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Chabelo, la vida es una Catafixia
Chabelo tuvo que dejar de hacer su programa en 2015. El modelo de negocio se hizo inviable, porque estaba sustentado en la promoción de golosinas y pastelillos.
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CONFIDENTE EMEEQUIS
EMEEQUIS.– Para varias generaciones, Xavier López “Chabelo” significó un referente. A lo largo de los años concentró la audiencia de los niños y sus familias los domingos por la mañana. Forma ya parte de memoria sentimental de todo un país y ello no es poca cosa.
Una suerte de proeza que iba atada a la fuerza de la televisión abierta y en particular del Canal 2 de Televisa.
El primer programa se transmitió en noviembre de 1967, en las vísperas de lo que sería un año axial y el último de sus episodios en diciembre del 2015. Fueron 47 años semana a semana. El dato no es menor, porque en ese casi medio siglo, ocurrieron cambios significativos en la propia televisión y en su relación con la sociedad.
Quizá ello explique, de algún modo, la persistencia de la imagen de Chabelo más allá del paso en la barra televisiva. En efecto, quizá dejó de estar en la pantalla chica, pero estalló de modo natural en las redes sociales.
El secreto está en los millones de telespectadores que tuvo a lo largo de las décadas.
Recuerdo que había dos cuestiones emocionantes aquellas mañanas, Chabelo y los monitos del diario Excélsior y posteriormente el Más o menos en Unomásuno. Se podían combinar esas pautas, porque la estridencia estaba en otros lados.
Era una cuestión de rutina que, como se sabe, es la clave para el éxito de un programa televisivo. Es cierto que no había mucho de dónde elegir, como lo hay ahora, pero no recuerdo objeción alguna en ello. De haber estado mal hecho, los ratings lo habrían reflejado.
Pero, además, En Familia continuó siendo exitoso dentro de los cambios en la forma misma de acceder a los contenidos audiovisuales. De alguna forma, experiencias como la de Chabelo muestran que el trayecto para las grandes audiencias no está cerrado, pero requiere de dar en el blanco.
Sí, todas las críticas podrían ser válidas contra una propuesta que de algún modo se sustentaba en el consumo, pero al mismo tiempo hay que reconocer que estuvo siempre resuelta con profesionalismo.
En Familia, un programa de concursos que tenía la particularidad de sustentarse en un aspiracionismo sencillo, en dotar de misterio al momento de la Catafixia donde se hacía una apuesta a todo o nada.
La palabra, inclusive, da pistas del arraigo, ya que se incluyó en el Diccionario de Mexicanismos, como “el intercambio de un objeto por otro, sin que necesariamente importe el valor de ambos”.
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En Familia no iba a transformar nada de la realidad social, pero existía magia en la posibilidad de obtener premios en efectivo considerables o en quedarse con una sala o la decoración para una vivienda.
También había algo de crueldad, sobre todo entre los asistentes que clamaban por la entrada en la Catafixia y que reclamaban a los concursantes cautos que no querían arriesgarse a perder lo que ya habían obtenido.
Chabelo tuvo que dejar de hacer su programa en 2015. El modelo de negocio se hizo inviable, porque estaba sustentado en la promoción de golosinas y pastelillos. Las normas nutricionales y las reglas que han impuesto a la publicidad para el público infantil terminaron con la continuidad del proyecto. Carlos Díaz Barriga, un verdadero conocedor del mundo del espectáculo, calificó aquello, en una estupenda crónica publicada en Milenio, como una suerte de censura. Un ángulo más que interesante porque, además, choca con lo políticamente correcto.
La identidad, a fin de cuentas, es una construcción múltiple, pero en la que se pueden advertir puntos de confluencia. Cualquier duda se despeja al apreciar momentos similares donde se puede medir el afecto y el impacto a los personajes que dan sentido a cada época.
El cortejo para conducir el cuerpo de Mario Moreno Cantinflas al cementerio, por ejemplo, estuvo acompañado por patrullas de la policía del entonces Distrito Federal con las sirenas activadas y por integrantes del departamento de limpia que tocaban campanas. No se tenía que abundar sobre el origen de esos homenajes, porque todos sabíamos que provenían de dos películas: El Patrullero 777 y El Barrendero.
Con Chabelo es similar, porque hay un conocimiento inclusive masivo en torno a su persona y trayectoria. Por eso, 152 millones de personas tuvieron conocimiento de su muerte en un acontecimiento de rango mundial.
@jandradej
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