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AMLO y la Iglesia. Así han sido los desencuentros desde la campaña de 2018
“Abrazos, no balazos, es demagogia, y hasta cierto punto, complicidad”, dijo el obispo de Cuernavaca, Ramón Castro. A raíz del asesinato de dos padres jesuitas y la negativa de AMLO a revisar su estrategia de seguridad, se ha remarcado el distanciamiento gobierno-Iglesia, a pesar de que el presidente se considera cristiano. Pero esto viene de antes…
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EMEEQUIS.– La complicada relación entre AMLO y la jerarquía católica por fin estalló de manera pública después de años de desencuentros soterrados, que se remontan a la campaña de 2018, y aún más atrás.
El desplante de poder del tabasqueño al descalificar la denuncia del arzobispo de Guadalajara, José Francisco Robles Ortega, sobre la existencia de retenes del crimen y el cobro de piso a sacerdotes en Jalisco, fue tomada como una afrenta por parte de la comunidad de prelados, pero se convirtió en un desafío cuando el presidente instaló a la Iglesia católica, finalmente, en su vitrina de opositores políticos y de quienes “hacen campaña” en su contra.
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De ahí la inmediata respuesta del Papa Francisco respaldando a la curia mexicana, con un mensaje apostólico que, tras repasar sus puntos y sus comas, parece concebido sobre medidas para el mandatario mexicano, en el que critica el uso político de los pobres y del pueblo, el cual fue subido a redes por la Conferencia Episcopal Mexicana (CEM), y que empezó distribuirse en diócesis y parroquias.
Tuit del CEM que se interpretó como un mensaje al presidente.
LA IGLESIA NO VA A PRESIONAR AL PRESIDENTE
La crisis fue detonada por el asesinato de los sacerdotes jesuítas Javier Campos Morales y César Mora que daban refugio a un guía de turistas –asesinado en el mismo suceso–, pero sobre todo por el mensaje del secretario general de la CEM, monseñor Ramón Castro Castro, que en un video difundido en redes el 22 de junio, un día después de la masacre, hizo una fuerte crítica a la situación de inseguridad y violencia que padece el país, llamó al gobierno a hacerse responsable, y pidió “una respuesta a la altura de las circunstancias”.
“Nuestro México está salpicando sangre”, dijo el monseñor Ramón Castro Castro.
Esa fue la gota que derramó el vaso y ocasionó la molestia del presidente, y a tal punto, que el disgusto no pudo contenerse en las cámaras interiores de Palacio, ni su rechazo a las presiones de la Iglesia. Al día siguiente ratificó en su presentación cotidiana que continuaría con su estrategia.
Lo cierto es que los desencuentros de AMLO con la jerarquía católica no son cosa nueva, sino producto de un desgaste sostenido desde los tiempos de campaña de 2018, cuando el tabasqueño se dejaba bendecir y consentir por pastores evangelistas y protestantes de todo orden.
La compenetración de AMLO con esas organizaciones era sólida desde antes de su campaña de 2018, pero fue durante ese proceso proselitista cuando el vínculo cobró alianza político-electoral.
UN CRISTIANO EN PALACIO
Nada menos, López Obrador fue determinante para la construcción y encumbramiento de un partido ligado a la protestante iglesia pentecostal, el Partido Alianza Social (PES), que formó parte de su alianza electoral y de su posterior coalición de gobierno.
No sólo eso, AMLO y su grupo se involucraron a fondo con la oscura Iglesia La Luz del Mundo, al punto que el senador morenista, hoy secretario de Gobierno en la capital de la República, Martí Batres, participó en un homenaje a Naason Joaquín García, líder de esa organización religiosa, en mayo de 2019. Naason luego sería procesado por pederastia y pornografía infantil en una corte de los Estados Unidos.
Y ya en junio de 2019, AMLO se reunió en Palacio con 22 líderes evangélicos, y oró con ellos, según reveló Arturo Farela, presidente de la Confraternidad Nacional de Iglesias Cristianas Evangélicas, como lo hace desde al menos 20 años. Farela dirigió la oración:
“Padre nuestro que estás en el cielo, en el nombre de Jesucristo, te ruego que cuides al Presidente, a su esposa, sus hijos, a todo su gabinete, que lo dirijas, que le des la sabiduría, el discernimiento”.
No sólo eso. Los evangélicos se comprometieron a distribuir, a modo de apostolado, la “Cartilla Moral” emitida por la presidencia.
Pero fue en junio del año siguiente, cuando AMLO se declaró cristiano: “Yo soy cristiano y quiero aclararlo, hay en la Iglesia evangélica una denominación cristiana pero mi cristianismo, lo que yo practico, tiene que ver con Jesús Cristo. Porque yo soy seguidor del pensamiento y de la obra de Jesús. Creo que es el luchador social más importante que ha habido en el mundo, en la tierra”.
DESGASTE SOSTENIDO
Aunque la abierta simpatía del mandatario por las corrientes evangélicas causó sorpresa e incomodidad en la jerarquía católica del país, sobre todo porque en su campaña el tabasqueño siempre decía que llevaba en su cartera una imagen de la Virgen de Guadalupe, lo cierto es que los prelados se cuidaron de opinar al respecto.
Es verdad que, según confirman fuentes eclesiales, desde la fundación de Morena, causó cierto resquemor el nombre del partido político, por la posible vinculación con la guadalupana, “la Virgen Morena”, pero no pasó a más.
Fue hasta mayo de 2018, ya en plena campaña, cuando la CEM denunció el uso de la imagen de la virgen en propaganda política de AMLO. Junto a la imagen religiosa aparecían los logotipos de la alianza obradorista: PES, PT, Morena, bajo la leyenda: “La Iglesia católica es parte de la mafia del poder”.
Los prelados reprobaron el uso político y electoral que se le estaba dando a la virgen, y exhortaron a las autoridades a investigar el hecho que, señalaron, “causa malestar en todos los mexicanos creyentes”.
AMLO y su equipo negaron que los volantes distribuidos masivamente fueran de su autoría, pero la investigación quedó en segundo plano después del triunfo electoral del tabasqueño y no quedó realmente esclarecido si el origen de los volantes había sido una iniciativa morenista.
Curiosamente, ahora ha salido tal afirmación de boca del propio López Obrador sobre los obispos que han pedido justicia: “Están muy apergollados por la oligarquía”.
Y por cierto que ahora quien utiliza la imagen de la Virgen de Guadalupe, bordada o estampada en sus indumentaria para sus giras de precampaña, es la jefa del gobierno capitalino, Claudia Sheinbaum.
INCORDIO
No obstante, una vez que AMLO llegó al poder, la jerarquía católica mantuvo la relación institucional con el gobierno, que no recayó en la secretaría de Gobernación. La interlocutora con los obispos fue siempre la mujer del tabasqueño, Beatriz Gutiérrez Müller.
Como lo reconoció en su momento el vicepresidente de la CEM, Carlos Garfias Merlos, obispo de Morelia, fue Gutiérrez Muller quien abrió el canal, pues en campaña buscaba encuentros con los obispos de cada ciudad que visitaba Obrador.
Pero la gramática presidencial descuidada respecto de valores religiosos, la utilización de estampas con imágenes católicas en su presentaciones ante la prensa, y el uso socarrón de oraciones populares en las mismas, molestó a la estructura eclesial en distintos niveles.
Un ejemplo de ello fue cuando, durante su plática con medios del 18 de marzo, en pleno arranque de la pandemia de Covid-19, para desestimar la letalidad del virus, López Obrador se dijo protegido por su “escudo protector”, y mostró una estampa religiosa con la oración: “Detente, enemigo, que el corazón de Jesús está conmigo. Pero no hay ni siquiera enemigos, son adversarios, yo no tengo enemigos, ni quiero tenerlos”.
Le preguntaron si se trataba de una estampa del Sagrado Corazón de Jesús, pero no quiso aclararlo (sólo mostró el reverso), y dijo: “ahí ustedes averígüenlo”.
Alcanzó un nuevo nivel cuando, el 27 de octubre de 2019, se comparó con Jesús y al obradorismo con el cristianismo:
“Me van a criticar, pero lo voy a decir. Miren, ¿por qué sacrificaron a Jesús Cristo? ¿Por qué lo espiaban y lo seguían? Por defender a los humildes, por defender a los pobres, esa es la historia real. (…) Entonces, que nadie se alarme cuando se mencione la palabra cristianismo. Cristianismo es humanismo”.
A eso se sumaron los reclamos de AMLO al Vaticano para pedir perdón (un perdón que ya había ofrecido Juan Pablo II), entre otros planteamientos no menos inopinados.
LAS INSTRUCCIONES DEL NUNCIO
El día 4 de octubre de 2020, el Papa Francisco había criticado los excesos del neoliberalismo, pero también los del populismo.
López Obrador aprovechó para dar “pan con cordonazo” a la cúpula católica mexicana. El 9 de octubre encomió las críticas del líder religioso al neoliberalismo, calló las relacionadas con el populismo, y agregó, para descontento de la curia: “En momentos de transformación, los Papas han estado en favor del pueblo de México. (..) Este Papa es distinto, el Papa Francisco, y ojalá y cuando menos la jerarquía siga su ejemplo, yo no escucho que aquí se hable como lo hace el Papa. ¿Escuchan ustedes en la jerarquía que se hable de neoliberalismo y se cuestione al neoliberalismo como lo hace el Papa?”.
Beatriz Gutiérrez con el Papa Francisco. Foto: Archivo.
Fue unos días después, el 20 de octubre, cuando Beatriz Gutiérrez Müller llegó en misión especial al Vaticano, para reunirse con el pontífice y pedir los códices Borgia y otros, además de mapas prehispánicos, e insistir en una disculpa del Vaticano a los pueblos indígenas.
Préstamo no hubo. Perdón, reiteró el Papa, tanto él como sus predecesores ya lo habían perdido. Juan Pablo II en primer término, en 1992. Las cosas no parecen haber marchado demasiado bien tras ese encuentro.
Para marzo inmediato, cuando una delegación de la comunidad de obispos mexicanos llegó a Roma para visitar al Papa y extenderle una invitación a México para 2021, Francisco la rechazó. El argumento oficial fue que había países que no había visitado aún y estaban en lista de espera. Pero trascendió en columnas internacionales que la razón fundamental era que el Papa no quería propiciar un escenario para polemizar con el presidente mexicano.
De hecho, la instrucción del Vaticano a la curia mexicana fue visibilizar a las víctimas de violencia en el país.
Por ello el nuncio apostólico Franco Coppola visitó, en abril de 2021, zonas de grave conflicto, como la Tierra Caliente de Michoacán. “A los criminales les gusta el silencio, que no se hable de sus acciones”, dijo tras su visita a Aguililla. Recalcó: “Mi intención es prender las luces y llamar la atención sobre el drama que ahí se está viviendo”.
Franco Coppola estuvo en zonas dominadas por el narco. Foto: Archivo.
Nada gustaron sus afirmaciones en la madriguera del poder, y así lo hicieron sentir a la jerarquía católica.
AMLO recibió a Coppola hasta diciembre de 2021, cuando ya se había anunciado la reasignación del prelado a Bélgica. Fue una reunión fría, según se comentó. Pero el tabasqueño posteó en Twitter: “mantuvimos una muy buena relación”.
La relación con la cúpula eclesial se congeló, la nunciatura sigue vacante. No estaba, sin embargo, cancelado el diálogo. Pero vino el asesinato de los sacerdotes jesuitas en Chihuahua y la exigencia de justicia, por parte de la CEM, en voz de monseñor Ramón Castro:
“Esperamos una respuesta a la altura de las circunstancias por parte de las autoridades civiles en todos sus niveles. Es responsabilidad de quienes gobiernan procurar la justicia y favorecer la paz y la concordia en la convivencia social. Esta realidad de violencia nos golpea. Nuestro México está salpicando sangre de tantos muertos y desaparecidos, entre ellos 27 sacerdotes que han sido asesinados por el crimen organizado”.
Fue entonces cuando AMLO, aparentemente, enardeció, y sugirió que el arzobispo de Guadalajara había inventado la existencia de retenes del crimen en Jalisco y el cobro de piso a sacerdotes: “Puede no ser cierto o puede no ser generalizado. (…) Es que tenemos una campaña en contra”.
La respuesta de la Iglesia llegó por en voz del Papa Francisco: “Un aspecto fundamental para promover a los pobres está en el modo en que los vemos. No sirve una mirada ideológica que termina usando a los pobres al servicio de otros intereses políticos. Las ideologías terminan mal, no sirven, Tienen una relación o incompleta, o enferma o mala con el pueblo. Las ideologías no asumen al pueblo. Por eso fíjense en el siglo pasado, ¿en qué terminaron las ideologías? ¡En dictaduras! ¡Siempre! Piensan por el pueblo, no dejan pensar al pueblo”.
DUELO DE SERMONES
El encontronazo de la Iglesia católica está tocando piso ya con la base de la feligresía. El mensaje del Papa Francisco se ha reproducido no sólo en los mensajes institucionales de la CEM. Llegó a las homilías de todas las catedrales, basílicas, parroquias y vicarías.
Ya en su editorial del 19 de junio, el órgano oficial de difusión de iglesia católica en México había señalado: “Las raíces sociales se han pervertido, al grado de que algunas autoridades –cuya obligación constitucional es proteger la vida, dar seguridad a la sociedad y salvaguardar los bienes de sus gobernados– están profundamente coludidas con los criminales, y las que aún no lo están, temen aplicar la ley, pues está de por medio su vida y la de su familia. ¡Vivimos un infierno!”.
Y ayer, el obispo de Cuernavaca y secretario general de la CEM, Ramón Castro, volvió a criticar la política de seguridad de AMLO. Dijo que la mayor parte de la población mexicana considera que la política “de abrazos no balazos, es una estrategia equivocada”.
Ramón Castro volvió a criticar la política de seguridad de AMLO.
Especificó, para no dejar dudas: “Nunca será lícito, ni legal, que la autoridad civil claudique de su responsabilidad en materia de seguridad y paz social: para eso tienen el poder y el uso legítimo de la fuerza. ‘Abrazos, no balazos’ es demagogia, y hasta cierto punto, complicidad”.
@estedavid