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EDOMEX, otra vez en riesgo credibilidad de las encuestas
CLASE MEDIA DEFINIRÁ ELECCIÓN
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EMEEQUIS.– La historia dice que, desde la primera elección que empleó la herramienta de las encuestas para predecir los resultados, en el año de 1936 en los Estados Unidos, las tendencias establecidas cayeron en el error: la revista Literary Digest usó una muestra de 2.3 millones de votantes para determinar que la población estadunidense simpatizaba con el Partido Republicano y concluir que Alf Landon era mucho más popular que Franklin D. Roosevelt del Partido Demócrata. Los resultados se difundieron a una semana de que los ciudadanos de ese país acudieran a las urnas para determinar la cuarta reelección de Roosevelt.
Las encuestas son una herramienta que recolecta el sentir de una población sobre un tema en específico, pero la opinión se sustenta solamente del momento en el que se realizó el levantamiento; por lo tanto, es una instantánea de la realidad única e irrepetible, lo que lleva a que los datos ofrecidos puedan variar o cambiar de un día para otro.
No obstante, lo anterior no le resta efectividad para establecer tendencias de un proceso electoral y, mucho menos, como lo vemos actualmente en el proceso electoral del Estado de México, como estrategia para motivar el voto por uno u otro candidato; la teoría del “carro ganador” explica que una parte de los electores determinan su voto a partir de los resultados que presentan las encuestas, siendo el candidato que vaya arriba en estos estudios quien más sufragios termina por recibir.
En sus cierres de campaña. Fotos: Cuartoscuro.com.
En la última década, el vínculo entre estrategia y encuestas se volvió más evidente; es decir, los resultados de los comicios cada vez distaban más de los análisis de opinión pública. Por ejemplo, en la elección presidencial de 2016 en Estados Unidos, todas las encuestas marcaban como triunfadora a la candidata del Partido Demócrata, Hillary Clinton; sin embargo, tras realizarse los cómputos en los distintos distritos electorales, Donald Trump, candidato del Partido Republicano, se alzó con la victoria. Otro caso parecido fue el referéndum en el Reino Unido, donde se consultó a los ciudadanos sobre su pertenencia a la Unión Europea; antes de la consulta todas las encuestas aseguraban que esta nación permanecería en el acuerdo europeo; pero los resultados fueron totalmente distintos.
En México abundan casos similares, al grado de que el tema de las encuestas y la legitimidad de sus datos fue uno de los puntos que integraron la reforma político electoral de 2014. Las encuestas fallaron en la elección de 2012: dieron una ventaja de 15 a 20 puntos entre Enrique Peña Nieto y Andrés Manuel López Obrador, cuando la diferencia entre estos dos políticos fue tan sólo del 6%. También fallaron en el 2018, la gran mayoría de los ejercicios no alcanzaron a medir la arrolladora victoria de AMLO y tuvieron una diferencia de hasta 15 puntos entre su resultado y lo ocurrido en la elección.
El caso más reciente fue la elección de 2021, en la alcaldía Álvaro Obregón; las encuestadoras daban una ventaja de 26 puntos al candidato de Morena, Eduardo Santillán, frente a la contrincante de la Alianza Va por México, Lía Limón; el resultado oficial fue la victoria la candidata aliancista por más de 22 puntos, y la misma historia se repitió en otras alcaldías de la capital del país.
El fenómeno tenderá a repetirse en las elecciones de este 4 de junio, donde los responsables de elegir a los gobernantes no serán las encuestas, sino los ciudadanos, y en las que el rival a vencer no serán las casas encuestadoras, sino la abstención.
Específicamente en el Edomex las casas encuestadoras de Morena ya han sido incluso sancionadas por el Tribunal Electoral del Estado de México, por carecer de metodología; es decir, desde antes de las votaciones, ya están descalificados los ejercicios de firmas como Demoscopia Digital, Gobernarte, Electoralia, Votia Sistemas de Información, Enkoll, Campaigns and Elections México, Inteligencia de Mercados, Gurú Político y Radio Morena Feminista.
El verdadero parámetro a medir será una encuesta institucional (no mercadológica ni mediática), con números recabados por una casa encuestadora y luego procesados por el Centro Nacional de Inteligencia (antes CISEN). Dicha encuesta marca una diferencia real entre las candidatas de 4 puntos, unos 300 mil votos. Una vez aplicado el margen de error de +/- 4% que especifica dicho análisis. En ella destacan dos cosas: el hecho de que la brecha entre Delfina Gómez y Alejandra del Moral es mucho más corta de lo que han afirmado las encuestas recientemente utilizadas en medios, y la tendencia de que la diferencia entre ambas se ha ido reduciendo exponencialmente a partir del inicio de las campañas.
En este marco, los ciudadanos podrían demostrar una vez más que el único determinante del triunfo para una u otra candidata (Delfina Gómez y Alejandra del Moral) es la participación ciudadana y, por supuesto, la operación de las estructuras partidistas el día de la votación. En los sufragios reales participarán votantes que no logran medir las encuestas, como esa clase media que no participa de los sondeos por habitar en condominios o fraccionamientos cerrados, y que este 4 de junio podría salir en masa para lograr una vez más un resultado sorpresivo.
@LuisHurRa
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