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El PAN, la oportunidad y el desafío
La disyuntiva del PAN: es factible, y hasta necesaria, una alianza con los priístas y perredistas, pero también con la sociedad misma, en un método incluyente para la candidatura presidencial.
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CONFIDENTE EMEEQUIS
EMEEQUIS.– Los exgobernadores del PAN están preocupados. Saben que su partido es el más fuerte de la oposición, pero ya intuyen el desastre al que se encaminan si no se da paso a un método incluyente en la selección del candidato o la candidata presidencial de Va por México.
Quince de ellos se reunieron con Marko Cortés y le hicieron ver que se requerirá algo más que voluntarismo para salir adelante de una disyuntiva que en apariencia parece clara y es la de mantener la unidad de la oposición para el 2024.
Por supuesto que no es sencillo el establecer un procedimiento que satisfaga a todos, pero a estas alturas parece poco viable el requisito de exigir una cuota de entrada de un millón de firmas para quienes aspiren entrar al proceso de selección y en el que tienen que intervenir organizaciones de la sociedad civil, el PRI y el PRD.
Es más, para que funcione un acuerdo, los panistas tienen que estar dispuestos a que no tenga que ser, por necesidad, uno de ellos quien esté en la boleta. El momento que vive el país obliga a ser imaginativos. ¿Quién sería este personaje distinto y disruptivo? No lo sabemos, pero menos lo haremos si no existe la posibilidad de moldear un procedimiento que detecte capacidades de competencias y la formación suficiente para encarar un reto de la magnitud, no solo de una campaña, sino de gobernar a México.
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Quienes tuvieron la responsabilidad del poder ejecutivo a nivel estatal, cuentan con la experiencia suficiente para saber que se requiere de un voto distinto al que ya tienen. Es decir, hay que romper la franja del sufragio duro y tradicional, para abrir el abanico.
Hay que tener en cuenta, además, que el próximo año se elegirán también nueve gubernaturas, lo que se puede transformar en una oportunidad, si también en las entidades se trabaja en acuerdos específicos para postular a quienes se encuentren en posibilidad de obtener un amplio respaldo popular.
Así lo hicieron Ernesto Ruffo en Baja California y Francisco Barrio en Chihuahua. Ambos son ejemplo de una lógica en la que tuvieron que convencer a grupos de la sociedad que hicieron la diferencia para derrotar, en aquel entonces, al poderoso PRI.
Ruffo inauguró lo que sería una larga etapa de alternancias en el poder político a lo largo de todo el país, una historia que culminó con la transición a la democracia y que les dio normalidad a los procesos electorales.
Barrio, por su parte, encabezó la llegada de panistas provenientes del sector empresarial, carismático y hasta bronco, sedujo a una sociedad altamente sofisticada como la chihuahuense y que había pasado por toda una lucha por la democracia, con personajes como Luis H. Álvarez.
Y ello daría espacio, posteriormente, a la construcción de un panismo dispuesto a gobernar, acordando con realismo e impulsando una agenda de convergencias, como planteó, en su dirigencia del partido, Carlos Castillo Peraza.
Es más, justo eso es lo que daría pie a los triunfos electorales de Vicente Fox y de Felipe Calderón a nivel presidencial.
Pero, en términos llanos, a todo aquel pasado lo podemos inscribir precisamente en el entramado de construcción democrática, de establecimiento de instituciones como el INE y el TEPJF, que fueron posibles porque se pactó con el PRI. Sí, ese esquema de colaboración fue uno de los más exitosos en términos históricos.
Ahora todo está en riesgo y es por ello, entre otras cosas, que es factible y hasta necesaria una alianza con los priistas y perredistas, pero también con la sociedad misma. El margen de error es bastante estrecho, de ahí que se requiera de oficio político y de altura de miras.
Escuchar a quienes ya gobernaron es una buena idea y que se sustenta en éxitos reconocidos y en esa escuela que proviene del desafío cotidiano de estar frente a una responsabilidad ejecutiva de esas magnitudes.
A estas alturas a lo que hay que tenerle miedo es a no dar los pasos adecuados y que con ello se profundice el deterioro en que ya nos encontramos.
Lo ocurrido en Coahuila y en el Estado de México refuerza estos parámetros.
@Jandradej
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