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Iguala, el imperio criminal de José Luis Abarca
José Luis Abarca creía que Iguala era suya, por eso ordenó que mataran a los estudiantes de Ayotzinapa, “que los chingaran a discreción”. Lo relevante es que sus órdenes fueron cumplidas por criminales y policías coludidos.
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CONFIDENTE EMEEQUIS
EMEEQUIS.– José Luis Abarca decía que Iguala era suya, y no le faltaba razón. Dueño de Plaza Galerías Tamarindos, que requirió una inversión de 300 millones de pesos, se sentía en la cúspide del poder.
Supo construir toda una red de apoyos a nivel municipal, estatal y federal. Esquivó acusaciones de todo tipo, hasta que el maremoto que significó la noche de Iguala terminó con su carrera política y con su libertad.
Pero el 26 de septiembre de 2014, se sentía en toda la plenitud del poder y la impunidad que suele conllevar. Por eso ordenó que mataran a los estudiantes de Ayotzinapa, “que los chingaran a discreción”, en una reacción de furia que lo describe muy bien. Sus socios del grupo criminal de los Guerreros Unidos le siguieron el paso y las cosas acabaron de modo terrible.
En un principio se pensó que los ataques contra los normalistas se generaron porque querían interrumpir el informe de actividades del DIF que rendiría María de los Ángeles Pineda, la esposa del alcalde. No fue así, todo era mucho peor.
De acuerdo con las indagatorias, presentadas por la Comisión de la Verdad, pudieron suceder tres cosas, no excluyentes: Que los Guerreros Unidos detectaran a algún miembro de Los Rojos entre los alumnos de la normal de Ayotzinapa; que los estudiantes que llegaron en camionetas, hayan sido percibidos como células de adversarios y que en el quinto camión, de los que estuvieron secuestrados por los alumnos de la Escuela Normal Rural Isidro Burgos, tuvieran droga y dinero que requería ser recuperado.
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El contexto importa. En ese momento había una fuerte disputa territorial entre los Guerreros Unidos y Los Rojos, por lo que las alertas estaban encendidas.
Abarca lo último que quería, era que “le calentaran la plaza”.
En efecto, la mecánica de terror que desplegó, requería de motivos más poderosos que la irrupción en un festejo protocolario en el que estaba congregada toda la sociedad del municipio. Lo que estaba en juego, creía él, era el control territorial y el negocio de las drogas.
Lo relevante es la potencia que tuvieron las órdenes del alcalde, quien alineó a criminales y a policías coludidos con ellos.
Los policías de Iguala estaban acostumbrados a la brutalidad y la impunidad. El Grupo de Fuerzas Especiales al que llamaban “Los Bélicos” se ocupaba de las tareas más sucias. Esa madrugada hicieron gala de todas sus malas artes.
La Comisión de la Verdad no desplaza a la verdad histórica, más bien la proyecta en toda su magnitud. Jesús Murillo Karam, el entonces procurador, se quedó corto. En efecto, los Guerreros Unidos fueron los perpetradores del crimen, pero lo hicieron desde operaciones diversas: la incineración, el machete, cortando los cuerpos y metiéndolos en bolsas, y la descomposición de los cuerpos disolviéndolos en ácido. Esto último lo reveló un sujeto al que apodan “El Moreno”, quien acepta haber “cocinado” a cinco de los muchachos y que, si no lo hizo con más, es porque “no tenía el material suficiente”.
LA NOCHE DE LOS CORONELES
Un aspecto inquietante, es que ahora se involucre a un coronel del ejército, José Rodríguez Pérez –quien era el responsable del 27 Batallón de Infantería y años después sería promovido a general de división–, en el asesinato de seis de los normalistas. Las evidencias conocidas se refieren a una llamada anónima al 089 por la que se habría sabido que los tuvieron retenidos por algunos días con vida. No está claro cómo es que se deduce que el mando militar se deshizo de sus víctimas.
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Pero al margen de la eficacia legal, esto lejos de debilitar las responsabilidades locales, las refuerza, porque da pistas de control del propio Abarca sobre cada pieza del motor del poder en la región. El coronel, horas antes de la batalla que se desató en Iguala, había estado en el festejo de la titular del DIF.
Habrá que esperar para conocer el calibre de las pruebas y la capacidad de la FGR para sustentarlas.
EL GIEI Y LA VULNERACIÓN DE LAS INDAGATORIAS
Los integrantes del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI) están en un papel cuya consistencia nadie puede negar: torpedeando las indagatorias. Las de antes y las de ahora. Por lo pronto van a insistir en continuar la búsqueda con vida de los estudiantes normalistas.
Es una expectativa imposible y lo saben, pero así son ellos, y ahora le tocará a Alejandro Encinas padecerlos.
@jandradej