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Cooperativa Palo Alto: un limbo legal azota a los habitantes de esta comunidad
¿Quiénes son los verdaderos “disidentes”? Unos se niegan a vender incluso si los tientan con millones. Otros ya ni viven ahí y demandan que se apresuren los trámites para recibir su dinero. Una zona que en el pasado fue minera enfrenta las tensiones de la alta plusvalía que la rodea.
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EMEEQUIS.– El pasado miércoles 6 de abril, los vecinos de Palo Alto fueron convocados por la comisión de la colonia a una manifestación a las afueras de San Lázaro para exigir que el juicio de liquidación continúe su proceso y seguir con las audiencias que se han venido retrasando.
Únicamente se cuenta con el seguimiento por parte de “los disidentes”.
Esta añeja zona de la Ciudad de México se encuentra en un punto de tensión entre vecinos que quieren vender su terreno y los que quieren quedarse. Tensión alimentada por el alto costo del metro cuadrado, pues está rodeada de áreas de alta plusvalía como Santa Fe.
La situación está en un “limbo legal”, pues las posturas irreductibles complican un acuerdo. Hay quienes se manifiestan fervorosamente por no vender y otros que ya ni siquiera viven ahí y demandan una retribución económica para vender sus predios.
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Las protestas también son con la intención de que las autoridades capitalinas tengan muy en claro qué “PALO ALTO NO SE VENDE”, como lo manifiestan en sus consignas.
En entrevista para EMEEQUIS, el señor Juan Hernández Guerrero y la señora Antonia Cordero Linares, socios de la segunda generación que fundó la Cooperativa, expresaron sus inquietudes al respecto al juicio, que lleva poco más de 30 años.
“Hay muchos intereses, hay un ofrecimiento, de alguna gente que no conozco, (…) pero en sí, no es la venta lo que nosotros queremos es que el problema se resuelva para el beneficio de la misma gente”, señaló el señor Hernández Guerrero, quien tiene 73 años y es conocido entre las y los vecinos como “Don Tuercas”, por su oficio de mecánico de autos.
Sin embargo, en medio de un juicio que lleva más de tres décadas, la Colonia Cooperativa Palo Alto, situada al poniente de la Ciudad de México, en la alcaldía Cuajimalpa, en el kilómetro 14 de la Carretera México – Toluca, se encuentra en una incertidumbre y un atorón jurídico que provoca desesperación en los habitantes.
La zona está cercada por edificios de lujo en Santa Fe.
COOPERATIVA: UN CANDADO
Quien haya visto la película de Disney Pixar, UP, entendería que la casita de Carl y Ellie fue absorbida por los monstruos inmobiliarios que querían apoderarse de ella, sin embargo, Carl se llevó su nido con ayuda de cientos de globos de gas de helio. Algo así ocurrió con los habitantes y socios de la Colonia Cooperativa Palo Alto… pero ellos no tienen globos de helio.
Cambios generacionales y un conflicto desde hace más de dos décadas han truncado la paz y garantía de tener un patrimonio cuando se rompió “el candado” que tenía la cooperativa de no ser vendida por 40 socios (o “disidentes”, como los llaman) quienes buscaron el derecho de vender su propiedad y demandaron.
El candado trata, según lo explica a EMEEQUIS Pablo (prefiere omitir su nombre real), vecino de la colonia y nieto de una socia fundadora, de que los estatutos de la Cooperativa señalan que para que nadie pudiera vender “el 100% de los socios tenían que estar de acuerdo para vender la cooperativa, es un candado, un seguro”.
LOS ORÍGENES DE UNA COLONIA
Los orígenes de la colonia comienzan en la década de los 30, cuando los territorios actuales del poniente de la Ciudad de México eran minas de arena, grava y hormigón, junto a un basurero que hoy en día es el gran distrito comercial y residencial, Santa Fe. Al ser territorios que podían ofrecer trabajo (precarizado), rápidamente albergó a familias migrantes rurales, provenientes de diversos estados aledaños al Valle de México como Toluca, Estado de México, Michoacán, Hidalgo y Tlaxcala.
LUCHA POR LA TIERRA
Fue cuando en la década de los años 60 y 70 con la ola de movimientos sociales, surge la Sociedad Cooperativa Palo Alto. En 1969, el gobierno ordenó el cierre de la mina, por lo que los dueños pretendían que el territorio se vendiera y formara parte de la colonia de la clase alta, Bosques de las Lomas.
Sin embargo, las familias ya habían construido chozas de cartón, láminas y madera, mismas que pagaban renta al dueño y a través de la iglesia, familias fueron apoyadas por el sacerdote y activista Rodolfo Escamilla, promotor de la teología de liberación e influencias socialistas, inicialmente buscó apoyar a las familias a través de una campaña de alfabetización, sin embargo el “Prof.” Escamilla observó que las necesidades reales eran otras.
El sacerdote organizó a la comunidad como una cooperativa, también recibieron apoyo y asesoría por parte de familias adineradas que tenían cercanía con Escamilla, quien presuntamente fue asesinado en 1977… nunca se encontró algún culpable.
En 1980 se da el primer encuentro nacional de colonias populares, fue cuando inició la Coordinadora Nacional de Movimientos Urbanos Populares (Conamup) y la cooperativa tuvo una mayor organización y gradualmente, además de diseñar y construir viviendas, le siguió una iglesia, un salón de usos múltiples y una biblioteca fundada por el entonces presidente de la República, Miguel de la Madrid Hurtado (1982 a 1988), a la que nombraron Biblioteca Pública Palo Alto Prof. Rodolfo Escamilla.
“Éramos cinco los iniciadores, pero provenimos de un grupo de treinta y tantos que éramos el apoyo del del Padre de la Iglesia (…). De ahí, nos fuimos aglutinando y esto creció a lo desesperado, cuando el señor Efrén Ledesma Santillán, que era el dueño del terreno, se da cuenta”, comparte “Don Tuercas”.
“En cierto momento lo quisieron, pues comprar algunos y correr a otros y como no le fue posible a través del tiempo nos ofreció un terreno por Barrios Norte, pero había gente de aquí que conoce el terreno y estaba minado, sacaban material para hacer adobes, tabiques”, recuerda con cierta nostalgia Hernández Guerrero.
El valor del metro cuadrado en Palo Alto no se compara con el de Santa Fe.
DESLUMBRE MILLONARIO
Tras un crecimiento de la zona, monstruos inmobiliarios, corrupción y mala planeación urbana, algunos socios de la Cooperativa expresaron su interés en vender su casa y fue cuando inició un juicio promovido parte de los llamados “disidentes”, reclamando el derecho de vender su propiedad, aunque Pablo explica que técnicamente todavía no son disidentes, porque no hay una sentencia por parte del juez.
Ellos gradualmente se han ido de la colonia y han abandonado sus casas, pero nadie más puede hacer uso de ellas. Esto porque al iniciarse el juicio de liquidación, el conflicto entre los socios disidentes y socios activos, la cooperativa deja de serlo para convertirse en colonia; sin embargo, eso no está definido por ninguna autoridad.
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Tanto para “Don Tuercas” y para la señora Antonia Cordero, tal situación se ha vuelto cada día más alarmante, “yo en ningún momento (quiero vender), yo no estoy de acuerdo que se deshaga la cooperativa al contrario, quiero vivir aquí”, asegura la señora, quien afirma que le gustaría más transparencia por parte de los representantes legales, la confusión ha provocado esos malos entendidos.
–¿Por qué dicen que usted es “el otro grupo”?
–Qué condiciones vamos a tener, (…) mi pregunta, mi angustia, si yo quiero quedarme, pero qué es lo que yo voy a pagar, qué es lo que yo quiero quedarme, pero qué me van a decir para que me quede porque pues nomás estoy pagando a lo que es el gobierno agua, luz, predio (…). No queremos una división, queremos estar unidos, pero a la vez pues que nos digan cómo vamos a estar cuando tomen una decisión”, afirma Antonia, quien es empleada doméstica de algunos de los tantos departamentos de lujo que rodean la zona.
“Ellos creen (que hay división) que yo no estoy de acuerdo con las ideas de ellos, de que es una cooperativa y que de aquí nadie me saca y es verdad, nadie nos puede sacar, pero siempre y cuando estemos bien con reglamentos de papeles, por eso nos dicen que yo soy o nosotros estamos inconformes, pero no es eso es que yo sigo siendo socia, más socia, que a lo mejor los que andan por ahí jóvenes de la Mesa Directiva que están ahorita que ni son socios”, dice “ahorita ni nos toman en cuenta”, afirma
–¿Usted qué haría si la liquidación se da?
–Pues mire, si todos llegamos a que nos quedamos, pues nos quedaríamos pero ¿Cómo pagaríamos? pero si la mayoría o el juez determina que se venda pues yo tampoco quiero quedarme sin un futuro, que yo, como fundadora de años, pues tampoco sería (justo). Si voy a pagar más por quedarme y si me van a dar algo porque ya no pague yo y me sienta mejor para mi futura vejez, yo, a lo mejor si lo aceptaría porque es mi trabajo de años –recalca Antonia.
En el pasado fue un área de minas.
TODOS QUIEREN VIVIR AQUÍ
Hoy en día, el valor unitario del metro cuadrado de los lotes de la colonia es de $3 mil 282.40 pesos, de acuerdo con el recibo del predial que llega a las viviendas que van al corriente de sus pagos.
Mientras tanto, la zona comercial que rodea a Palo Alto oscila los 3 mil 300 dólares el metro cuadrado, de acuerdo con el portal Inmuebles 24.
De acuerdo con el New York Times, un acuerdo judicial emitido en 2015, se garantizó el derecho a la vivienda de los habitantes de Palo Alto. Pero para que los “disidentes” puedan vender, primero el resto de la cooperativa debe comprarles su parte, detalla la publicación.
“La gente quiere vivir aquí, un 70% más quiere vivir esto y la gente que quiere vender porque creo que nunca ha tenido millones. Entonces le hablan de unos 45 millones y pues se deslumbran”, comparte Pablo, quien se siente orgulloso de haber nacido en Palo Alto.
“Es una zona privilegiada, servicios pero sobre todo la seguridad que en este país no
vivimos, estamos en una esfera también de seguridad, vivimos en medio de una zona privilegiada”, comenta Pablo mientras fuma un cigarro.
“Estamos en la colonia también y no podemos contra esta gente (inmobiliarias), no podemos luchar ni con lana, ni con el mejor bufete que lográramos conseguir porque ellos son dueños del capital, México es capitalista y va seguir siendo capitalistas 100% Entonces lo que nos queda de tiempo, hay que aprovecharlo para una terminación mejor y te repito, pues podríamos seguir aquí”, expresa “Don Tuercas”, mientras se prepara a revisar un motor de un coche que reparará.
A pesar de la ilusión y el sentido de lucha, Don Juan, Doña Antonia y el Sr. Pablo coinciden en que las nuevas generaciones ya no tienen el mismo interés en la defensa de Palo Alto: “Están muy cómodos”.
@aveblazquez