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Bertha Alcalde, más vale
En términos prácticos, es mejor pronunciarse por Bertha Alcalde para la Suprema Corte de una buena vez, y no arriesgarse al espanto que vendría de no ser ella.
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CONFIDENTE EMEEQUIS
EMEEQUIS.– Serán malos años para la Suprema Corte, eso ya es irremediable, pero la oposición en el Senado tiene en sus manos optar por acompañar la designación de la próxima ministra, evitando que el presidente de la República se decante por la peor de las opciones.
Desde la primera terna, era evidente que en Palacio Nacional no querían acordar un nombramiento que generara consensos y tranquilidad en las fuerzas políticas. De alguna forma fue hasta una provocación, una trampa.
Se tiene que elegir entre Bertha Alcalde, Lenia Batres y María Eréndira Cruzvillegas. Ninguna cuenta con una carrera destacada en el ámbito jurídico o académico, como era la tradición para llegar al Pleno de la Corte, pero tampoco tienen impedimento alguno, como sí ocurría con la consejera jurídica, María Estela Ríos, ya que ostenta rango de secretaria de Estado.
Desde que buscó ser presidenta del INE, Alcalde generó simpatías, inclusive entre legisladores adversarios de Morena. Esto es así porque no forma parte de sectores radicales y fanatizados, sino de una red de servidores públicos que están convencidos de las bondades de la 4T, pero que no quieren borrar del mapa a quienes piensan distinto.
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Es más, Alcalde, por su propia formación, e inclusive por herencia familiar, seguramente trabajará con márgenes de independencia que ya no ejercía Arturo Zaldívar, quien dejó la toga de ministro, para ponerse la playera de la campaña morenista.
Es difícil, quizá imposible, que Alcalde llegue a los niveles de sumisión de Yasmín Esquivel, en primera instancia, porque no estará sujeta a cuestionamientos sobre la validez de sus estudios de derecho, el periodo presidencial ya está en su recta final y, lo más importante, ha demostrado una conducta sin tacha en los puestos que ha tenido.
Alcalde fue clara, en sus comparecencias en el Senado, en que pretende revisar el tema de los salarios de los ministros, que es una de las quejas continuas del presidente López Obrador en contra del Poder Judicial, e insistió en que se deben revisar la forma en que se está administrando justicia.
Tampoco hay que equivocarse, Alcalde proviene de un gobierno que tiene como horizonte la transformación del Poder Judicial para acotar sus márgenes de independencia y sujetarlo al control de la política.
Una de las propuestas de Claudia Sheinbaum, por instrucciones de Palacio Nacional, es propiciar una reforma a la Constitución que permita que los ministros de la Corte y los magistrados electorales sean electos por voto popular.
Frente a estas evidencias, hay que admitir que la jugada del presidente López Obrador, respecto a la nueva ministra, tiene un toque de desprecio al propio sistema jurídico, pero no se aparta de las atribuciones constitucionales que posee para este asunto, y que podría terminar con la designación directa si esta segunda terna también es rechazada.
Es una posibilidad, porque senadores de oposición están valorando si conviene trasladar el costo político al presidente López Obrador, para que sea su absoluta responsabilidad la calidad del nombramiento y las consecuencias que se generen en el futuro.
Es un mal cálculo, porque a López Obrador no le interesa la Suprema Corte tal como está en la actualidad. Es más, si las cosas se degradan, no lo vería como una derrota, sino como una evidencia más de que se requiere un cambio.
La política, por regla general, consiste en decidir entre alternativas malas, tratando de generar posibilidades, sino de arreglo, al menos para que no se transite por los peores senderos.
En términos prácticos, es mejor pronunciarse por Alcalde de una buena vez, y no arriesgarse al espanto que vendría de no ser ella.
La forma es fondo, y el presidente ya mostró sus dos cartas, incluidas de modo sucesivo en las ternas. El volado puede salir muy caro.
LAS VÍSPERAS DEL 2024
Movimiento Ciudadano tendrá que buscar candidato presidencial. Por el momento, sus opciones están entre el diputado y coordinador de la efímera precampaña de Samuel García, Jorge Álvarez Maynez; el senador Juan Zepeda, sobre todo con fuerza en el Estado de México, y la también senadora Patricia Mercado, quien, por cierto, ya fue candidata presidencial en 2006 por el partido Alternativa Socialdemócrata. Y no hay que descartar, tampoco, a Dante Delgado.
Son opciones mucho más sólidas que lo que podía significar el retornado gobernador de Nuevo León, pero su jugada será de sacrificio y sacará del Poder Legislativo al elegido o elegida.
@jandradej
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