.
Si no ocurre algo inesperado, así estarán las cosas en al menos un par de años.
La vía de la denuncia, si la explorara la autoridad universitaria, se topará con pared. Ya lo adelantó la Fiscalía de la Ciudad de México con una carpeta que se integró y resolvió en una velocidad récord y en planas fiestas navideñas para concluir dos cosas: que los ilícitos, si los hubiera, están prescritos, y que la ministra de la Corte es la víctima de ese enredo.
La Fiscalía General de la República, si el asunto se presentará ahí, llegaría a la misma conclusión. ¿Hay alguien que lo dude?
Queda el Juicio Político, solicitud impulsada por el senador Germán Martínez, pero se va cuesta arriba que ello prospere en estos momentos.
Por eso, lo que no conviene, es desacreditar a la UNAM, una institución que tiene las mejores credenciales y cuyos estudiantes y egresados se conducen, en su absoluta mayoría, con ética.
Y sí, hace bien el rector Graue en resistir, en insistir en la ruta universitaria para resolver el asunto, en lo que respecta a los propios valores de la institución.
Además, no se puede obviar en el análisis, pronto iniciará el proceso de sucesión del rectorado, un momento en el que muchos tratan de sacar su tajada para hacerse del control de una de las universidades más importantes del continente.
Esa variable siempre está presente, pero los universitarios, más allá de posiciones, lo saben y suelen actuar en consecuencia, inclusive en las coyunturas más complejas.
@jandradej
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