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Pepe Mujica y Santiago Creel
El expresidente uruguayo reconoció al panista con la frase: “sin pluralidad y voces críticas no hay democracia”, después de que, en el desfile militar del 16 de septiembre, se anunció a la GN como “una nueva rama” de la Sedena, aunque falta la ratificación del Senado
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CONFIDENTE EMEEQUIS
EMEEQUIS.― Pepe Mujica le dijo a Santiago Creel Miranda que la democracia es lo mejor que tenemos y lo felicitó por ser un opositor que asume esa postura y en estos momentos. El escenario, la plancha del zócalo de la Ciudad de México y en el contexto de la militarización de la seguridad pública.
El presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, como el exmandatario uruguayo, formaron parte de los invitados al Desfile Cívico Militar del 16 de Septiembre para celebrar el Aniversario de la Independencia de México, que en esta ocasión tuvo peculiaridades que hay que destacar.
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Se consumó el traspaso del mando de la Guardia Nacional (GN), en términos formales, porque reales siempre lo tuvo, de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC) a la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena). Es una cuestión que viola la Constitución y todos lo saben.
Se salta, además, lo que se resolvió en la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) en las acciones de inconstitucionalidad de la Ley de Seguridad Interior (1/1996 y 6/2018) y de lo que dicen muy claro las sentencias de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH, Alvarado Espinosa y otros vs. México, 2018).
En términos convencionales está establecido que las Fuerzas Armadas sólo intervengan en asuntos de seguridad pública en situaciones extraordinarias, de forma regulada, fiscalizada y siempre bajo el mando civil. Nada de esto ocurrirá.
Por eso es interesante el diálogo de Mujica con Creel Miranda, ya que para nadie puede pasar desapercibida la afirmación del expresidente de Uruguay al señalar que “sin crítica no hay democracia”, momentos después de que el diputado panista no aplaudió el anuncio del carácter militar de la GN, que en realidad está borrando a los civiles de una de las tareas más sensibles en una sociedad de derechos. Toda una estampa, ya que el único opositor era el propio Creel Miranda y en un ambiente marcial.
Mujica tiene una experiencia que proviene, inclusive, de los 13 años que pasó en la cárcel, producto de su militancia en el Movimiento Tupamaro y de la llegada de los militares al poder en 1973. En condiciones nada sencillas, cultivó muchas de las convicciones que lo han acompañado a lo largo del tiempo.
Su historia está llena de peripecias y lecciones, pero quizá, de entre estas últimas, la más poderosa radique en que el ejercicio de la política puede desarrollarse dentro del respeto a los otros, la protección de la crítica y aún de las disidencias, asuntos en los que sin duda coincide con Creel Miranda, pero quién sabe si con los integrantes de la 4T.
Mujica pertenece a una izquierda que, ya en el poder, privilegió la defensa de la democracia y su fortalecimiento. El Frente Amplio que lo llevó al poder, se distancia de modo evidente de experiencias como las de Venezuela, Bolivia y Ecuador, donde lo que se instalaron fueron regímenes de corte populista y bastante dañinos.
En el poder, el líder histórico de la izquierda uruguaya, nunca traicionó lo que ofreció en campaña y por ello impulsó iniciativas como la despenalización del aborto, el matrimonio de personas del mismo sexo y la regulación menos rígida de la mariguana, bajo la tutela del Estado. Aplicó un programa ortodoxo en economía, pero con distribución de la riqueza por la vía tributaria, con un gasto social directo.
Hace algunos años, Mujica le dijo al periodista Gabriel Lerman: “la vida me enseñó que siempre se puede estar peor. De ahí que luchar por la democracia, aunque sea injusta y llena de desigualdades, vale la pena. A pesar de todos los pesares.”
Pero le advirtió también de los malos augurios que se dibujan en el horizonte: “no se puede ser neutral. Estamos a las puertas de una revolución tecnológica que permitirá que, en el futuro, sea posible entrar y controlar la conciencia de las grandes masas. Ninguna dictadura militar en la historia de la humanidad ha tenido esos recursos”.
LOS 11 QUE FALTAN EN EL SENADO
Lo que le falta a Morena para lograr que los militares permanezcan por una década más en tareas de seguridad pública son 11 senadores. Algunos votos los obtendrán del PRI, porque Alejandro Moreno se encargará, como presidente de ese partido, de convencerlos o presionarlos. Pero no les alcanzará únicamente con esa operación y seguramente Ricardo Monreal intentará buscar en otras bancadas, pero no en la del PAN, porque dejaron muy claro que todos van en contra.
@jandradej
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