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Alejandra Del Moral, lo que resiste
Las elecciones están a la vuelta de la esquina, pero Alejandra del Moral tiene a su favor que conoce el Estado de México, sus necesidades y áreas de oportunidad.
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EMEEQUIS.– Todo puede cambiar en un instante. El 16 de enero de 2002, Alejandra del Moral fue secuestrada en Naucalpan, Estado de México. Tenía 18 años. Era 2002. Seis días duró el cautiverio en una casa de seguridad en Iztacalco.
A los secuestradores los encaró y les dijo: “¿Por qué me vas a pegar?” No lo hicieron, la trataron con relativo cuidado, aunque permaneció amarrada y con los ojos vendados por al menos 168 horas, quizá las más difíciles de su vida.
Del Moral está convencida de que se trató de un hecho casual, de la acción de una banda que estaba buscando víctimas y no de un procedimiento estudiado.
Se capturó a los responsables y fueron identificados porque Del Moral los alcanzó a ver por las fisuras en la cinta con la que le taparon los ojos. Tres años y medio duró el proceso contra ellos, visitas al juzgado y careos, en una situación que requiere de la entereza que sólo pueden tener las víctimas de un suceso de esas magnitudes. “Eso marca mi vida y mi fortaleza”, sostiene Del Moral y ello da sentido a que uno de los ejes que la definen sea justo el de la valentía.
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Una experiencia profunda en la que conoció el miedo. De ahí proviene su determinación de transformar el enojo en participación política y decantarse por la carrera de derecho en lugar de la medicina, lo que habría sido continuar con el legado de su padre.
Estaba enojada con el mundo entero después de lo ocurrido. Tenía la alternativa de quedarse en “la comodidad de la queja” o de cambiar las cosas. Decidió lo segundo y a los 25 años ya era presidenta municipal.
Del Moral es cauta con lo que le ocurrió hace dos décadas, pero decidió contárselo a Jorge Van Rankin en una charla que transcurrió en la esfera de lo personal y que muestra a la candidata del PRI, PAN y PRD a la gubernatura del Estado de México en una faceta sin los agobios de la política, aunque nunca se desprende de sus ejes y rutinas.
Del Moral sostiene que se dedica a la política porque cree que la sociedad no está condenada a la desdicha. Está convencida de que las mejorías tienen que provenir de cada uno, de su esfuerzo.
Y desde esa perspectiva, su mirada y sus ideas pueden ser interesantes ante uno de los temas más urgentes en su estado y en el país entero, el de la seguridad. Es ahí donde la comprensión de los sucesos puede hacer la diferencia y más aún en un momento en que no hay señales de que las cosas puedan por lo menos atenuarse, cuando las víctimas de los delitos están en una situación de olvido.
Tan solo en ello, en conocer el significado de la seguridad pública y de la necesidad de que funcione para los ciudadanos, existe una amplia carretera por la que hay posibilidades de avanzar.
Las elecciones están a la vuelta de la esquina, pero tiene a su favor que conoce el Estado de México, sus necesidades y áreas de oportunidad. Proviene del PRI, pero no del que tiene las raíces en Atlacomulco, sino del que se forjó en la zona conurbada, donde sí se conoció la alternancia en los municipios y con los requerimientos de convencer a sectores politizados y exigentes. Representa a un nuevo priísmo y tiene una trayectoria limpia.
Puede convertirse en la primera gobernadora del Estado de México, pero tiene una tarea enorme en las próximas semanas, ya que se enfrenta a toda la maquinaria del gobierno federal y a la fuerza territorial de Morena. En sentido estricto, es una de las contiendas más complicadas y competidas de la historia.
A Del Moral la acompañan liderazgos importantes, de fuerzas políticas que fueron adversarias hasta hace apenas unos años. Un mérito, pero a la vez una exigencia cotidiana de hacer política y bien hecha.
Sería toda una lección que aquella joven que enfrentó lo que nadie debe enfrentar, esté en posibilidades de mostrar, ya en el gobierno, la madera de la que está forjada.
@jandradej
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