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AMLO no es el único: tumbar estatuas de presidentes es tradición nacional
Con el mismo fervor con que fueron erigidas, las estatuas de varios presidentes mexicanos han sido derribadas por ciudadanos indignados, por manos anónimas, o simplemente terminaron arrumbadas en un rincón. Vicente Fox, José López Portillo y el propio AMLO vieron sus efigies en el suelo.
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EMEEQUIS.– Con el mismo furor con que fueron erigidas, las estatuas de varios presidentes mexicanos han sido derribadas por ciudadanos indignados, por manos anónimas, o simplemente retiradas por administraciones posteriores.
No todos los mandatarios vivieron lo suficiente para ver el derrumbe de su anhelada inmortalidad. Pero Andrés Manuel López Obrador, Vicente Fox, José López Portillo y Miguel Alemán Valdés pudieron atestiguar cómo cayeron las efigies que buscaban perpetuar la memoria de sus tiempos de poder.
La de Alemán acabó dinamitada, la de López Portillo arrumbada en un depósito de chatarra, la de Fox derribada y desaparecida, la de AMLO, decapitada y pintarrajeada.
La estatua de AMLO en Atlacomulco fue vandalizada y retirada en las primeras horas del 1 de enero del 2022. Foto: Cuartoscuro.com.
Limitado por los periodos legales establecidos, el ejercicio del mando en México parece imbuir a sus oficiantes de una convicción de gloria personal, y de la necesidad de imponer a la posteridad su propia imagen como ejemplo de grandeza.
Muchos han dado su nombre a avenidas, puentes, presas o carreteras. Pero nada parece colmar sus ansias de trascendencia como la reproducción de sus rictus y sus posturas en los bronces eternos o en magníficas moles de piedra.
Las más de las veces han sido concebidas y encargadas por interesados aduladores de los mandatarios, quienes por su parte cedieron a su hora ante el halago, ya en silencio, ya entre expresiones de falsa modestia, pero eludiendo siempre dar órdenes inequívocas contra ese tipo de honores.
Deseada acaso secretamente por los mandones de la hora, pero en peligro ante las eventuales veleidades populares, las estatuas terminaron por institucionalizarse y en la antigua Residencia Oficial de Los Pinos se dispuso un andador para albergar las de todos los mandatarios. Pero el actual gobierno dispuso terminar con esa sede.
A partir de una revisión hemerográfica, EMEEQUIS presenta un recuento de aquellas estatuas presidenciales que cayeron, y de los honores tolerados entre requiebros.
La estatua de Miguel Alemán Valdés en CU era una mole imponente de siete metros y medio de altura. Acabó en suelo. Foto: Especial.
AMLO: ASÍ SE HOMENAJEA A LOS HÉROES
El caso más reciente de una estatua derribada, fue la de AMLO, que se levantó en Atlacomulco, Estado de México, en diciembre. La erigió el ayuntamiento de ese municipio, en manos de Morena. Y el primero de enero amaneció cercenada y por los suelos.
La fiscalía mexiquense abrió una investigación, y AMLO habló de los tipos de homenajes que prefiere: “Yo creo que el mejor homenaje que se ofrece a dirigentes, incluso a héroes, heroínas, es siguiendo su ejemplo, no convirtiéndolos en piedra”.
Y remató: “No me gusta lo que tenga que ver con la vanidad, el culto a la personalidad”.
Lo cierto es que hay declamaciones en honor de López Obrador, decenas y decenas de corridos sobre su vida que pueden encontrarse en las redes sociales virtuales, algunas de las cuales ha escuchado el mandatario en actos oficiales. También le han tributado murales, pinturas, y hasta ha sido comparado con Jesucristo por el famoso sacerdote católico Alejandro Solalinde Guerra.
Sólo en YouTube se encuentran al menos cuatro decenas de páginas con corridos dedicados al oriundo de Macuspana. Uno de los más famosos fue el lanzado por los Tigres del Norte en 2017, bajo el título:“El Amlo”.
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En octubre de 2019, durante un evento oficial en el que estuvo acompañado por el director del IMSS, Zoé Robledo, y por el gobernador de Puebla, Miguel Barbosa, López Obrador escuchó con ostensible regocijo el corrido “La patria es primero, me canso ganso”, que le tributaron dos niñas, Wendy y Vanessa, una de ellas en la guitarra, ambas en las voces, y acompañadas por su padre con una tuba.
También han honrado al fundador de Morena con las artes pictóricas. En enero de 2021, el alcalde morenista de Culiacán, Jesús Estrada Ferreiro, mandó pintar un mural que reproduce la iconografía oficial que distingue a la gestión de AMLO, en la que una bandera es franqueada por héroes nacionales.
Lo que queda de la estatua de AMLO en Atlacomulco se encuentra resguardada en una oficina de la Dirección de Seguridad Pública del municipio. Foto: Cuartoscuro.com.
Sólo que en el mural, titulado “La cuarta transformación”, aparecía ―en medio de José María Morelos, Miguel Hidalgo, Benito Juárez, Francisco I. Madero, y Lázaro Cárdenas― la imagen de López Obrador.
Ha habido otras muestras de culto al tabasqueño, como la declamación recitada por la adolescente Miriam Ríos Díaz en la telesecundaria “Licenciado Álvaro Gálvez y Fuentes”, en La Luz de Villa de Tututepec, Oaxaca.
Las rimas, tituladas “Juntos haremos historia, me canso ganso”, fueron redactadas por Casimiro Ríos Velasco, padre de la niña y profesor de historia en el mismo plantel.
López Obrador se quedó sin su estatua de Atlacomulco. Pero le queda otra estatua en pie. Se encuentra en el rancho Rutilandia, un rancho propiedad de Rutilio Vargas, en Santa Rosa Jáuregui, Querétaro. El dueño ha reunido ahí monumentos dedicados a diferentes personajes de la historia de México, de Querétaro, y hasta de una hija suya,.
En 2018, semanas antes de que AMLO asumiera el mando, Vargas mandó a hacer una estatua de cantera del entonces presidente electo, de 400 kilos de peso. La instaló entre las efigies de Emiliano Zapata y Francisco Villa, y puso, al pie del pedestal sobre el que se halla la del tabasqueño, una placa con la leyenda:
“Zapata y Villa lograron salvar a México con armas y sangre, el licenciado Andrés Manuel López Obrador con lucha, esfuerzo y democracia lo logrará”.
Aún le queda otra estatua a AMLO en Rutilandia. Foto: Especial.
FOX, CAPEADO Y POR LOS SUELOS
En 2007, poco después de que Vicente Fox saliera de la presidencia, el alcalde panista de Boca del Río, Veracruz, Francisco Gutiérrez de Velasco, decidió perpetuar la memoria del guanajuatense levantando una estatua en honor del exmandatario.
Colocó la figura en una vialidad la que ya había dado el nombre del expresidente: Boulevard Vicente Fox.
Apenas unos días después de levantada fue derribada por unos 80 manifestantes. Se dijo que eran militantes del PRI, éste se deslindó; otros señalaron al PRD, donde entonces era ya la figura central López Obrador.
Bañaron de huevazos a la estatua de Fox, y quedó tirada, mirando al cielo. El autor de la estatua fue el poblano Bernardo Luis López Artasánchez.
López Portillo y su estatua de bronce. Terminó destrozada y olvidada. Foto: Especial.
LÓPEZ PORTILLO: CABALGATA A LA CHATARRA
Poco antes de que concluyera el periodo de gobierno del presidente José López Portillo, el entonces gobernador de Nuevo León, Alfonso Martínez Domínguez, inauguró en San Nicolás de Los Garza una estatua ecuestre del mandatario.
El broncíneo López Portillo aparecía con su eterna guayabera, con un aspecto de madurez temprana, los rizos al aire, regiamente montado sobre el imponente potro, que alzaba las patas y se lucía el detalle de la bota incrustada en el freno.
Era una obra del barcelonés Luis Antonio Sanguino de Pascual, que muchas obras creó para México: distintos bustos de Juan Pablo II en bronce, alusivos a su visita a México, esculturas del exgobernador mexiquense Gustavo Baz; y de cuerpo entero, también en bronce, de los expresidentes Miguel Alemán, Adolfo López Mateos y Lázaro Cárdenas, para la residencia presidencial.
La estatua ecuestre de López Portillo se colocó en el cruce de la avenida Sendero y Carretera a Laredo en los límites de los municipios de San Nicolás y Escobedo donde permaneció trece años.
Fue retirada en junio de 1995, durante la administración municipal del panista Adalberto Núñez. Ya antes había sido vandalizada pero restaurada.
Largos años se ignoró su paradero. Ya en 2011 apareció mutilada y andanada en un lote de autos usados. Al parecer fue rematada en una subasta de cacharros inútiles acumulados por el gobierno del estado. Su destino final fue un lote de chatarra ubicado en el municipio de Cadereyta Jiménez.
MIGUEL ALEMÁN, DINAMITADO
El presidente Miguel Alemán Valdés fue uno de los que cedió sin mayor pudor a los elogios interesados que procura el poder. Gobernó de 1946 a 1952. Él mismo buscó inmortalizar su nombre en obras materiales: el Viaducto de la ciudad de México, escuelas, presas, unidades habitacionales, la avenida costera de Acapulco y hasta una estatua a su imagen en la Ciudad Universitaria.
La estatua se colocó muy cerca de la Biblioteca Central y de la Rectoría. Era una mole imponente de siete metros y medio de altura en la que el mandatario aparecía de cuerpo entero con la imagen de un patricio, vestido de toga, un libro aprisionado en una de sus manos.
Era una obra del escultor Ignacio Asúnsolo ―autor también del Cristo del Cerro del Cubilete― y había costado 409 mil pesos de la época. Era obra del escultor , quien la hizo mientras se edificaba Ciudad Universitaria, durante el gobierno de Miguel Alemán . En ella se representaba al entonces Presidente de la República de cuerpo entero. Fue inaugurada el 18 de noviembre de 1952.
El 10 de agosto de 1960 un grupo de jóvenes universitarios se concentró frente a la estatua de Miguel Alemán, en Ciudad Universitaria. El movimiento estudiantil de la hora se había radicalizado, al que se sumaban trabajadores ferrocarrileros y maestros insurrectos.
Habían sido prohibidas y disueltas con violencia policiaca varias manifestaciones.
Con o sin autorización, volverían a tomar las calles el 12 de agosto para expresar públicamente su inconformidad. Varios estudiantes lanzaron piedras contra la estatua de Miguel Alemán. Se rumoraba que el expresidente era candidato a la Rectoría de la UNAM en las elecciones del Consejo Universitario de febrero de 1961.
El 12 de agosto, en un mitin en CU, los estudiantes decidieron derrumbar el monumento a Miguel Alemán. Unos 50 estudiantes excavaron alrededor de la estatua y colocaron cartuchos de dinamita, pero las cargas no detonaron.
En la madrugada del 14 de agosto hubo un nuevo intento y esta vez sí explotaron. La cabeza de bronce rodó, sobrevivieron los brazos, parte del tórax, no mucho más. Pero el monumento fue restaurado.
En 1966, durante una nueva agitación estudiantil, volvió a sufrir un atentado dinamitero más. Las autoridades la retiraron. Desapareció entonces sin dejar rastro cierto de su destino.
@estedavid