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Difamación de la crítica
ENRIQUE SERNA escribe sobre los ataques de AMLO a Nexos y Letras Libres: “Desde los años ochenta, cuando publicó Por una democracia sin adjetivos, Enrique Krauze ha luchado, primero, contra la dictadura de partido y ahora, por impedir el retorno de la monarquía sexenal”.
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EMEEQUIS.– Al presidente se le está agotando la leña para quemar herejes. Los vituperios que lanzó contra Nexos y Letras libres en la mañanera del 8 de septiembre son un refrito de los que había proferido en mayo de 2019, cuando dio a conocer una lista negra de publicaciones y medios informativos supuestamente sobornados por el gobierno de Peña Nieto, en la que los ingresos de ambas revistas por concepto de publicidad gubernamental se presentaban dolosamente como embutes pagados a cambio de complicidades políticas. Si la difusión de la cultura es un deber del Estado, ¿tiene algo de malo que las instituciones públicas encargadas de esa tarea se anunciaran en las revistas culturales más leídas de México?
Dudo mucho que este reciclaje de calumnias logre su verdadero fin: desviar los reflectores del inminente despeñadero económico, las corruptelas de Macuspana, el criminal desbasto de medicinas, la expansión imparable del crimen organizado y la enorme pérdida de vidas y empleos que provocó la negativa del presidente a realizar una campaña oportuna de pruebas masivas al inicio de la pandemia (no hubo dinero para eso, pero sí para construir el Tren Maya y la refinería de Dos Bocas). Millones de mexicanos padecen estas arbitrariedades y no las olvidarán por un ruidoso linchamiento de intelectuales.
Pero como las mentiras del presidente dañan reputaciones, me limitaré a desmentir las más inverecundas, como diría Palillo. Según López Obrador, los colaboradores de Nexos y Letras libres “siempre justificaban o guardaban silencio cuando se estaban cometiendo atracos al erario público y no hablaban de cómo se empobrecía al pueblo y cómo unos cuantos se hacían inmensamente ricos”. Falso: en abril de 2009 publiqué en Nexos “La corrupción invicta”, un ensayo sobre la venalidad consentida y auspiciada por el gobierno de Calderón y en 2015 apareció en Letras libres mi artículo “Ostentación rampante”, en el que atribuí el escándalo de la Casa Blanca al ansia de estatus de Peña Nieto. Mi caso no fue excepcional: muchos otros escritores han combatido la corrupción en ambas revistas. Gabriel Zaid, por ejemplo, recogió hace poco en un libro, El poder corrompe, sus reflexiones sobre la corrupción institucional publicadas en Letras libres y otras revistas desde los años 70, cuando el PRI-Gobierno repartía dinero a manos llenas para acallar a las voces críticas.
Lo que le duele a López Obrador, y por eso ha desatado esta persecución, es que ni Letras libres ni Nexos dieron crédito a sus reclamos de fraude electoral cuando Calderón lo derrotó en el 2006. No supo perder y ahora tampoco sabe ganar.
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El mismo día, el presidente declaró que los colaboradores de ambas revistas “pertenecen al agrupamiento conservador que quisieran que se mantuviera el mismo régimen de corrupción, de injusticias y privilegios” (reproduzco al pie de la letra su contrahecha sintaxis). Desde los años ochenta, cuando publicó Por una democracia sin adjetivos, Enrique Krauze ha luchado, primero, contra la dictadura de partido y ahora, por impedir el retorno de la monarquía sexenal. En un noticiero televisivo criticó severamente a Peña Nieto por recibir con los brazos abiertos a Donald Trump, un acto de valor civil que pudo haberle costado pérdidas fuertes a Letras Libres. Corrió ese riesgo y ahora se expone a represalias mayores por decir lo que piensa. ¿Su pecado? Haber escrito “El mesías tropical”, un retrato de antología que el primer narciso de la nación todavía no digiere.
En cuanto al equipo de Nexos, también vilipendiado en bloque, baste recordar que un ex director de la revista, José Woldenberg, fue el principal artífice de la transición democrática y Jorge G. Castañeda contribuyó a demoler el monolito corporativo, primero como asesor de Cárdenas y luego en el primer círculo de Fox. El seráfico dóberman de Palacio Nacional debería agradecerles que le hayan desbrozado el camino a la presidencia. Les guste o no a las huestes bolivarianas que se ufanan de haber implantado la democracia en julio de 2018, los intelectuales satanizados en el discurso oficial dieron batallas cruciales para que el pueblo pueda elegir a sus gobernantes.
Gracias a la campaña difamatoria contra Letras libres y Nexos es probable que su número de lectores aumente, como los ataques de Trump aumentaron las ventas del New York Times. Se trata de un ensañamiento más visceral que efectivo. Aunque ambas publicaciones van dirigidas a la minoría culta, esta publicidad involuntaria seguramente despertará la curiosidad del hombre común por asomarse a sus páginas. Enhorabuena: la gente que las lea aprenderá mucho de literatura y humanidades, ampliará sus horizontes intelectuales y tendrá mejores armas para defenderse de la manipulación ideológica.