No tengo computadora. Maestros pagan hasta 5,000 para dar videoclases

Los profesores tratan de mirar lo positivo a los cambios en el modelo educativo, mientras lidian con los retos tecnológicos, el estrés, la ansiedad y el miedo a perder su empleo. En medio de todo esto, lideran la resistencia de la educación en México.

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EMEEQUIS.– Rocío Guzmán es una maestra de 58 años que ha dedicado toda su vida profesional a dar clases. Trabaja en maternal y preescolar, es especialista en enseñar a niños de entre 2 y 5 años a desarrollarse a través del dibujo, el juego y las manualidades. 

A su lado, decenas de niñas y niños han hecho sus primeras letras, aprendido a mantener el equilibro y a formular sus primeras oraciones. Los años de trabajo le han dado un dominio perfecto del aula. Ahí, dice, se siente segura, porque es capaz de mantener con facilidad la atención de los más pequeños de la pirámide del sistema educativo mexicano.

Pero todo cambió con la llegada de la Covid-19. El 17 de marzo, sin más, ella y los más de un millón 720 mil docentes que en el primer trimestre de 2020 trabajaban en escuelas públicas y privadas del país, no volvieron a las aulas.

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En la escuela privada de la Alcaldía Álvaro Obregón donde trabaja, les dijeron que temporalmente las clases serían a distancia, virtuales y breves, que resolvieran con lo que tuvieran a la mano. Estaban cerca las vacaciones de Semana Santa y, pensaron, la Covid era algo como la influenza AH1N1, un virus que en 2009 surgió en México, que asustó bastante, pero que se controló pronto.

“Pero esto fue un caos. Los papás nos preguntaban qué iba a pasar con la escuela y nosotros no sabíamos nada, tampoco la directiva, estábamos a la espera de lo que dictara la Secretaría de Educación Pública (SEP)”, recuerda. Todos, entonces, empezaron a vivir su cuarentena, un paso a la vez.

DETECTAR LAS CARENCIAS

Ella, como maestra, detectó sus carencias: apenas una tableta electrónica, poco conocimiento sobre computadoras y… no tenía Internet en casa. 

Rocío vive sola y paga renta, es madre de dos hijos, pero ellos, ya adultos, tienen su propia vida. Nunca contrató Internet porque pasaba muy poco tiempo en casa, siempre estaba en la escuela trabajando o dando clases particulares al término del horario escolar. Tampoco tiene una computadora, porque nunca la ha necesitado.

Se puso en alerta: era la entrada a un mundo desconocido. Por la urgencia, contrató un servicio de Internet inalámbrico en una compañía telefónica. No había tiempo ni de que le instalaran una línea, así que gastó mil pesos por un aparato que emite una señal Wifi. Le pone saldo constantemente para contactarse con sus alumnos.

Ante la falta de laptop, usó su Ipad. Bajó la aplicación Zoom y comenzó a familiarizarse con la virtualidad. “Me di cuenta que estoy muy capacitada para clases presenciales, pero tengo poca experiencia con la tecnología”.

Así descubrió otros miedos. El miedo a quedarse sin Internet, a “picarle” al lugar incorrecto y salir de la videollamada sin querer, a que se fuera la luz… 

En suma, se encontró con la dificultad de educar a los más jóvenes de la cadena educativa de forma virtual: niños que toman clase acostados en la cama, otros que de la nada echan a correr por toda la casa, papás que ponen a los primos de su hijo también frente a la pantalla para que “los entretenga la Miss”. 

CAPACITARTE O PERDER TU EMPLEO

Cuando terminó el ciclo escolar y era claro que no iban a volver a un aula, Rocío tuvo el clásico pensamiento de “renovarse o morir”. A brincos, bailando a través de la pantalla y cantando canciones, esta profesora ha tratado de mantener la atención de sus alumnos el mayor tiempo posible. 

Eran clases de 30 minutos al día en el ciclo escolar pasado y ya era difícil sostener la atención de sus interlocutores, así que este ciclo será un reto: los papás pidieron más tiempo, porque sienten que no desquitan la colegiatura; ahora serán entre tres o cuatro horas diarias frente a la pantalla.

Lo que hizo fue contratar a un profesor de informática, un “joven Millennial”, le llama, para que la capacite personalmente en el uso de la computadora, perderle el miedo y aprender a usar aplicaciones y programas con los que pueda conectar con sus alumnos. 

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Esto, por supuesto, le ha implicado una inversión: 5 mil pesos mensuales de capacitación de aquí a que termine de dominar la tecnología que necesita. 

Si se lo restamos a su sueldo libre de impuestos de poco menos de 16 mil pesos, con el gasto por la contratación de internet y la capacitación, su salario está quedando en 8 mil pesos mensuales; lo que ahora, sin sus actividades extra, la han dejado en la raya con los pagos de renta, servicios y alimentación.

¿Y la escuela les ha dado apoyo en capacitación? dice que ni siquiera ha tocado el tema. “Ni me atrevo a preguntarle a la escuela si me va a apoyar porque, primero, sigo conservando mi trabajo, segundo, sigo conservando mi sueldo. Si yo llego y le digo a la escuela todas las carencias que tengo, me pongo en riesgo. Entonces me fui al otro extremo: pagar para trabajar”.

Esta capacitación tiene otra motivación: prepararse para el futuro porque, dice, “la educación como la conocíamos ya no existe, este esquema híbrido se va a quedar para siempre”. 

Como ella, Adriana López, profesora de una primaria pública en la Alcaldía Coyoacán, que responde a esta entrevista tras todo un día de videoconferencias con la directiva del colegio y autoridades de la Secretaría de Educación Pública (SEP).

Ella ha tomado al menos seis cursos, la mayoría pagados de su propio bolsillo, para mejorar sus habilidades de enseñanza y para aprender a usar Classroom, la herramienta que asignó la SEP para que los docentes den las clases. 

Y es que la capacitación para docentes de escuelas públicas por parte de la Secretaría de Educación Pública, llegó tarde, de último momento, ya con el pie en el ciclo escolar 2020-2021.

“Nosotros tuvimos que aprender a usar las herramientas tecnológicas solos. Por grupos de Whatsapp nos orientábamos, nos dábamos consejos y nos compartíamos cursos. La SEP se ocupó de todo a último momento, mientras nosotros ya estábamos trabajando”.

A diferencia de ellas, Fernando Tapia, profesor de idiomas de una preparatoria privada en la alcaldía Miguel Hidalgo, tuvo suerte. En el periodo vacacional, la escuela para la que trabaja se dedicó a capacitarlos en enseñanza virtual.

AUMENTA LA ANSIEDAD DE DOCENTES

Los tres profesores entrevistados por esta revista digital, con sus variantes, comparten algo: estrés y ansiedad por el cambio repentino. 

Rocío reconoce la ansiedad que le causa entrar al mundo virtual, por desconocerlo; Adriana detectó un incremento abismal en la carga de trabajo, la cual no está ni relacionada directamente con los alumnos, sino por nuevos procesos burocráticos. Fernando ha aprendido que hay cosas que no puede controlar, como aquel 23 de junio cuando ocurrió un sismo mientras aplicaba un examen final virtualmente.

“A algunos se les fue la luz, las conexiones se hicieron lentas… pero es con lo que tenemos que aprender a lidiar. Así nos haremos resilientes”, cuenta el profesor de idiomas.

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Todos sin embargo, se saben afortunados en un momento de incertidumbre y eso pone también una carga extra en sus hombros porque, a diferencia de otros profesores, mantienen un empleo y un salario completo, en un país donde la Asociación Nacional de Escuelas Particulares estima que al menos 200 mil docentes, sólo de escuelas particulares, perderán su empleo a raíz de la pandemia. 

TECNOESTRÉS Y SU INCREMENTO ANTE LA COVID

El cambio en el sistema de enseñanza ha incrementado un problema poco explorado en México, el tecnoestrés, es decir, la afectación que tiene en la mente y el cuerpo el uso de la tecnología. 

Lo cual, a decir del profesor Eduardo Portas, investigador del tema, surge también cuando se tiene poco tiempo para resolver algún problema, con también pocos o nulos conocimientos tecnológicos.

“En México aún no se debaten las consecuencias negativas del uso excesivo de la tecnología, pero con la pandemia y la entrada en vigor de la Norma Oficial 035 sobre los riesgos psicosociales de los trabajadores quizá podamos abrir el debate”, dice el también docente, quien está estudiando las afectaciones que el uso de la tecnología está dejando en los trabajadores en el país, algo ampliamente explorado en Europa.

En España, por ejemplo, a través de una encuesta realizada a los docentes, la Central Sindical Independiente y de Funcionarios pudo determinar que el 93% tiene un fuerte desgaste emocional producto del estrés y la ansiedad que ha traído el teletrabajo y el confinamiento. 

Y es que, con esta modalidad, hay cosas que los profesores no pueden controlar, a diferencia de cuando están en un aula y tienen el respaldo directo de sus colegios. No se puede, enumera el especialista, controlar la rapidez de la conexión, el grado de atención que tienen los alumnos con la clase ni lo que hacen en casa y, por último, algo tan simple como la electricidad. Son factores que determinan el éxito o el fracaso de una clase. 

Recientemente, se viralizó el video de un profesor, que durante una clase virtual tuvo problemas técnicos. “Se veía apenado y triste”, describió la alumna que subió el video a redes. 

La imagen del profesor preocupado se volvió viral. 

El profesor les pide comentarios finales y una de sus pupilas le anima a no preocuparse y no agobiarse, le recuerda que ellos también le pueden apoyar. El profesor se toca la cara y arruga el rostro, como deteniendo el llanto. El resto de la clase comienza a decirle que les gustó lo aprendido, que fue interesante y bonito. “¡Ya estaba a punto del llanto”, les contesta.

Los profesores como él y Rocío están lidiando también con esta transición a la tecnología y hay muchos a los que les cuesta trabajo, porque su mente no funciona así, funciona mejor dentro de un aula, sin embargo, siguen trabajando y reforzando sus habilidades. “Nunca es tarde para aprender cosas nuevas, en eso me mantengo”, dice Rocío.

Para el profesor Fernando, sin embargo, esto es también una oportunidad de construir alumnos fuertes y responsables que no requieran a alguien que vigile su trabajo y, para los docentes, una invitación a la renovación y al emprendimiento, por eso, les recuerda: “Nos hemos preparado, tenemos conocimientos, hay que sacarles provecho, que esta pandemia no nos haga olvidar el valor y el papel que tenemos”. 

@AleCrail



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