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Sin acceso a salud: inyecciones con aceite ponen en riesgo a comunidad trans
Cerca de 300 mujeres transgénero dedicadas al trabajo sexual en CDMX viven con afectaciones de salud por la aplicación de sustancias modelantes, como aceites vegetales y de auto, así como cirugías estéticas mal practicadas. Hay una clínica especializada del gobierno capitalino, pero los médicos no están capacitados, advierte asesora jurídica.
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EMEEQUIS.– Empezó como una pequeña lesión circular en el glúteo izquierdo. Ella sintió dolor, pero no demasiado como para pedir ayuda médica. Tiempo después el pequeño orificio se extendió hasta formar una cavidad grande de pus y piel necrosada. La causa fue haberse inyectado aceite vegetal para aumentar visualmente el volumen de su cuerpo.
“Al principio se veía muy bien porque estaba yo nalgona. Pasa el tiempo, como un año que yo ya estaba inyectada y me viene el ataque del aceite. Se me empiezan a hinchar mis caderas y los dolores. El líquido ya empezaba a buscar su salida”, cuenta Ximena, mujer trans y trabajadora sexual de 46 años.
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Convencida por otras amigas transgénero, ella aceptó que le administraran aceite de cocina en los glúteos. Era la opción más económica y accesible para moldearlo a una corpulencia femenina, hacerlo lucir más atractivo, lo cual es necesario cuando se vive de venderlo.
Tenía 23 años cuando se aplicó por primera vez sustancias modelantes, ahora, esta lesión no le permite estar mucho tiempo sentada, ni mantener la misma postura al dormir. Caminar duele, pero debe seguir de pie para trabajar y ganarse la vida.
“Voy día a día con dolores, tengo ataques, me estreso y me deprimo”.
La lesión se agravó rápidamente, pero pudo salvarse gracias a la limpieza y curaciones de primer grado que le hacen en la organización civil Brigada Callejera de Apoyo a la Mujer, ya que en el sector salud público no le sanaron la herida ni le proporcionaron antibióticos. De no hacerlo, la piel y los músculos habrían continuado en descomposición hasta llegar al sistema óseo y perder la vida.
Cerca de 300 mujeres transgénero dedicadas al trabajo sexual viven con afectaciones de salud causadas por la aplicación de sustancias modelantes, como aceites vegetales y de carros, así como cirugías estéticas mal practicadas, de acuerdo con registros del colectivo que lucha por reconocer los derechos de las trabajadoras sexuales en la Ciudad de México.
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Se trata de un problema de salud pública que va en aumento, principalmente entre las mujeres trans mayores de 40 años; que por falta de acceso a servicios de salud como terapias hormonales, tuvieron que recurrir a opciones poco salubres, para transicionar su aspecto físico.
“Esta generación está pasando por una situación económica complicada, en donde desde que eran jóvenes no pudieron tener acceso a poderse operar, a poder tener un implante o a poder mejorar para tener una vida saludable y las llevó a un deterioro, hoy en día, físico”, explica Arlen Palestina Pandal, asesora jurídica de la agrupación feminista.
Hay una clínica especializada, pero los médicos no están capacitados. Foto: Emeequis.
FUE “POR VANIDAD” Y FALTA DE TRATAMIENTOS ESTÉTICOS
Tania García fue Javier cuando nació en el pueblo de San Bernardino, Oaxaca. Tiene 43 años viviendo en la Ciudad de México. “Me vine de allá por discriminación personal, por parte de la familia y de las amistades del pueblo”. Recuerda que al salir del espacio familiar empezó el cambio de su identidad. Tiene más de tres décadas reconociendose como mujer trans que decidió adentrarse al trabajo sexual.
“Me comentaron que era fácil trabajar con los chicos”, esa fue la razón por la que empezó a prostituirse en 1985, cuando dejó los trabajos de fuerza física que tuvo en fábricas y lugares de la construcción. Empezó su transición con ropa, maquillaje y dejando crecer su cabello; después comenzó a inyectarse los glúteos y pantorrillas con aceites.
“Por vanidad, porque las compañeras también se habían puesto. Ya sabes que todas somos vanidosas y queremos lo que se hace la compañera; pero nunca sabe uno las secuelas que trae”, cuenta Tania.
Un golpe en la pierna izquierda fue lo que inició las afectaciones del aceite que se inyectó hace más de 20 años. La lesión le desgarró la piel y la comenzó a carcomer hasta provocar que se necrosara. Requirió curaciones que, incluso en la Clínica Especializada Condesa, no quisieron atender.
Las lesiones ponen en peligro sus vidas. Foto: Emeequis.
“Yo fui con el médico general que me atiende en la Clínica Condesa y me dijo ‘pues no podemos hacer nada porque grave no estás’”, refiere Tania, que apenas logró entrar al Hospital Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán para atender la herida.
“Nosotros como chicas trans sexoservidoras tenemos derecho de que nos den buenas atenciones, porque también somos parte del pueblo y nadie hace caso”, cuenta Tania.
En la Ciudad de México hay tres centros de salud que ofrecen atención a comunidades de la diversidad sexual con afectaciones de VIH o personas transgénero que solicitan terapias hormonales. Uno de ellos fue inaugurado en octubre del año pasado por la jefa de gobierno Claudia Sheinbaum, sin embargo, resultan insuficientes.
“Abre el gobierno de la Ciudad de México una clínica especializada para la población trans y la clínica está vacía. No tiene a los doctores con la capacidad para poder atender estas necesidades”, explica la asesora jurídica Arlen Palestina, quien afirma que, incluso, han tenido que capacitar a los médicos de esa institución para que den atención a las mujeres con afectaciones por modelantes.
La abogada asegura que lo principal es visualizarlo desde una situación política “de buena voluntad”, para que que “se entienda que la población trans de esta ciudad paga impuestos, que es ciudadana y tiene derecho” a tratamientos hormonales y cirugías estéticas gratuitas en el sector público, como ocurre en Colombia o Argentina, para que su salud no se ponga en riesgo.
TRABAJADORAS SEXUALES TRANS, LAS MÁS VULNERABLES
Durante la pandemia el trabajo sexual en la Ciudad de México se duplicó. Un estudio de Brigada Callejera contabilizaba que a partir de marzo de 2020, de un aproximado de 7 mil 700 personas en el comercio sexual subió a cerca de 15 mil 200.
La crisis económica y falta de oportunidades orilló a cientos de mujeres a incorporarse al trabajo sexual o regresar tras haberlo dejado.
Para las poblaciones LGBTTIQ+ esta forma de empleo ha sido una de sus únicas opciones laborales por sufrir de estigmas y discrminación. En muchos casos, son personas que recurren a la migración interna desde diferentes estados del país hacia la Ciudad de México, por rechazo de sus familias y encuentran en el sexoservicio una forma de subsistir.
“O se dedican a cortar el pelo, a poner uñas o al trabajo sexual”, son las opciones laborales más frecuentes para las mujeres transgénero, explica la abogada Arlen Palestina Pandal, por ello la necesidad de tener cambios físicos, que las llevan a inyectarse materiales tóxicos o recurrir a malas cirugías fuera de la ley.
De acuerdo con la Asociación Mexicana de Cirugía Plástica, Estética y Reconstructiva, México es el cuarto país con más intervenciones estéticas realizadas, ya que anualmente se realiza medio millón de cirugías; sin embargo aún falta establecer regulación y vigilancia a estos procesos; ya que en lo que va del año tres mujeres han perdido la vida por la intervención de médicos no certificados.
Para la organización Brigada Callejera, la aplicación de aceites es una muestra de la desigualdad y falta de acceso a la salud que permea entre la población trans, por lo que urgen la necesidad de tener tratamientos estéticos-hormonales gratuitos y accesibles para que las más jóvenes no sufran de infecciones o riesgo de muerte.
“Lo que le digo yo a la nueva generación, a las chicas que apenas empiezan a vestirse o quieren tener buen cuerpo, yo lo que diría a cada una de ellas es que no cometan errores de meterse ese tipo de aceites”, dice Ximena.
@GloriaPE_