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Carlos Urzúa, más que un fichaje
Carlos Urzúa, por su formación y experiencia, seguramente aportará conocimiento estratégico al entorno de Xóchitl Gálvez. Es un guiño a sectores progresistas desencantados ante la pérdida de identidad ideológica de la 4T.
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CONFIDENTE EMEEQUIS
EMEEQUIS.– La suma de Carlos Urzúa al proyecto de Xóchitl Gálvez es un mensaje potente sobre lo que puede lograr el Frente Amplio por México.
Las campañas también se arman de momentos simbólicos, de adhesiones que tienen biografías importantes detrás de ellas.
Urzúa fue nada menos que secretario de Hacienda en el arranque del gobierno de López Obrador y renunció con una mezcla de desilusión y alarma ante lo que estaba ocurriendo. Las decisiones se tomaban sin los diagnósticos ni análisis del caso, y había personajes ajenos al equipo económico que influían de manera nada provechosa.
Tuvo el privilegio, supongo que estremecedor, de anticipar los desastres que vendrían posteriormente a su salida del gabinete el 9 de junio de 2019.
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El Plan Nacional de Desarrollo se convirtió en una proclama, lo que explica, en alguna medida, la falta de brújula ante metas nacionales, si es que ahora existen.
Urzúa, en su momento, advirtió de los peligros de confundir los conocimientos técnicos y de querer suplirlos con consignas para mítines.
Un ejemplo de las profecías de Urzúa se puede observar en el barril sin fondo que son los proyectos de Dos Bocas y el Tren Maya, en las inyecciones de recursos a Pemex y en la destrucción institucional que está en curso.
Sobre la refinería, señaló, hace algunas semanas, “ahora el supuesto costo ya se estima oficialmente, en boca del propio presidente, que sea 14 mil millones de dólares. Desgraciadamente, esa cifra es considerablemente menor a la que la mayoría de los expertos en el tema estiman hoy. Algunos, los más optimistas, hablan de una cifra final del orden de 18 mil millones de dólares”.
Urzúa, por su formación y experiencia, seguramente aportará conocimiento estratégico al entorno de la coordinadora del FAM y es un guiño, más que claro, a sectores progresistas desencantados ante la pérdida de identidad ideológica de la 4T.
El exsecretario de Hacienda conoce al presidente de la República, ya que también trabajó con él en la etapa de jefe de Gobierno de la Ciudad de México, donde estuvo a cargo de la secretaría de Finanzas.
Urzúa, en sus encargos, dio algo que deben estar echando en falta, la serenidad y la mesura. No es un despechado en busca de posiciones, más allá de que pueda obtenerlas, mucho menos un chapulín momentáneo, sino un convencido de que el país no va por la ruta adecuada.
Insisto, la muestra de apoyo de Urzúa hay que ponderarla en toda su dimensión y en los resortes que puede mover o activar. Para empezar, es un mensaje doble, a los empresarios para que refuercen la confianza y en sectores sociales para que tengan la certeza que un triunfo opositor nunca sería en perjuicio de derechos adquiridos, por el contrario, significaría la oportunidad de profundizarlos con la racionalidad.
Xóchitl Gálvez aprovechó para revelar que Urzúa fue uno de los personajes que la animaron a buscar la candidatura presidencial hace unos meses, cuando los afanes que la impulsaban estaban puestos en el viejo Palacio del Ayuntamiento.
Más allá de lo anecdótico, y del procesamiento que la senadora haya hecho sobre su futuro, nadie puede negar que resultó un acierto que requirió de un proceso de selección novedoso y que puso a la oposición en la pelea.
Pero Urzúa debe saber, conociendo a quien fue su jefe, que lo más difícil está por delante, porque desde Palacio Nacional no escatimarán recursos, de toda índole, para intentar evitar que el FAM cumpla con sus objetivos.
Ahí es donde las ideas y propuestas seguramente ayudarán a la elaboración de un proyecto de calidad, lo que puede ser un insumo, más que relevante, para las batallas de cada día.
LAS VÍSPERAS DEL 24
Sostienen que son invencibles, pero no pudieron llenar el Estadio Azul para celebrar a Claudia Sheinbaum. Las hipótesis sobre las fallas en el acarreo son diversas, pero no borran algo que empieza a permear entre los militantes de Morena, el desencanto. Sí, los meses que faltan para la contienda son muchos y seguramente veremos estadios y plazas a reventar, porque ya no cometerán los mismos errores, pero nadie quitará el sabor amargo del martes en que no se colmó el graderío, vamos, ni media entrada, porque recuerda el momento en que, a Josefina Vázquez Mota, en 2012, se le vació el mismo inmueble.
@jandradej
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