Non sed ipsam reiciendis. Et eos reiciendis quo voluptatem et dolorem neque. Exercitationem nobis labore ab fugit facilis. Porro quia…
Vivir para buscar, pero morir un día a la vez: la historia de Graciela Pérez
En agosto de 2022 se cumplieron 10 años de la desaparición de su única hija, su hermano y sobrinos, sin que hasta la fecha haya una pista de ellos. “Iban solo por cuatro días a Estados Unidos”. Así empezó un viacrucis que no acaba.
Non sed ipsam reiciendis. Et eos reiciendis quo voluptatem et dolorem neque. Exercitationem nobis labore ab fugit facilis. Porro quia…
EMEEQUIS.– “Graciela Pérez cada día vive para buscar a su amada hija, pero cada día muere por no tenerla”, dijo Graciela, sobre ella misma, al terminar su discurso después de recibir un reconocimiento de la revista Quién, durante un evento al poniente de la Ciudad de México, dejando sin palabras a todas las personas que se encontraban en el lugar.
La historia de Graciela como mujer buscadora inició poco más de 10 años atrás, a más de 600 kilómetros de distancia de la capital mexicana, cuando su hija Milynali Piña Pérez, sus sobrinos, José Arturo y Alexis Domínguez Pérez, Aldo de Jesús Pérez Salazar, y su hermano, Ignacio Pérez Rodríguez, no regresaron a casa.
“Iban solo por cuatro días a Estados Unidos. Los cinco se fueron viernes, sábado, domingo y lunes- El martes 14 de agosto regresaban temprano para no tener que pasar de noche por la carretera; mi hija iba a viajar porque también iría su prima pero al final mi hermana no la dejó y no le dio el pasaporte, pero entre Mili, mis sobrinos y mi hermano me convencieron de que sí la dejara ir, la única condición que puse fue que me avisarían todo el tiempo donde estaban y así fue hasta el martes que ya no supe más de ellos”, relata Graciela.
“México tiene una deuda inmensa con las personas desaparecidas”.
Según cuenta, el último reporte que tuvieron fue ese martes cuando uno de sus sobrinos, José Arturo, avisó que iban a la altura de Ciudad Mante, en Tamaulipas, después de cruzar la frontera.
“A las 11:30 de la noche y seguíamos sin saber nada fue cuando decidimos hablar a los hospitales, con oficinas de tránsito, tal vez había ocurrido algún accidente ¿no? Estábamos muy desesperados y a la mañana siguiente fuimos a poner la denuncia, pero pues era un miedo espantoso, terrible, de definir primero que ahí, en (Ciudad) Mante, que ahí los perdimos”, dijo.
En ese momento, relata Graciela, fue cuando se dieron cuenta que no tenían ni idea de cuál era el proceso para denunciar, qué había que decir o los tipos de acta que se abrían en el Ministerio Público. No fue hasta años después que la familia descubrió que la primera acta que les abrieron fue una circunstanciada, es decir, que no daba pie a que iniciara la búsqueda.
Nueve días después, Graciela decidió ir a Ciudad Victoria y reunirse con las autoridades estatales y de la Fiscalía para saber en qué estado iba la búsqueda de su hija y su familia.
“En ese momento nos empezamos a dar cuenta que ellos estaban desaparecidos. Era una desaparición forzada porque no querían desaparecer. También ahí me enteré que tenía yo que poner una extensión de la denuncia en Mante en Ciudad Victoria, porque en la capital no tenían nada y fue hasta entonces que empezamos la averiguación previa. Pero el de la Policía Ministerial, cuando les dije que tenían que salir a buscarlos me respondieron con preguntas estigmatizantes como que a quién conocíamos o con quién tenían problemas y después me dijeron que ellos no salían a buscar por lo peligroso, que checara con los militares o marinos, que a ver quién me ayudaba”, recuerda.
El viacrucis apenas había comenzado, pues la familia de Graciela pasó por malas prácticas por parte de las autoridades tanto en la capital tamaulipeca como en Ciudad Mante. Las muestras de ADN fueron irregulares, mal tomadas e incluso familiares no directos de sangre como las parejas entregaron muestras en vez de padres o hermanos. Un año después, las muestras se perdieron.
TRABAJAR EN COLECTIVO
Graciela destaca que al hacer redes para buscar personas, en el camino se fue encontrando con muchísimas otras familias que le decían que usara las redes sociales para difundir su búsqueda.
“Yo publicaba las fotos de ellos cinco, de mi hija, de cada uno. Y entonces me fueron contactando familias, que me decían ‘yo también estoy igual’, ‘sé que hay que buscar por allá, por acá’, y así empecé a documentar porque en los medios no hacían nada, todo estaba en las redes, en Twitter.
“Fue en diciembre de 2012 que empezamos a buscar en campo con la Ministerio Público de aquel entonces y empezamos a hallar campos de exterminio, veíamos cuerpos, fragmentos y calcinados, o sea, una cosa horrible”, recuerda.
En ese lapso y hasta 2014, Graciela junto con otras familias de Tamaulipas comenzaron a salir en grupo a buscar a sus desaparecidos, a apoyarse sin todavía nombrarse como colectivo. Posteriormente, conoció a un grupo de científicos ingleses que les donaron un proyecto de ciencia forense ciudadana para aprender sobre la toma de muestras de adn y especializarse.
Asimismo, es en 2017 cuando se funda legalmente el colectivo Milynali Red y tras obtener un premio financia la capacitación para poder sistematizar el protocolo de búsqueda en campo y sitios de exterminio, así como para conocer técnicas de documentación, sistematización, búsqueda, incidencia y seguridad integral. “Fui muy criticada pero necesitábamos capacitación, aprender de la toma de muestras y lo único que hicimos fue recolectarlas”, explica.
Sin embargo, en agosto de 2022 se cumplieron 10 años de la desaparición de su única hija, su hermano y sobrinos sin que hasta la fecha haya una pista de ellos y subraya, uno de los principales problemas es el cambio en cada gestión, pues los titulares de las Fiscalías especializadas no suelen tener conocimientos ni capacitación en el tema y se pierde el tiempo en la curva de aprendizaje.
“Y pues ahí vamos, no he querido descentralizarme de lo que hago porque sí, dicen que soy defensora de derechos humanos, pero estoy totalmente en la causa y las voces de los desaparecidos. La causa es tan grande como para aventarse en otras, y pues vaya, no deja de ser terriblemente frustrante porque ahora que hay mucho conocimiento, no los hemos encontrado y el problema es que los gobiernos también nos hacen retroceder”.
TAMAULIPAS, UNA CRISIS EN AUMENTO
Sin embargo, en medio de la causa que une a la familia de Graciela y al colectivo de Milynali Red, cada día se suman más desaparecidos y casos relevantes en Tamaulipas.
“Creo que está recrudeciendo la violencia. Tiene sus etapas, ahorita sí se está volviendo a poner muy peligroso en el norte del estado, que eso seguramente va a repercutir hasta acá con nosotros al sur de Tamaulipas, pero lo que lo que lo que sí me queda claro es de que la desaparición, la violencia y la inseguridad siguen latentes.
De las más de 112 mil personas desaparecidas que reporta la Comisión Nacional de Búsqueda, alrededor del 11% está en Tamaulipas: 12 mil 600 personas. Es el tercer estado con más desaparecidos.
“Y los gobiernos de los estados están permitiendo que ganen territorio porque están rebasados o simplemente son lo mismo. Siempre lo he dicho, porque hacen pactos sin saber y lamentablemente no les importa que las familias en medio que vemos y que seamos terminemos siendo las víctimas, entonces yo no veo ningún cambio después de 10 años. Lo único que quiero y le digo a la ciudadanía, es que no bajen la guardia si en este país ya nadie quiere ver más de 112 mil personas desaparecidas. Me imagino 112 mil familias que están dañadas como la mía, pero el resto de las familias tiene que estar también pendiente de lo que ocurre, no voltearse de lado y hacer lo posible por sensibilizarse”, finaliza.
@FridaMendoza_
Powered by Froala Editor