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La campaña del 2024 y la izquierda verde olivo
Morena iniciará el proceso electoral para 2024 justamente en sentido contrario de 2018, se pasó de la exigencia de regresar a los soldados a los cuarteles, a la urgencia de que permanezcan en la calles, como es el deseo de AMLO, según su anuncio de una reforma constitucional a fin de su mandato para lograrlo
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CONFIDENTE EMEEQUIS
EMEEQUIS. El presidente López Obrador ya planteó los términos de la campaña del 2024, anunciando que requiere de una mayoría calificada en las cámaras legislativas que permita concluir su proyecto de militarizar la seguridad pública.
El 1 de septiembre del próximo año, enviará una iniciativa en ese sentido. Confía en que quien tenga la calidad de presidente electo en ese momento lo respalde a cuatro semanas de dejar el poder.
Las vueltas de la vida. La campaña de Morena en el 2018 fue justamente en sentido contrario de lo que ocurrirá en unos meses. Se pasó de la exigencia de que los soldados vuelvan a los cuarteles, a la urgencia de que ya no lo hagan.
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El poder cambia las perspectivas, pero en el caso de López Obrador lo hizo a una profundidad que nadie hubiera imaginado en el verano de su triunfo.
Se tenían evidencias, más que claras, sobre su renuencia a las instituciones y su malestar con cualquier tipo de equilibrios, pero su debilidad por los militares no.
Con el tiempo sabremos si se trató de una estrategia, con la planificación y prospectiva del caso, o de una ocurrencia que se transformó en eje de todo un mandato y que ahora pretende que lo trascienda, al menos si su partido es favorecido, de nueva cuenta, con el voto ciudadano.
Pero algo ocurrió, después de su triunfo, cuando los propios militares iniciaron una tarea de acercamiento, para mostrarle al próximo mandatario, las capacidades institucionales y la lealtad de la milicia. Se dio cuenta López Obrador, supongo, de lo que no vio durante décadas y en particular de la necesidad de mantener a las fuerzas armadas en tareas de seguridad pública.
Quizá estos contactos fueron los que sirvieron, con posterioridad, para que el primer mandatario no cayera en la patraña montada por la DEA contra el general Salvador Cienfuegos, ex secretario de la Defensa Nacional.
A estas alturas es claro que uno de los principales pilares en los que se apoya el presidente son los militares, llamados a tareas que no les corresponden y en las que han cobrado un protagonismo que no tenían desde la llegada de Miguel Alemán a Los Pinos, cuando inició una tradición civilista que atajó el poder de los generales revolucionarios.
Habrá consecuencias de los cambios que se propiciaron en los últimos años. Es probable que quien gobierne, y más allá del partido que se alce con la victoria, tendrá que convivir y operar en un escenario donde las fuerzas armadas tendrán, como tienen, un papel protagónico.
En términos electorales, López Obrador ya colocó el tema que más le interesa en la mesa, y por ahí tendrán que seguirlo los aspirantes morenistas a la candidatura. ¿Estarán de acuerdo en que se les imponga lo que se será una especie de candado sobre sus propias ideas en términos de seguridad? ¿Sabrán de las implicaciones internacionales que puede tener un cambio constitucional de esas magnitudes? ¿Es esa una política que se apega a las tradiciones progresistas de la izquierda?
Conociendo las rutinas de Palacio Nacional, es seguro que no les corrieron ni la cortesía, a Marcelo Ebrard, Claudia Sheinbaum y Adán López Hernández, de avisarles sobre el fierro caliente que tendrán que agarrar, lo quieran o no.
En los hechos, López Obrador ya anunció su aspiración de trascendencia y sus reflejos para amarrar lo que se pueda amarrar en los próximos meses.
Para la oposición también plantea un reto, en el que tendrán que explicar con claridad que la construcción de la paz está relacionada con instituciones policiacas civiles, profesionales y apegadas a los derechos humanos. Que las democracias en el mundo no optan por encargar a los soldados las tereas de enfrentar a la criminalidad, porque eso suele terminar mal y no es lo adecuado.
Esto no implica que se rechace a las fuerzas armadas, ni mucho menos. Es más, en el PRI, PAN y PRD debieran recordar el respaldo que siempre les dieron a los soldados, mientras en Morena los denostaban y acusaban de toda clase de fechorías.
López Obrador ya esbozó el laberinto en el que quiere encerrar la contienda y es cosa de no permitirlo, porque esta se podría resumir en el respaldo o rechazo al Ejército y eso es peligroso.
@jandradej
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