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También el fut amateur es rehén de batallas campales, balaceras y falta de seguridad
No sólo pasa en TV. La violencia en el futbol amateur es un fenómeno que se vive semana tras semana en los distintos campos deportivos del país. A pesar de su frecuencia, no existen protocolos establecidos. Las consecuencias van desde peleas y broncas simples, hasta balaceras y asesinatos en pleno partido. Ecos de la riña entre Atlas y Querétaro se viven en el futbol “talachero”.
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EMEEQUIS.– El futbol mexicano ha llamado la atención mediática recientemente por hechos violentos ocurridos en la liga profesional. Sin embargo, desde hace años atrás existe una crisis de violencia en el sector amateur del mismo deporte y pocas veces ha sido analizada. Riñas, peleas, campales e incluso balaceras son un fenómeno que semana tras semana habita en los campos de futbol amateur del país.
En México el futbol a nivel amateur es un ente olvidado. No existe algún tipo de registro ni mucho menos algún tipo de regulación en cuestión de seguridad en el tema. Cada semana son miles los jugadores y jugadoras que compiten en este nivel en los deportivos de sus localidades; sin embargo, el deporte más popular del país en el sector que más jugadores presenta no tiene ningún tipo de garantía en el ámbito de seguridad, pese a ser una nación con altos índices de violencia.
Es el deportivo Cuauhtémoc en la Ciudad de México. Es martes por la noche y se juega una jornada más del torneo nocturno intersemanal. Esta ocasión se enfrenta Violeta FC vs Lupillos. Conseguimos ingresar como aficionados aislados de la forma más sencilla: pasamos por la puerta y dijimos “buenas noches” al par de policías de la entrada. No hubo necesidad de registro de ningún tipo.
Son minutos antes de comenzar. Cada equipo en una mitad del campo, hablando entre sí y alentándose. Los más experimentados incluso conversan amistosamente con el árbitro. Algunos tienen a sus familias en las gradas, otros llevaron amigos. Uno de los equipos llama la atención por la disciplina en su presentación, todos los miembros del equipo van perfectamente uniformados con la equipación —de imitación— del Manchester United, equipo profesional de la liga inglesa.
El otro equipo se ajusta más al común denominador de este deportivo: portero “talacha” (ante la ausencia de uno propio, pidieron de favor al del equipo que recién terminó su partido para que les apoyara en la portería), jugadores veteranos con calcetas cortas y tenis desgastados, algunos más jóvenes con playeras de tallas mucho más grandes de las que corresponden y recién integrados al equipo. En teoría, el uniforme de este equipo es del América de México, aunque 5 jugadores solo traen playeras amarillas para no contrastar con sus compañeros.
Para muchos, esto se trata de un simple partido más de la liga de futbol local, pero para aquellos que integran este ritual significa mucho más. Más que un pasatiempo o un desestrés. Significa la oportunidad de hacer lo que más les gusta y competir. Aunque este paisaje “perfecto” no durará mucho tiempo. Se acerca un fantasma que acecha siempre este deporte y se manifiesta frecuentemente en el futbol amateur: la violencia.
El pasado 5 de marzo ocurrió un hito en la historia del futbol mexicano. Una riña entre porras de los clubes Querétaro y Atlas de la liga profesional de futbol marcó historia como el evento más violento en el futbol mexicano moderno. 24 personas resultaron heridas y las imágenes expusieron la brutalidad de la riña. A partir de ello, la liga y sus autoridades fueron fuertemente cuestionadas sobre políticas de seguridad que existen en los estadios.
Las repercusiones llegaron en Querétaro y en la Liga MX. Se suspendió la jornada, se analizó la desafiliacion del club local, se realizó una campaña general para evitar la violencia. En cuestión de autoridades, hubo dos despidos de cargo en materia de seguridad en Querétaro: removieron a los titulares de la Policía Estatal y Protección Civil.
Pero la violencia no se limita a lo que es mediático y popular. En el futbol amateur se vive día a día una constante presencia de violencia que puede expresarse desde lo más tranquilo: una mentada de madre o un pisotón; hasta lo más grave: una campal o una balacera con víctimas fatales. Pese al historial, aún no existe regulación del tema. Las tragedias continúan ocurriendo y casi nadie atiende la problemática.
EMEEQUIS recopiló los testimonios de dos personajes que han vivido este fenómeno desde adentro y que explican cómo se vive el tema.
¿CÓMO SE VIVE LA VIOLENCIA DENTRO DEL CAMPO?
José Sánchez, o como lo conocen sus compañeros de futbol, “Tute”, tiene 21. De esos 21, más de la mitad los ha dedicado a jugar futbol. Nació y creció en la colonia Guerrero, pero su talento futbolístico lo desarrolló en la colonia vecina, Buenavista; ambas de la Ciudad de México. Específicamente en el Deportivo Cuauhtémoc. Ahí, desde los 9 años, Tute se enamoró del balón; y, por lo que se observa al verlo jugar, el balón correspondió el cariño.
Tute es lo que se denomina en el argot futbolístico, un jugador con “magia”. Es decir, habilidoso con el balón, capaz de driblar jugadores contrarios con gran facilidad e incluso hacerlos caer en la humillación. Basta con observar la forma en que pisa la esférica para entender el por qué es constantemente alabado por sus compañeros y, al mismo tiempo, es blanco de miradas furiosas de sus rivales.
Pero las miradas amenazantes no bastan para que “Tute” caiga en la confrontación física. Él, como jugador habilidoso, prefiere “vengarse” en la cancha y con el balón.
—Mi manera de vengarme (de una patada o una frase retadora) es jugando bien para que el otro equipo se enoje. Hay veces que está mal porque en algún momento sí te van a alcanzar y te pegan o te dan codazos.
Platica que es común que rivales se le acerquen durante el partido y le digan frases amenazantes como “ya relájate”, o “síguele y vas a ver”. Es consciente de que en el futbol siempre habrá golpes y palabrería, y ha llegado un punto en el que se acostumbra a ello.
A lo largo de su experiencia ha vivido varios hechos violentos en los partidos. De entre todos, el que más recuerda fue el ocurrido en el Deportivo Cuauhtémoc unos años atrás durante una final entre barrios de la zona. Cuenta que ese encuentro se vivió con especial pasión dada la cantidad de personas que fueron como porras y el hecho de ser una final. Aunque todo se descontroló.
—Los equipos dejaron de jugar y se dedicaron a gritarse y golpearse. Fue cuestión de minutos para que todos los jugadores del equipo contrario se enojaran; comenzaron a agarrase dos, y después se agarraron todos. Incluso entre las porras. Después balazos. Terminó mal, dos personas muertas. El partido se paró, vetaron a los equipos y el deportivo se cerró un buen rato.
A “Tute” este acontecimiento no lo hizo alejarse o temer dentro de la cancha. Todo lo contrario, a raíz de ello aprendió que su papel, además del jugador habilidoso, debía ser conciliador. Ahora cada vez que sus tíos, con los que juega en el mismo equipo, comienzan a expresar enojo y vislumbra una probable bronca, se dedica a poner mano dura y exigirles que se calmen o salgan.
“El futbol es para divertirse. Los mejores partidos son cuando los dos equipos se dedican a jugar y no a golpear. Creo que se trata de eso”.
LA EXPERIENCIA DESDE AFUERA DEL CAMPO. ¿CÓMO COEXISTIR CON LA VIOLENCIA?
Jaime Fuentes tiene alrededor de 35 años coordinando el área de futbol amateur masculino en el Deportivo Cuauhtémoc. Le ha tocado vivir el desarrollo de niños a jóvenes y adultos, ha presenciado cientos de partidos, ver miles de goles, administrar decenas de equipos y jugadores; y también ser espectador principal de múltiples riñas y tragedias.
Entre esas, recuerda una vez en la que la vieja cancha de futbol rápido de ese deportivo fue escenario de un hecho trágico. “Iban preparados para agredir. Uno se da cuenta. Esa vez fue muy fuerte, me tocó ver gente con mucha sangre, herida. Tuvo que llegar la ambulancia a atender y a raíz de eso pasó mucho tiempo sin tener actividad esa cancha”.
Una de las razones a las que “El Profe” Jaime, como le conocen en el lugar, adjudica tanta violencia, es el hecho de que algunos jugadores utilizan el juego para desquitar problemas familiares o laborales. Eso origina que se meta en problemas con rivales y que, consecuentemente, sus compañeros intervengan por lealtad o apoyo y todo escale a niveles mayores de violencia.
“Un campo de futbol se presta para eso, para sacar todos tus problemas de afuera”.
“El calor” es un término inseparable del campo de futbol. La calentura con la que se viven los partidos muchas veces es el detonante de peleas. El señor Jaime le llama “prender la chispa”, con esto se refiere a cuando los jugadores salen de sus casillas y el coraje y rabia los dominan.
En el Deportivo Cuauhtémoc, como menciona el coordinador, fácilmente cada torneo (de aproximadamente 4 meses) hay por lo menos un incidente de campal o riña entre equipos. Esto agregado al hecho de que algunos también desquitan su calentura con árbitros.
Continuamos en el Deportivo Cuauhtémoc. Está jugando Real Aztecas contra Cuauhtémoc FC. Es una práctica (partido amistoso) y ambos equipos apenas completaron el mínimo de jugadores para jugar. A pesar de esto, a lo lejos se escucha por lo menos cada minuto un grito al árbitro de este partido. “Pita bien, cabrón”, “¡Ya márcanos algo, todas se las das a ellos!”. El árbitro no oculta su molestia y decide amonestar al parlanchín. Pero no cesan: “¡Corre tantito, arbi! Quieres marcar todo desde el medio campo”, “pero bien que vas a querer que te paguemos, cabrón”. Es la segunda vez que le llaman así, y la última que tolera, el árbitro expulsa al jugador. Esta decisión enciende la mecha del equipo afectado y cuatro jugadores se acercan intimidantemente al nazareno. Algunos incluso amenazan y hablan entre dientes frente a frente. Parece que todo se saldrá de control, pero los ánimos apaciguan y se reanuda el juego. Esta escena se repite casi en todos los juegos del día, y como menciona Jaime, probablemente en todos los partidos que le han tocado.
Escenas del futbol amateur. Fotos: Aldo Canedo.
“A veces los jugadores quieren actuar y hablar como se hace en el futbol profesional. No entienden que en el profesional hay todas las garantías de por medio —aunque hay excepciones como la del caso de Querétaro—, pero en el futbol amateur no hay ninguna garantía. Las garantías las debemos “construirlas todos los que participamos: dirigentes, árbitros, jugadores, delegados, entrenadores.
Respecto a las garantías, Jaime explica que el deportivo Cuauhtémoc tiene la complejidad de tener equipos y jugadores de barrios aledaños muy complicados y con peor fama en materia de violencia: La Guerrero, Atlampa, San Simón, Tepito, por ejemplo. Ante ello y las constantes peleas, algunas de las medidas que ha buscado el deportivo para garantizar la seguridad ha sido un detector de metales para verificar que nadie ingrese con algún arma, además de que hubo un tiempo en que se revisaban las mochilas, aunque esta medida fue muy criticada y se dejó de lado. Actualmente la única medida de seguridad activa es el uso de cámaras de vigilancia que se utilizan para identificar personajes que hayan cometido crímenes o violencia dentro de los partidos.
“Todo está contemplado en el reglamento, los equipos saben las sanciones correspondientes por cada acto de violencia. Con las cámaras ellos saben que cualquier delito grave pueden ser procesados rápidamente al Ministerio Público”.
“Es como una hoya de presión”, así describe “El Profe” Jaime a un partido de futbol con violencia. Casi siempre comienza con cuestionamientos a las decisiones arbitrales, de ahí empiezan los roces, las disputas de balón más fuertes. Empiezan a ver quién es el más fuerte, quién es el mejor.
Cuando él y sus compañeros de coordinación se dan cuenta de que puede comenzar una pelea, advierten al árbitro para que sea más duro en los señalamientos y evite a toda costa roces. Si eso no funciona, deben entrar corriendo a separar jugadores. Aunque hay veces que esto es contraproducente.
“En alguna ocasión entramos a calmar, pero de la banca se metieron y nos agredieron. Ahí ya no se puede hacer nada más que hacerse a un lado y tomar nota de quiénes son los que participan para sancionar”.
La experiencia del “Profe” Jaime le permite afirmar que esta violencia se da en todos lados y todos los niveles. Ejemplifica con un caso que vivió en la alcaldía Coyoacán durante un enfrentamiento de finales entre dos escuelas privadas con jóvenes de secundaria. El partido se disputaba normal pero los padres de familia de ambas porras se hicieron de palabras y la pelea escaló al punto de que se suspendió el partido y alrededor de 13 personas terminaron en el Ministerio Público.
SIN GARANTÍAS
Este tema no se reduce a una categoría de futbol o un estrato socioeconómico. En México, el futbol amateur es un campo de batalla constante en el que incluso han existido tragedias de niveles mayores. El pasado octubre de 2021 se viralizó un video en el que se da una balacera en pleno partido de futbol en una colonia de la alcaldía Azcapotzalco. En el video se alcanza a distinguir que el connato de bronca entre los equipos Barcelona y San Antonio terminó en tragedia cuando jugadores pidieron a espectadores en el banquillo que entraran a balacear al equipo rival.
Si bien no diario se dan balaceras dentro del campo de juego, sí es común que se den conatos de bronca, riñas e incluso campales en este tipo de partidos. Es una dinámica que ya no levanta cejas en el futbol amateur: un fenómeno poco analizado. Tanto así, que no existe en el país ningún tipo de regulación del deporte en materia de seguridad a pesar de los múltiples antecedentes que existen: balacera en la alcaldía Azcapotzalco en octubre de 2021, asesinato de un árbitro en Nuevo León en febrero de 2020, asesinato durante el partido en la alcaldía Cuauhtémoc en 2014, la campal en Mazatlán en noviembre de 2021, la también campal en Tlaxcala de marzo de este año, por mencionar algunas.
Lo más cercano a una regulación fue durante el 2020 cuando en Nuevo León, tras el asesinato de un árbitro y la golpiza a un jugador en un partido amateur en la ciudad, el Partido Acción Nacional (PAN) a través del Congreso realizó un exhorto al Instituto Estatal de Cultura Física y Deporte (INDE) para tomar acciones con el fin de que cese la violencia en los partidos de futbol amateur y el deporte no profesional en general. De dicha propuesta no hay información a la fecha.
@aldo_canedov