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Los jefes de la DEA y sus enredos
Hay que ser precavido con las historias que suele contar la DEA, porque siempre hay algo tras bambalinas que, con frecuencia, no es nada gratificante. Sus testigos colaboradores y protegidos suelen ser como la corte de los milagros. ¿Qué hay detrás del caso García Luna?
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CONFIDENTE EMEEQUIS
EMEEQUIS.– La DEA es una agencia podrida. Múltiples conflictos la rodean, por lo que es difícil separar los frutos buenos de los malos. Esto cobra relevancia, porque sus agentes suelen hacer indagatorias fuera de Estados Unidos, que llevan a capturas de criminales, pero que también comprometen a las agencias de seguridad de los lugares donde actúan.
Nuestro país ha sido víctima de intrigas de carácter internacional, porque las agendas de la DEA no suelen estar alineadas a sus contrapartes y, por el contrario, tratan con desprecio a los policías de otras naciones.
Por eso detuvieron al general Salvador Cienfuegos, en Los Ángeles, California, con una indagatoria nada sólida y que no pasaría ni el menor filtro de legalidad.
Querían vengarse de la distancia establecida por el Ejército mexicano, donde siempre han sido reacios a participar en las operaciones de la agencia y entrar en sus enredos.
El gobierno de México cabildeó con el Departamento de Justica y la Casa Blanca, para evitar que se consumara lo que era una acción indebida y que, por lo demás, vulneraba los acuerdos de colaboración.
Inclusive la situación motivó que se establecieran reglas muy duras para la acción de agentes extranjeros en territorio mexicano, quienes tienen la obligación de informar sobre sus actividades a la Secretaría de Relaciones Exteriores.
Los expedientes fallidos de la DEA son muchos y nada inocentes. Quizá el más espectacular, en lo que se refiere a nuestro país, sea el que respecta al homicidio de Enrique “Kiki” Camarena, donde llegaron a propiciar secuestros para que presuntos implicados fueran depositados, con la participación de agentes de la Policía Judicial Federal, en la línea fronteriza y ahí proceder contra ellos.
Algo así podría señalarse en el caso de Genaro García Luna, aunque este no recibió ayuda alguna, porque es uno de los objetivos para desprestigiar a gobiernos del pasado, donde las acusaciones que lo tienen tras las rejas fueron producto de testigos aleccionados por la propia agencia antinarcóticos.
Son dos varas, la del general y la del exsecretario, pero no debería perderse de vista que ese tipo de capturas proceden de estrategias que se prolongan en el tiempo y suelen comprometer la soberanía de los socios.
Pero todos estos asuntos se vuelven inquietantes, cuando se observa que, en el equipo de Anne Milgram, la administradora de la agencia, no se encuentran los mejores perfiles.
Louis Milione, el segundo al mando en la DEA, tuvo que dimitir, porque durante cuatro años trabajó como consultor de empresas farmacéuticas, entre ellas Purdue Pharma, responsable de una grave epidemia adictiva por la venta y promoción de OxyContin.
Milione había dejado la agencia en 2017, por lo que le tocó un periodo especialmente grave en lo que respecta a la utilización de opioides, la que terminó con el pago de una multa por 4 mil 500 millones de dólares que tuvo que desembolsar la familia Sackler, propietarios de Purdue Pharma, como indemnización a las víctimas que causó el OxyContin y para evitar perder toda su fortuna.
Durante el lapso más delicado de las disputas judiciales, ahí estuvo Milione, asesorando a 600 dólares la hora, para que los empresarios pudieran salir del entuerto.
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El asunto es todavía más grave, como se estableció en una nota de la Associated Press (AP), ya que Milione, en su primera etapa en la DEA, la que se prolongó por décadas, estuvo a cargo de la División que controla la venta de narcóticos que son altamente adictivos.
Milione tenía que saber que estaba respaldando a empresarios sin escrúpulos, dispuestos a mentir a cambio de continuar con sus enormes ganancias.
En la actualidad es el fentanilo la principal alarma, pero la utilización de opioides viene, precisamente, de apuestas como las de Purdue Pharma, quienes desplegaron campañas publicitarias, eficaces y agresivas, que estaban generando una oleada de adicciones.
Por eso Milione se tuvo que ir de la DEA, porque al poner el foco en su biografía, la posibilidad de conflicto de intereses se hizo evidente.
De ahí que se tenga que ser precavido con las historias que suele contar la DEA, porque siempre hay algo tras bambalinas que, con frecuencia, no es nada gratificante.
Por eso sus testigos colaboradores y protegidos suelen ser la corte de los milagros, a la que ahora hay que sumar a los consultores.
@jandradej
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