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AMLO envía apagafuegos con la Iglesia, pero las llamas no ceden
Tras el encono de los religiosos por el asesinato de los dos sacerdotes jesuitas, AMLO encargó enderezar la relación a uno de sus alfiles: César Yáñez. Sin embargo, los párrocos insisten en revisar la estrategia de seguridad, lo que podría empañar las aspiraciones de Morena de quedarse con Edomex y Coahuila en 2023.
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EMEEQUIS.– El frente abierto por AMLO con la jerarquía católica, a la que colocó el mes pasado dentro de la “mafia del poder”, se ha convertido en un boquete que el tabasqueño ahora busca remendar a toda velocidad.
De entrada, el jefe máximo del morenismo mandó reanudar las actividades de la Dirección General de Asuntos Religiosos (DGAR), que bajó sus cortinas ¡por más de dos años! La había mandado a cerrar en mayo de 2020, por la pandemia, y ordenó su reapertura el 22 de junio.
Como segunda medida concretó un enroque entre el temible Rabindranath Salazar Solorio, quien hasta el mes pasado se venía desempeñando como subsecretario de Desarrollo Democrático, Participación Social y Asuntos Religiosos, y César Yañez, que tenía la coordinación general de Política y Gobierno de la Presidencia de la República.
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Y es que después de la burla y el desdén de AMLO hacia los religiosos, que se atrevieron a pedirle que revise su “estrategia de seguridad” tras el asesinato de dos sacerodotes jesuítas en Chihuahua, el discurso de los prelados subió de tono.
Ahora, la intención es recomponer a toda velocidad la relación con los prelados, y hacerlo lo más pronto posible. Al menos eso es lo que ha alcanzado a colarse hasta los oídos y miradas indiscretas de Palacio.
La premura presidencial radica, según esto, en una prioridad: que el discurso eclesial crítico de la política obradorista sea acallado antes de las elecciones del próximo año en Coahuila y el Estado de México.
Y es que el presidente no quiere miles de megáfonos, sí, miles, según se dijo, cuestionando por los púlpitos del país su heróica gesta, lo que podría lastimar sus expectativas electorales del próximo año.
César Yáñez Centeno, subsecretario de Desarrollo Democrático Participación Social y Asuntos Religiosos.
PRIMEROS PASOS
Pero al parecer la estrategia no ha funcionado. Los esfuerzos de Yáñez como interlocutor presidencial con la clerecía, quien ha probado con modos suaves y serenos para ablandar a los ensotanados, al parecer no ha dado resultados. Es muy pronto.
Y es que los curas se hallaban ya en un proceso de distanciamiento del gobierno y han dado rienda suelta a sus críticas: que sí el país es un río de sangre, que si la estrategia de los brazos está fallando, que si AMLO siembra discordia, que si separa hermanos, que ya que tanto exige perdones él lo pida por la Guerra Cristera.
Pero lo que más le alarma al presidente es que los ensotanados anden pidiendo a su grey que “todos voten y mediten su voto”, com si el pueblo que escucha los sermones cada domingo a lo largo y ancho del territorio nacional tuviera la necesidad de estar meditando, ¡hágame el favor!
El caso es que Yáñez, nombrado apenas el 29 de junio, ha topado con pared, al menos hasta ahora. Antes que ceder, le han precisado el tamaño del megáfono que tanto teme AMLO: 95 diócesis, 7 mil 165 parroquias, y “otros centros pastorales” que ascienden a 7 mil 786.
Pero seguirá en el empeño. Eso sí, de la anterior interlocutora de AMLO con los obispos, su mujer, Beatriz Gutiérrez, nada quiere saberse en las sacristías.
NO ESE TIPO DE DIÁLOGO
Mientras el gobierno desplegaba sus esfuerzos de conciliación, la curia implementó una “Jornada de Oración por la Paz” en el país, que comenzó el 10 de julio y culminará el cierre de mes.
Según difundió en su órgano oficial, Desde la Fe, la idea es pedir “a Dios por las víctimas de la violencia, así como por nuestros gobernantes, nuestros pastores y todos quienes habitamos este hermoso país, incluidos quienes hacen el mal”. El primer pasos fue que “en todas las parroquias del país” se celebraron “misas en memoria de los sacerdotes, religiosos y religiosas que han sido asesinados”.
Y a lo largo del mes, se siguieron celebrando dichos oficios religiosos “en lugares significativos de la República Mexicana, que representen a todas las personas que han desaparecido o sufrido una muerte violenta en México”.
Eso sí, explicaron al iniciar que esta Jornada no es contra el presidente Andrés Manuel López Obrador ni contra su partido, sino contra un sistema que ya fue superado por la violencia y la impunidad, y rechazaron que “estén impulsando la violencia para alcanzar la paz”.
La iglesia ha explicado también que no es que no quiera diálogo. Por el contrario, ha manifestado: “Deseamos que exista una apertura al diálogo entre autoridades de gobierno y quienes conformamos la sociedad civil, en el que participen académicos, empresarios, especialistas en procesos de paz, líderes de organizaciones sociales, y en el que se nos permita compartir nuestras experiencias. Un diálogo que abone a una estrategia efectiva de pacificación nacional”.
Pero no es eso exactamente lo que se tiene en mente en Palacio Nacional. De hecho, hay un llamado que irrita, pero sobre todo inquieta en las señoriales cámaras de Palacio. Y es que los curas, convocaron a que “asumamos todos la tarea de construir la paz, desde la familia, desde las aulas, desde nuestras comunidades vecinales y círculos sociales, buscando siempre la unidad nacional”.
Ninguna gracia le hizo el reporte al tabasqueño. Según lo que se supo, la orden es seguir intentando desactivar esa cantaleta, “sí o sí”, porque “el tiempo nos está comiendo”.
@emeequis