Claudia vs Clara: la pugna por reparto del pastel capitalino

El palomeo de candidatos ha confrontado a quien busca la silla presidencial con la que busca la capital. En el registro de Claudia Sheinbaum ante el INE cuentan que la tensión era evidente. Y la foto de los gobernadores habla más que mil palabras: Brugada en el lugar más alejado posible.

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Brugada, en el lugar más alejado de Claudia en la foto de su registro. Batres la puso en sus redes sociales.

EMEEQUIS.– En el evento de registro de la candidata presidencial Claudia Sehinbaum ante el Instituto Nacional Electoral (INE), efectuado el domingo pasado, según nos dicen, unos estaban contentos y “otros más que otros”.

En contraste con las exultantes sonrisas de los personajes ubicados más de cerca Sheinbaum, a Clara Brugada, candidata morenista a gobernar la Ciudad de México, la mandaron a la “silla de honor”,  todavía después de Martí Batres y Fernández Noroña, allá en el último lugar del presidium, donde la exalcaldesa de Iztapalapa lució una sonrisa forzada para la foto.

No era un asunto trivial: la fotografía se planeó como una muestra de cohesión de los máximos jerarcas morenistas y los 22 gobernadores del obradorismo en torno a la “heredera” de la 4T. De hecho hasta mandaron colocar una manta con la leyenda: “Unidad y Movilización”.

Pero las cosas no salieron como estaban previstas, primero porque “la nota” se la llevó la “Marcha por nuestra Democracia”, que ocupó prácticamente todas las portadas de los diarios capitalinos, y en segundo término, porque la atmósfera era tan pesada, según cuentan algunos  asistentes, que “zumbaba” como un detector de radicación.

Y es que ya nadie puede ocultar el encono que domina el contacto de los equipos de la campaña presidencial y de la campaña al gobierno capitalino de Morena, tras los desencuentros desatados por la definición de candidaturas a diputaciones y alcaldías.

A tal punto ha escalado, según nos dicen, que los canales de comunicación entre ambas candidatas se encuentran cerrados de momento, y lo peor es que parece el preludio de un descalabro mayor en las filas oficialistas de la capital del país.

El hecho que habría dejado las cosas en tal estado de tensión fue la reciente reprimenda que Sheinbaum le metió a Brugada, a quien habría dicho, palabras más, palabras menos: “Bueno, ¿quieres la candidatura o quieres poner candidatos? Tú dinos. ¡Ya me cansé!”.

LA HERENCIA RECLAMADA

Y es que todo se desató por el duelo de vencidas protagonizado por las morenistas, en las que se pusieron en juego toda clase de presiones. Por una parte el poder de la campaña presidencial que cuenta con el respaldo de Palacio, según reiteran los voceros del equipo claudista cuando viene al caso y cuando no.

Y en la otra esquina, la amenaza: “tendrán el respaldo presidencial, pero nosotros tenemos la estructura territorial”.

Aunque la disputa es más amplia, el nudo de la discordia se desató por las nominaciones a las alcaldías de Iztapalapa, donde Brugada pedía mano para designar, y en Gustavo A. Madero, donde uno de sus principales apoyos, el alcalde en funciones, Franciso Chíguil, resultó políticamente damnificado.

Brugada habría expresado en las reuniones tendientes a las nominaciones, que le asistía el derecho de definir en la alcaldía donde había construido una estructura electoral tan eficaz, y proponía a la diputada local Martha Ávila Ventura, coordinadora de la bancada morenista en la legislatura capitalina.

Pero le respondieron que nadie tenía derecho a heredar los cargos que había ocupado, por más eficiencia que hubiesen demostrado.

“¿En serio?”, habría repuesto la candidata a gobernar la capital del país con una ceja levantada. Pero más allá de cualquier otra alusión, habría preguntado: “¿Y entonces Monreal tiene escriturada la alcaldía Cuauhtémoc?”. Y es que al poderoso senador zacatecano no le negaron la postulación de su hija Catalina Monreal Pérez en esa demarcación.

Fue la gota que derramó el vaso. Entonces fue cuando le habrían preguntado si quería ser candidata o poner candidatos, y ya sólo le informaron: “Va Aleida”.

La designación de Aleida Alavez Ruiz como candidata para Iztapalapa, que ha sido diputada casi 21 años al hilo ―tres curules locales, cuatro federales―, y dos veces subdelegada de Iztapalapa, acusan sus detractores, constituye un reagrupamiento y un empoderamiento de René Bejarano. En efecto, Aleida Alavez nació políticamente en el seno de la tribu bejaranista.

Y además, concluyen, la designación de Dolores Padierna, esposa de Bejarano, en el Distrito 4, que comprende parte del sur iztapalapense, así se los confirma. Padierna lleva 15 años como legisladora federal y tres como diputada local.

Pero el conflicto también estalló en Gustavo A. Madero, donde el alcalde Francisco Chiguill ―uno de los principales apoyos de Brugada―, quien nada más ha gobernado esa demarcación dos veces, y que ahora quería darse como sucesora a su esposa, la diputada Beatriz Rojas.

Pero no: el alto al mando, como dice cierto editor de cuyo nombre no quiero acordarme, decidió que el candidato fuera Janecarlo Lozano, les guste o no les guste.

La ruptura fue más clara en esa plaza: Chiguill no se presentó en el acto de unidad en torno al candidato y habría dado instrucciones a su esposa de rechazar la postulación para reelegirse como diputada local por el distrito 7, un premio de consolación que la pareja considera muy precario.

Originalmente, para destrabar el conflicto, los operadores de la campaña presidencial y los de Clara Brugada ya habían acordado la nominación de una tercera en discordia:  la diputada Yuri Ayala. Pero habría intervenido el jefe de gobierno, Martí Batres, operador principal de Brugada, y se encaprichó con que el gallo fuera el diputado Arnulfo Cravioto, si el claudismo no aceptaba a la esposa de Chiguill.

EL EJE DEL MAL Y LAS BRASAS DEL RENCOR

Se rompió así una unidad que estaba sostenida de alfileres. La relación de Claudia Sheinbaum con Clara Brugada y Martí Batres quedó tocada desde que ambos operaron para tirar la nominación del exsecretario de Seguridad Pública de la capital, Omar García Harfuch, al gobierno de la capital.

Están frescas las grabaciones de Batres dando instrucciones para atacar en la prensa a García Harfuch, que negaron todos los involucrados, incluso con la versión de que se trataba de voces creadas con inteligencia artificial.

Luego vino la fallida ratificación de Ernestina Godoy como fiscal capitalina, que en la oficina de Sheinbaum se calificó como una expresión de ineficacia, sino es que un sabotaje, instigados desde el Palacio del Ayuntamiento.

De modo que sólo falta la puntilla. De entrada, los agraviados por el presunto despojo del derecho de designar candidaturas, Brugada y Chíguil, ya amenazan con una postura de “brazos caídos” de sus estructuras territoriales para la elección en Iztapalapa y Gustavo A. Madero, salvo para la elección de jefa de Gobierno. Dos demarcaciones que por sus dimensiones poblacionales pueden definir el triunfo o la derrota en la Ciudad de México.

@emeequis



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