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La defensa de Alejandra, el ataque de Delfina
¿Cuáles serán las estrategias para el Estado de México? En los próximos meses presenciaremos una batalla de estructuras, de tierra, donde la experiencia puede ser definitiva en el último tramo.
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CONFIDENTE EMEEQUIS
EMEEQUIS.– La defensa y el ataque. En la elección del Estado de México es probable que observemos una dinámica distinta a la de otras contiendas donde, más allá de quién gobierne, el planteamiento se suele establecer entre el dilema de darle más fuerza a Morena o detener su avance.
Por regla general, el presidente López Obrador es el centro de la discusión. Eso es de algún modo inevitable, debido a la polarización, pero los matices, en el caso mexiquense, pueden implicar otra narrativa.
Es distinto, porque todo indica que Alejandra del Moral, la abanderada del PRI, PAN y PRD, tiene que prepararse para una estrategia defensiva, y Delfina Gómez, la aspirante de Morena, empleará un esquema de ataque.
Es lo que se vio en los cierres del periodo de precampañas. Del Moral prometió que se mantendría el esquema de poder que ha imperado en la entidad y Gómez anuncia que se terminarán 100 años de lo que ella considera la ignominia del priísmo.
Del Moral, en ese sentido, puede hacer una campaña positiva, es decir, centrarse en logros del actual gobierno estatal, en las capacidades administrativas con las que se cuenta y en el consejo de no profundizar la incierta aventura en la que se encuentra el país.
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Del Moral tiene un activo en el gobernador Alfredo Del Mazo, quien, a diferencia de otros mandatarios que negociaron a cambio de impunidad, se mantiene como el referente de su partido, y nada indica que ello vaya a variar. Esto puede ser una ventaja que contrasta con otras experiencias, en las que los gobernantes fueron un lastre y además no tenían compromiso alguno con el partido que los llevó al poder.
Además, el anuncio de que su gobierno, en caso de ser favorecido en las urnas, será de coalición, es el recordatorio de una agenda pendiente, que reconoce la pluralidad y que abre un esquema de posibilidades que hasta ahora no han ocurrido.
Implica que los partidos se comprometan en un proyecto específico, y que no existan sorpresas a la hora de la verdad, en el ejercicio de los cargos.
Las contradicciones entre lo prometido y lo que luego se hace es lo que desanima y frustra a los electores. Pero también implica un desafío, ya que los grupos políticos y partidos que respaldan a Del Moral, tienen diagnósticos, tradiciones y propuestas que no siempre pueden ir mucho más allá que el rechazo a la 4T.
En la otra cancha, Gómez tendría que establecer, lo está haciendo, una postura que implique un rechazo a los que han gobernado el Estado de México desde siempre, porque por ahí no pasó la alternancia, hasta ahora.
Es un asunto complejo, porque tendrá que realizarlo ya con el costo de ser gobierno a nivel federal y en donde lo más parecido al viejo PRI es justamente Morena. Mucho de lo que critican del pasado, es una práctica recurrente en el presente.
Es factible que se puedan profundizar fisuras que ya les dieron un susto, y grande, en las elecciones del 2021 en la Ciudad de México.
La exsecretaria de Educación cuenta, por supuesto, con el respaldo del presidente López Obrador, y las disputas internas fueron controladas o de plano disipadas, por ello Higinio Martínez y Horacio Duarte están operando en su favor.
Será una contienda interesante, por todo lo que implica. Quizá por ello, el PRI mostró su músculo en Texcoco, y mandó el mensaje de que, para esa asignatura, irán en unidad.
Los priístas saben que una victoria en el Estado de México significará que asuman un papel más protagónico para el 2024, ya que tendrán una carta a su favor nada despreciable.
Para Morena, en cambio, es una asignatura que puede pavimentar el camino de posibilidades para la contienda presidencial el próximo año, pero no es un tema decisivo, como sí lo es para sus oponentes.
¿Por qué? En primer lugar, porque quienes ganan en el Estado de México no siempre mantienen ese empuje al año siguiente. El 2018 es elocuente en ese sentido. Por otra parte, la fuerza territorial del morenismo es casi la de un partido hegemónico, con sus 21 gubernaturas.
Algo es seguro, en los próximos meses presenciaremos una batalla de estructuras, de tierra, donde la experiencia puede decantar y resolver en el último metro, la disputa por un bastión todavía priísta.
@jandradej
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