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Suprema Corte, una crisis que esperó 36 años
De comprobarse el plagio en la tesis de la ministra Yasmín Esquivel Mossa, la crisis que se abriría sería inaudita y de consecuencias muy graves. Lo que no podrá evitar será el juicio de sus pares y se antoja difícil que una mayoría se pronuncie a su favor para encabezar la Suprema Corte de Justicia de la Nación
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CONFIDENTE EMEEQUIS
EMEEQUIS. La ministra Yasmín Esquivel Mossa está en un problema mayor. Más allá de las derivaciones, académicas y legales, que tome la historia sobre el presunto plagio que habría cometido con la tesis que presentó para obtener la licenciatura en derecho, hay temas urgentes que tiene que resolver.
Lo primero es aclarar con puntualidad, cómo es que una tesis igual a la suya fue registrada un año antes en la UNAM. No se trata de párrafos similares, sino de la integridad de ambos textos que se pueden consultar en TESIUNAM, como reveló Guillermo Sheridan en Latinus.
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Édgar Ulises Báez Gutiérrez y Esquivel Mossa escribieron lo mismo, solo que el primero lo presentó en 1986 y ella en 1987. Báez Gutiérrez era alumno de la Facultad de Derecho y la ministra de la Facultad de Estudios Superiores que está en Aragón.
Hasta ahora no hay una explicación razonable, más allá que la directora de la tesis, Martha Rodríguez Ortiz, señaló que Esquivel Mossa es la autora del texto y de un sinodal, Javier Carreón Hernández, que afirma que la hoy ministra defendió, con eficacia, los argumentos en el examen profesional para titularse como licenciada en derecho.
Esto no es suficiente, porque no aclara el hecho fundamental, que es justamente el de la duplicidad de tesis.
La segunda urgencia es por lo complicado de la coyuntura, porque la ministra Esquivel Mossa quiere ser presidenta de la Suprema Corte y está buscando el apoyo de sus compañeros de pleno. Hay dos posibilidades, un repliegue cancelando la aspiración para ocuparse de atender lo que es una crisis o, por el contrario, continuar el camino para mostrar que no se arrenda y que todo se resolverá en su favor.
Lo que no se podrá evitar es el juicio de sus pares, la opinión que expresen con su voto y las tensiones que seguramente se van a generar entre bloques que tienen un diagnóstico muy distinto sobre lo que debe ser el máximo tribunal. Ella representa a la 4T y tiene enfrente a otros que prefieren una relación distinta con Palacio Nacional a la que hasta ahora ha imperado.
Uno de los ejes del proyecto de Esquivel Mossa, con el que pretende sumar apoyos, es el combate la corrupción y la cultura de la denuncia, dos aristas que chocan con lo que le está ocurriendo en estos momentos.
Es probable que el golpe sufrido la deje fuera de esa carrera, porque se antoja difícil que una mayoría de ministros se pronuncie en su favor, en tanto no se resuelvan las indagatorias que ya anunció la FES Aragón de la UNAM y que estarán a cargo del Comité de Integridad Académica y Científica.
Lo que ahí determinen, será fundamental para el futuro de la ministra y para su imagen.
Pronto tendremos en primer desenlace de esta historia y se reflejará en las votaciones en el Pleno. Más allá de las ponderaciones sobre el perfil de quien habrá de relevar a Arturo Zaldívar como cabeza del Poder Judicial, se tiene que plantear la hipótesis de lo que podría ocurrir si se comprueba el plagio en términos académicos, y la ministra Esquivel Mossa es en ese momento presidenta de la Suprema Corte.
La crisis que se abriría sería inaudita y de consecuencias muy graves. Los ministros se pueden arriesgar, pero ello dependerá del relato que esté en posibilidades de armar la ministra para sustentar su defensa. Sus argumentos, y las pruebas que los respalden, tienen que ser convincentes.
Jeffrey M. Sharman señaló, con pertinencia, que “los jueces deberían evitar la incorrección en todas sus actividades”, porque ello produce y protege la integridad que legitima sus decisiones.
Es tal el poder de los ministros y de las prerrogativas que la Constitución les otorga, que la ciudadanía espera de ellos una conducta ejemplar.
En fin, un desafío más para la Suprema Corte y en el peor momento. Pero así son las crisis, repentinas, aunque hayan anidado por 36 años para estallar, cuando algo ocurrió en el proceso académico que concluyó con el título respectivo y que ahora es el centro de un litigo que tiene una importancia pública innegable, porque la confianza es esencial para mantener la independencia judicial.
Sí, un pasado que revienta con toda su fuerza y que moverá el péndulo de la justicia.
@jandradej
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