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Chuzas en el limbo. Abren cines, restaurantes, gimnasios… ¿y los boliches?
Después de seis meses sin ingresos, muchos boliches de la Ciudad de México están al borde de la quiebra. Moisés San Ciprián, administrador de dos locales, dice: “En algunas ocasiones creemos que se olvidaron de nosotros”.
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EMEEQUIS.– Desde junio, el gobierno de la Ciudad de México inició con la reactivación gradual de actividades no esenciales. Negocios que mantenían sus puertas cerradas, poco a poco han comenzado a abrir, con restricciones de aforo y medidas sanitarias.
A restaurantes, salones de belleza, cines, teatros, clubes deportivos y hasta gimnasios –que son considerados de alto riesgo– se les ha dado autorización para reabrir.
Pero el criterio ha sido desigual. Otras industrias piden a las autoridades capitalinas que también se les tome en cuenta, como es el caso de los boliches: pese a estar listos y con los protocolos en la mano, no han sido escuchados.
Bolerama Coyoacán y Kingpin Polanco comparten al mismo representante, pero el primer establecimiento tiene más de 40 años de tradición y el segundo apenas tiene un año de vida; no obstante, ambos pasan por la misma crisis, luego de estar seis meses sin operar, al borde de la quiebra, al igual que todos los negocios de este giro que se encuentran en la Ciudad de México.
“Realmente estamos todos muy, muy preocupados, prácticamente con el agua al cuello… en un principio creímos que sería un mes, dos meses, máximo tres y volveríamos a arrancar. Pero realmente jamás nos imaginamos, al menos nosotros, que iban a ser seis. Y estamos, pues sí, al borde del colapso, y de que muchas familias se queden sin ingresos y tengan que recurrir a buscar otro trabajo”, platica a esta revista digital Moisés San Ciprián, director de operación de ambos boliches.
El 31 de marzo, la jefa de gobierno, Claudia Sheinbaum, declaró emergencia sanitaria en la Ciudad de México: todas las actividades no esenciales fueron suspendidas, pero algunas comenzaron a cerrar sus puertas o a recortar horarios desde el 18 de marzo.
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Medio año con cero ingresos, son más de 30 boliches cerrados, 500 pistas en total sin operar en la Ciudad de México, se sabe que hay algunas entidades que ya están permitiendo su apertura, como Nuevo León, Jalisco, Morelos y San Luis Potosí, dice San Ciprián.
De acuerdo con el Directorio Estadístico Nacional de Unidades Económicas del INEGI, se tiene registro de 92 establecimientos con el giro de boliche, 40% se concentra en Ciudad de México, Estado de México, Jalisco y Nuevo León.
Todos están catalogados dentro de micro, pequeñas y medianas empresas, ninguna pasa de los 100 empleados. Moisés San Ciprián apunta que, hasta ahora, es de su conocimiento que al menos cuatro boliches a nivel nacional han cerrado definitivamente.
De acuerdo con los pre-criterios 2021 de Hacienda, se espera que los sectores que se verán afectados por la Covid-19 de manera inmediata y persistente son los servicios de alojamiento, esparcimiento, comercio y transportes, tal como se observó en 2009 con la Influenza (H1N1).
REDUCCIÓN DE SUELDOS Y DESPIDOS
“Muchos de los boliches corremos el riesgo de no poder volver a abrir. Realmente, pues por más colchón que tengamos, nadie puede subsistir seis meses sin ningún ingreso, el boliche es una actividad que desafortunadamente no puede migrar al online”, asegura San Ciprián.
En su caso, ha tenido que recurrir a reducción del salario de sus empleados en un 50% y, en algunos casos más, también se tuvo que recortar a 30% de su personal, antes de la pandemia. Entre los dos boliches sumaban 90 empleados y ahora quedan menos de 60.
Esto pega mayormente en gente joven, que en algunos casos gana el salario mínimo, y que, por ejemplo, en el caso de meseros y de valet parking, viven de las propinas: son los más afectados.
La Organización Internacional del Trabajo refiere que los efectos negativos en el empleo por los estragos de la Covid-19 están siendo más resentidos por los jóvenes, principalmente mujeres, con “efectos devastadores”. Más de uno de cada seis jóvenes ha dejado de trabajar desde el comienzo de la pandemia.
De acuerdo con datos del IMSS, entre marzo y abril se perdieron más de un millón de empleos, de los cuales alrededor de un 50% corresponden a jóvenes de entre 15 y 29 años.
Para salvar los dos negocios: Bolerama Coyoacán y Kingpin Polanco, Moisés ha tenido que inyectar más de un millón de pesos, pues se tiene que seguir pagando nómina, impuestos, seguro social, el seguro del lugar, en algunos casos renta.
“De eso pues ha habido apoyos, pero han sido más por parte de particulares que del gobierno. Del gobierno no hemos recibido apoyo en cuanto a impuesto sobre nóminas, en cuanto a seguro social, en cuanto a predial. Todo eso hemos tenido que pagarlo tal cual como se tuviera que pagar como si no existiera la pandemia”.
HIZO OÍDOS SORDOS
Hace un mes, varios representantes de boliches sostuvieron una reunión virtual con el secretario de Desarrollo Económico de la Ciudad de México, Fadlala Akabani, en la cual expusieron la complicada situación en la que ya se encontraban y poniendo sobre la mesa que cumplirían el mismo protocolo sanitario que el de la Cámara Nacional de la Industria Restaurantera (Canirac).
Incluso dijeron que sin problema se acataría lo del aforo, que se fijó para los mismos restaurantes y cines en un 30%. Akabani prometió ayuda, sin embargo, hasta la fecha siguen sin respuesta y sin claridad para la reapertura de boliches.
“En algunas ocasiones creemos que se olvidaron de nosotros. Ya abrieron cines, abrieron teatros, abrieron restaurantes, incluso circos creo que esta semana abren y los boliches no tenemos para cuándo”, comenta San Ciprián.
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Para sus dos negocios, Moisés ya invirtió cerca de 100 mil pesos para colocar dispensadores de gel antibacterial, acrílicos, señalización en los pisos, caretas y cubrebocas para su personal, capacitación y productos de limpieza para desinfectar constantemente las bolas, los zapatos, las superficies de contacto y, en general, todo el establecimiento, así como la revisión de temperatura a empleados y clientes.
Respecto al distanciamiento social, al contar con espacios muy amplios, proponen que una pista se ocupe y otra no: con eso se garantizan más de los 1.5 metros que se ha determinado para todos los espacios.
Para la venta de bebidas y alimentos se están colocando menús digitales en las mesas. En el regreso se suspendería el servicio de valet parking.
A CONTRARRELOJ
“Ya colocamos todo, estamos listos pero, desafortunadamente, aún con las puertas cerradas”, dice Moisés, a la vez preocupado y desilusionado. Ha visto sus ahorros esfumarse y no quisiera recurrir a un financiamiento, pues nada le asegura que pueda recuperar todo ese dinero.
“Abrir no significa tener el éxito que teníamos antes, pero para verlo hay que intentarlo”. Hasta antes de la pandemia, en Bolerama Coyoacán se recibían entre 15 mil y 16 mil invitados al mes, y en Kingpin eran entre mil 500 y dos mil. Ya pasaron dos temporadas altas: Semana Santa y verano. Queda la de fin de año, en la que hay varios eventos, aunque no se sabe si habrá tantos como antes.
“Mucha gente nos escribe a través de redes sociales pidiéndonos ya regresar, que quieren volver, que están como muy entusiasmados y que confían en nuestros protocolos, porque al final de cuentas, el boliche es una actividad que brinda bienestar para muchísima gente”.
@ptcervantes