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“Quien maneja la energía de un país maneja el país”. Bartlett y sus pleitos con salinistas
En una entrevista realizada en 2009 con Manuel Bartlett Díaz, el hoy cuestionado director de CFE relata sus desencuentros con promotores de reformas al sector eléctrico. Destaca su enfrentamiento con José Córdoba Montoya, quien fuera poderoso asesor de Carlos Salinas.
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EMEEQUIS.― El reciente aplazamiento de la discusión de reforma eléctrica del presidente Andrés Manuel López Obrador para enero de 2022 es una derrota más para el director de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), Manuel Bartlett Díaz, en su cruzada contra las inversiones privadas en el sector.
En una entrevista inédita realizada en 2009 con Bartlett Díaz, que hoy presenta EMEEQUIS, el hoy cuestionado director de CFE relata sus desencuentros con promotores de las diversas reformas al sector eléctrico desde principios de este siglo.
“Quien maneja la energía de un país maneja el país”, decía en esa charla, postura similar a la de ahora.
Entre sus adversarios de entonces menciona a José Córdoba Montoya –exjefe de la Presidencia con Carlos Salinas de Gortari, mandatario de 1988 a 1994– quien lo enfrentó cuando se discutía el tema en 2002. Córdoba, entonces impulsor de las privatizaciones, le reclamó que expusiera sus negocios en el sector. La querella parece no tener fin y se prolonga en el actual debate de la reforma obradorista, con cambios en el elenco. Pero Bartlett sigue ahí.
En 2009, Bartlett –quien se hallaba momentáneamente fuera de posiciones públicas– condenaba la “disciplina perruna” de los legisladores priístas cuando aprobaron la reforma energética de Ernesto Zedillo, para referirse a los votos irreflexivos y acríticos de la bancada oficialista, algo que, por cierto, hoy se les reclama a los morenistas.
En todo caso, Bartlett podría ver en la actual iniciativa obradorista no sólo una defensa de la postura del gobierno del que forma parte, sino además, un instrumento para ajustar cuentas con antiguos adversarios en el tema.
En especial Carlos Salinas de Gortari, a quien le atribuía “una inteligencia perversa”.
Manuel Bartlett durante su comparecencia en la Cámara de Diputados. Foto: Graciela López / Cuartoscuro.com.
LA CONTRARREFORMA
La reforma peñista de 2013 abrió la puerta a participación privada en la generación y transmisión de energía eléctrica y autorizó constitucionalmente la coinversión de particulares y el estado. La contrarreforma obradorista busca dar marcha atrás a ese esquema para devolver al Estado la rectoría sobre el sector. Pero de aprobarse, afectaría a proyectos bajo ejecución.
Voces del sector privado vaticinan que lloverán los juicios contra el gobierno mexicano. Gabriela Álvarez-Ávila, presidenta del Comité de Arbitraje de Inversión de la Cámara Internacional de Comercio de Mexico, ha advertido que de aprobarse la iniciativa obradorista, los países que decidieron invertir en México podrían hacer uso de los tratados firmados por el Gobierno y podrían llegar a darse litigios Estado-Estado, lo que podría derivar en imposiciones arancelarias para el mercado mexicano.
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Pero el escenario se ha complicado para AMLO. La mayoría constitucional que lograba con holgura en la legislatura pasada le fue arrebatada por los electores en junio pasado.
Además, la relación desarrollada entre el gobierno de López Obrador y el del mandatario de Estados Unidos, Joe Biden, parecen haber llegado a un punto en el que la opinión de éste último podría pesar en contra de la contrarreforma eléctrica.
A dicha influencia se ha atribuido el frenón a la iniciativa obradorista, que se aplazó para enero de 2022, aunque el canciller Marcelo Ebrard rechazó dicha influencia. Ambos mandatarios se reunirán este 18 de noviembre, junto con el primer ministro canadiense, Justin Trudeau.
Pero Bartlett tiene la misma postura… Y los mismos adversarios.
Manuel Bartlett en 2003, cuando era senador por el PRI. Foto: Germán Romero / Cuartoscuro.com.
BARTLETT, EL CRUZADO
Cuando el gobierno de Vicente Fox (2000-2006) impulsaba una enésima reforma eléctrica, Manuel Bartlett era senador por el PRI. Posteriormente se pasaría a las filas del Partido del Trabajo (PT).
No dejaba de ser una militancia extraña para el rudo político poblano-tabasqueño, conocido por su mano dura como secretario de Gobernación durante el gobierno de Miguel de la Madrid y como el artífice principal de la “caída del sistema” de 1988: la desconexión del sistema de cómputo electoral en la jornada de la elección presidencial de aquel año.
Excluido del círculo salinista como toda una generación que, curiosamente, ha regresado al poder con López Obrador, Bartlett pasó inopinadamente a las filas de la izquierda, donde dio sus batallas contra sus íntimos demonios neoliberales.
Bartlett, quien presidió la Comisión de Puntos Constitucionales del Senado de la República de 2000 a 2006, cuando se debía dictaminar la iniciativa de reforma al sector eléctrico, explica –siempre en la entrevista de 2009– el contexto en que los promotores de la reforma lo buscaron.
La Constitución establecía que la generación, transmisión y distribución de energía eléctrica para el servicio público se reservaba al Estado. Ante ello, el gobierno de Carlos Salinas impulsó una reforma a la Ley de Energía Eléctrica para el Servicio Público (1992), que Bartlett criticaba con pasión:
“La inteligencia perversa de (Carlos) Salinas dijo: ‘Ah, pero fíjate que no es servicio público exportar, vender a la CFE, ni autogenerar’, entonces se manipuló el concepto de servicio público, metieron trampas acordadas en el Tratado de Libre Comercio. Inmediatamente se empieza a privatizar, con permisos, no concesiones, que están prohibidas. Japoneses, españoles, americanos, empiezan a generar energía y a llevarse las rentas, y hoy las empresas extranjeras generan el 49% de la energía en México”.
El hoy director de la CFE refería que “a iniciativa Zedillo (1998) se proponía privatizar todo el sector eléctrico, querían llevar a las últimas consecuencias la reforma salinista”. Pero Bartlett se anota el mérito de haberla detenido:
“En 2002 logré dictaminarla en contra (la iniciativa Zedillo). Me costó trabajo porque los priístas ya venían imbuidos de la ideología neoliberal, y de la disciplina perruna que fueron desarrollando con el tiempo, fuera de toda capacidad crítica.
“Además, los cabilderos de las grandes empresas inversionistas nos acosaban en el Senado: españoles, franceses, ingleses, estaban ahí. ¡El gran negocio! ¡El pastel! Nos sacaban presentaciones en Power Point asegurando que iban a bajar las tarifas, que iba a haber una inversión maravillosa… Lo que fueron a vender en todos lados. La fuerza de esa venta no era la mayor o menor inteligencia de los vendedores, sino la connivencia con el gobierno mexicano. Pero logramos con el PRD y el PRI, en contra del PAN, echar la iniciativa abajo”.
CÓRDOBA QUERÍA LA “GRATITUD” DE BARTLETT
Cerrado el paso a la reedición de la iniciativa Zedillo en el Senado (abril, 2002), el presidente Vicente Fox reformó de nuevo el Reglamento de la Ley de Servicio Público de Energía “para acelerar de cualquier forma la privatización”, dice Bartlett. Pero el Poder Legislativo se aprestó a interponer una controversia constitucional por invasión de competencia.
De modo que entraron en acción los cabilderos más tenaces, relata Bartlett.
“Me llama por teléfono Córdoba Montoya. Lo invité a desayunar en mi casa, y me hace el planteamiento de que la reforma, la privatización de todo el sistema eléctrico, es importante porque las empresas del Estado no funcionan. ‘Necesitamos que haya una sociedad civil que los vigile’, me dijo, tesis que se maneja igual en todo el mundo para conseguir las privatizaciones. Obviamente yo le expliqué que habíamos estudiado el asunto y que era absolutamente negativo perder la soberanía energética y dejar que las empresas extranjeras manejaran la electricidad. Quien maneja la energía de un país maneja el país. Luego tuve graves enfrentamientos con él porque denuncié que estaba en el negocio eléctrico, y me imagino que con él, Salinas”.
Córdoba, representante de Proveedora de Servicios de Energía S.A. de C.V. (PROSEN) –que al parecer estaba asociado con el empresario Kamel Nacif, según el ex senador priísta–, desplegó una intensa actividad en búsqueda de negocios en la industria eléctrica. Tras una de las gestiones del exasesor salinista ante el ayuntamiento de Puebla, comenzó una serie de desencuentros con Bartlett, quien cuenta:
“Un día, estaba yo en el Senado y me habla por teléfono Córdoba. Me dice: ¡Oye, Manuel, estoy indignado! Me estás acusando de estar en el negocio eléctrico. ¡Te exijo que aclares que yo no estoy en el negocio eléctrico!
“Pues a mí no me exijas nada, no lo voy a aclarar, porque estás en el negocio eléctrico —le dije. Y él respondió: ‘Yo no estoy en el negocio, yo soy simple asesor… Tengo una empresa, un despacho, que ayuda a los extranjeros a que inviertan’… ¡Ahhh…!.
“Le aclaré que de ninguna manera iba a retirarlo. Me contestó en el periódico (Reforma), con una respuesta bastante pedestre, vulgar, diciendo que yo, en su tiempo, acudía a verle, que dependía de él. Como si por las funciones oficiales que desempeño, debiera uno estar para siempre agradecido con él, y aceptar que se meta al negocio de la electricidad y quedarse callado porque te dio varias entrevistas o te hizo tal o cual cita”.
En su cruzada, Bartlett enfrentó también funcionarios zedillistas y calderonistas.
Hoy la reedición de esa cruzada se tambalea ante una negociación errática del bloque legislativo en el poder. Y el factor Joe Biden, quien podría forzar la discusión del tema.
@estedavid