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García Luna y los testigos de Netflix
La visión que se tienen de México es la de un país corrupto con policías que suelen estar aliados con la delincuencia. Las referencias que tienen son por la serie Narcos de Netflix y por la película Un hombre en llamas
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CONFIDENTE EMEEQUIS
EMEEQUIS. – Genaro García Luna enfrenta la posibilidad de pasar lo que le resta de vida en prisión. Los cargos por los que es acusado, entre ellos el tráfico de drogas, tienen un horizonte mínimo de 20 años.
Una apuesta muy alta la que está emprendiendo el ex secretario de Seguridad Pública de México y su abogado César de Castro. Más aún porque quienes conocen el desempeño de las Cortes de Justicia ven poco probable que el veredicto sea el de no culpable.
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Más aún en Nueva York, donde la selección de los jurados es ya un ejemplo de las dificultades que tendrá la defensa. La visión que se tiene de México es la de un país corrupto con policías que suelen estar aliados con la delincuencia. Las referencias que tienen son por la serie Narcos de Netflix y por la película Un hombre en llamas.
Ese es el relato que se ha construido en los últimos años, es el que se sigue construyendo. Sí, son historias sin retorno, y en las que las autoridades no quedan nunca en un lugar decoroso. Quizá lo merecen, pero no hay especio para el matiz y quienes han cubierto desde el periodismo los bajos fondos y la criminalidad, saben que sí existe, aunque por momentos sea solo sutil.
Todo policía tiene algo de qué sentirse satisfecho, aunque los grados de incertidumbre con los que se desempeñan suele opacar cualquier logro. Son capaces de actos heroicos y de conductas ruines. Un día los condecoran y a la semana tienen que arrestarlos por extorsión o por robo. Esa es, a mi juicio, una situación que termina por dificultar todo. Desde el policía de crucero, hasta el ex secretario de Seguridad.
La fiscalía anunció que inscribirá a 70 testigos que eventualmente pueden ser llamados al estrado. El equipo de Breon Peace cree que con eso alcanzará para lograr una condena, en la que también se juegan su credibilidad las agencias que acusaron a García Luna y en particular la DEA.
Aunque no sean parte del litigio, es evidente que toda la comunidad de inteligencia en Estados Unidos debe estar preocupada, sino es que inclusive alarmada. Convivieron años con el estratega de la política de seguridad en México por más de una década y, o no se enteraron de que era un bandido, o están permitiendo que se haga una injusticia en quien fue su aliado.
Tampoco es que vaya a pasar mucho. Están acostumbrados a que, de tanto en tanto, estalle algún escándalo relacionado por cómo hacen las cosas en el extranjero y con quiénes se alían en el terreno. El de García Luna está lejos de ser el más bochornoso, porque en todo caso los ayudó en la estrategia que tuvieron por medio de la Iniciativa Mérida y por investigaciones y operativos específicos.
En México no hay muchas voces en favor de García Luna. Es explicable, porque los policías y los agentes de inteligencia que tuvieron que ver con él por motivos generacionales o los que trabajaron bajo sus órdenes, siempre están en peligro de perder su empleo, los que todavía lo conservan.
Nadie quiere estar del lado de los malos y menos aún, cuando se les señala todos los días desde la conferencia Mañanera. En términos prácticos, García Luna ya fue condenado.
Es la suerte de los policías. Se les celebra cuando son necesarios y se les abandona en el momento mismo en que caen los problemas. Con ello no suele existir espacio ni para la explicación ni para la duda. Lo sabe García Luna, porque él mismo conocía del poco aprecio social con que cuentan las fuerzas del orden.
El exsecretario lo fraseaba del siguiente modo: “cuando una familia de profesionistas esté orgullosa de que uno de sus hijos sea policía, es que México ya cambió”. Pues no lo hizo y él está tras las rejas, menuda situación, termine como termine el asunto.
El presidente López Obrador espera que se den a conocer toda clase de fechorías. Quién sabe si esto ocurra. A la hora de la verdad, los testigos no suelen ser tan dicharacheros ante los jueces y jurados y los abogados defensores están preparados para contrarrestarlos. Además, por supuesto, de que en Estados Unidos hay presunción de inocencia mientras no exista una condena.
Esto último es relevante, porque más allá de pronósticos, falta todavía el juicio y su veredicto.
@jandradej
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